Hace unas semanas, en el encuentro del cluster de nuez pecán en Concordia, Bichos de Campo entrevistó a Francisco Pugno, que es yerno de César Belloso, el movedizo ex presidente de Aapresid, y uno de los socios en Agritest SRL. Esa firma agrícola trabaja el campo familiar La Oración, en el partido de Salto, muy cerca de Pergamino. La particularidad de aquella nota -que fue muy leída- era que habían decidido “sacrificar” 60 hectáreas de esas tierras de gran aptitud agrícola para comenzar a producir allí ese fruto seco de gran expansión en el país.
Si un caso era un alerta, ¿dos casos ya configuran una tendencia?
Lo cierto es que el último número de la revista de Aapresid dedica varias páginas a otro grupo de sus socios, la familia Irastoza, que en la zona de Bahía Blanca decidió quitarle hectáreas a la siembra tradicional de trigo y otros cereales para implantar… almendros.
“La producción nacional de almendras se posiciona como una alternativa con alto potencial. El mercado interno viene creciendo en los últimos años y no alcanza a autoabastecerse por lo que se importa alrededor del 80% de lo que se consume. Esta ventaja comparativa, sumada a la posibilidad de diversificar los sistemas de producción tradicionales de la región pampeana, está haciendo trascender las típicas fronteras mendocinas del almendro hacia nuevos horizontes. Un claro ejemplo es el de Diego Irastoza y su familia”. Así se presentó este nuevo caso de productores agrícolas que migran hacia los frutos secos.
Irastorza trabaja en producción agrícola junto a sus dos hermanos y su papá Javier. Todos ellos están vinculados a la asociación que promueve la siembra directa. Su campo se encuentra entre Bahía Blanca y Coronel Dorrego, una zona netamente cerealera.
La empresa familiar se dedicaba pura y exclusivamente a los cultivos anuales extensivos, como trigo, cebada y luego maíz bajo siembra directa. “Pero hace unos diez años comenzaron a incursionar en una actividad totalmente diferente a la que venían haciendo: los almendros”, dice el artículo.
Diego Irastorza explicó que comenzaron despacio, guiándose de un productor vecino y amigo de la familia que se inició años antes. Luego de investigar bastante lograron en 2015, implantar las primeras 5 hectáreas de su establecimiento con ejemplares de almendros adquiridos en Mendoza (principal zona productora del país). Hoy ya cuentan con 20 hectáreas destinadas a esta producción.
“Las producciones alternativas de este tipo hacen que aumente el valor agregado de las tierras. Nosotros estamos abriendo camino, somos pioneros en esta producción. Nuestra apuesta es seguir el modelo europeo, haciendo un poquito de cada producción justamente con la finalidad de diversificar”, explicó el productor.
Luego la nota aborda las limitantes que enfrenta este tipo de diversificación:
- Las condiciones ambientales son el principal punto a tener en cuenta. El almendro es muy susceptible al anegamiento por lo que requiere suelos sueltos. En el establecimiento de la familia Irastorza, en el sur bonaerense, los suelos son franco arenosos por lo que fue un punto a favor.
- Otro factor importante son las heladas tardías ya que pueden perjudicar el cuajado de flores, afectando de manera negativa el posterior desarrollo y rendimiento de los frutos. “Para evitar esto, los almendros deben estar implantados cercanos a la costa. Cuanto más cercanos al mar se encuentran, menos probabilidad de sufrir daños por heladas”, explica Diego.
- Otro tema, son las lluvias. Como hay períodos del año que son críticos para el cultivo y no pueden prescindir de agua es recomendable contar con un sistema de riego, por lo que la familia optó por instalar uno por goteo.
Al tercer año de ser implantado el almendro comienza a producir, pero es entre el cuarto y quinto año que se logra una producción comercial. Sobre este punto, Diego Irastorza señala que el pico de producción debería darse al séptimo año.
Una vez cosechada, la almendra es enviada a la provincia de Mendoza para ser pelada y posteriormente comercializada en el mercado interno. Los Irastorza hoy recolectan entre 600 y 700 kilos de frutos por hectárea por cosecha, pero dicen entusiasmados que van por los 1000 kilos por hectárea.
Todo lo que sea diversificar la matriz productiva de un país, va a generar una cadena virtuosa de nuevos productos. ¡Que buena noticia y que ojalá sirva para el crecimiento de la industria alimenticia argentina!
Buenísimo, muchos éxitos les deseamos.a todos los emprendedores de Argentina !