Dos récords ganaderos están en riesgo a causa de la seca. Este año se logró un destete del 68% contra un promedio histórico de 62% y el peso medio por res faenada hasta el momento se encuentra en 232 kilos cuando en años anteriores era bastante menos.
Esas mejoras fueron consecuencia de procesos virtuosos que se dieron a pesar del desorden macroeconómico y de las políticas oficiales anti-ganaderas.
La mejora en el destete se explica por los mejores valores que desde hace unos años paga la demanda china por la carne, que se tradujeron en mejores precios por vacas, categoría que tiempo atrás era un producto de “descarte”.
Con ese dinero adicional, los criadores no abrieron cuentas en financieras para sacar la plata del país, sino que la invirtieron en nuevos y mejores vientres, mejoraron pasturas y el manejo y así el destete pegó un salto de seis puntos porcentuales en tan solo tres años.
Por otra parte, aparecieron también los recriadores a pasto a partir de la diversificación productiva emprendida por empresarios mixtos o agrícolas y otro tanto por la necesidad de sumar kilos de bajo costo para compensar los mayores costos del engorde a corral y así, a su vez, terminar hacienda más pesada. Producir animales más gordos también beneficia a los frigoríficos, ya que por unidad procesada obtienen más kilos de carne.
Pero ahora, seca mediante, todo eso están en riesgo. Este año se espera que la preñez no sea tan buena como en los previos. Consignatarios y productores consultados por Bichos de Campo dijeron que el estado corporal de las vacas no es tan malo en función del fuerte achique de los campos, pero que –de todos modos– la preñez se verá afectada y en consecuencia el índice de destete no sería ya de 68%.
Por otra parte, los terneros que están al pie de la madre y que deberían ofrecerse en la zafra del otoño próximo saldrían antes de los campos y con menos kilaje.
Al tener una condición física inferior, si las lluvias no llegan antes de los primeros fríos del año que viene, la recría tendría entonces una menor disponibilidad de forraje y eso tendrá obviamente un impacto productivo.
Otro indicador que se vería afectado es la faena y la producción de carne. Este año la faena está creciendo 3,2% respecto del 2021, el cual había sido un año también con altos niveles de ventas a frigoríficos. Pero eso no se repetiría el año que viene debido a que, cuando comiencen a salir los terneros/as con menores pesos, los feedlots se van a encontrar con una oferta muy escasa de maíz temprano por la sequía y quizás tampoco haya pasturas suficientes para las recrías, por lo que será bastante difícil terminar ganado en la primera parte del año a un ritmo equivalente al logrado en 2022.
Las perspectivas son de achique: habrá algo menos de vacas por la “limpieza” de los campos, algo de caída en la preñez, que significa menos terneros en 2024; en el otoño próximos el ternero pesará menos y los feedlots tendrán costos más altos porque el poco maíz disponible estará muy caro.
De esa manera, se va a cortar el círculo virtuoso que arrancó con la disparada de la demanda china de carne, especialmente cuando la peste porcina africana obligó a ese país a salir al mundo a reemplazar su diezmada oferta interna de proteínas cárnicas.
Y mientras todo eso sucede, el gobierno mantiene el “cepo cárnico” exportador en un momento en el cual las ventas externas de carne vacuna vienen en caída.
Muy buen informe, gracias