“El maíz Flint es el maíz emblemático de la Argentina, el nombre para el mundo es maíz plata argentino, muy buscado para consumo humano”, explica Alfredo González, jefe de Desarrollo y Tecnología de la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA). Desde la campaña 1997/98 que él viene trabajando en estas especialidades, en investigación y desarrollo de híbridos de éstas características.
“Decimos que hacer maíz flint no es hacer maíz, es hacer una especialidad”, subraya el especialista, ya que desde el inicio, al momento de seleccionar el híbrido que el productor vaya a sembrar, viene con la trazabilidad de sus padres para saber que no está “contaminado” con OGM.
González describe además que los clientes en el mundo lo quieren, “primero porque es un maíz no modificado genéticamente, y segundo porque tiene una dureza adecuada para el consumo humano directo. Por ejemplo el copo de maíz o corn flakes se usa en el desayuno, snacks y barras de cereal, sobre todo en Europa”.
Escuchá la entrevista con Alfredo González;
Técnicamente, en función de su dureza y densidad superior a la de maíces semidentados y dentados, los granos del flint, cuentan con mayor fracción de endosperma vitrio que harinoso.
De acuerdo a lo que explica el investigador, en el 2021 ACA envió a Europa más de 100.000 toneladas de este tipo de maíz. Esos negocios posicionaron a la cooperativa como la principal exportadora de este cultivo. Los principales destinos fueron Polonia, Reino Unido y España. La exportación del flint tiene una proyección de crecimiento del 60% para los próximos tres años.
“Somos un referente a nivel mundial, debemos ser muy cuidadosos en mantener estos mercados de especialidades. Argentina en general tiene una política de exportación de commodities y no tenemos políticas de segregación en el trigo. Si bien tenemos trigo de calidad y Brasil nos compra trigos de calidad, nosotros no tenemos como cultura segregar el trigo. Con el Flint si la tenemos. Somos parámetro en el mundo de esto”, afirmó González.
Si bien el contexto de precios altos y el diferencial de rendimiento frente a los maíces comunes pondrían en desventaja en principio al maíz flint, “la bonificación en el precio compensa eso”.
“Hay si un trabajo extra” que tiene que ver con limpiar la sembradora, cosechadora y camión para evitar mezclar con maíces comunes, “elegir un lote que sea de alta potencialidad, pero que no tenga maíz guacho de maíz modificado y que tenga distancias de otros maíces para evitar polinizaciones cruzadas”, agregó. “No hay un sobre costo, si hay más trabajo. No podés aplicarle los herbicidas tradicionales, es más barato producirlo. El fertilizante es el mismo y las bonificaciones hoy están en el orden de los 30 dólares por tonelada cosechada”.
Por todo esto, tratándose de una especialidad con manejo agronómico y logístico diferenciado, para ACA, “el productor elige el Flint por las posibilidades comerciales derivadas de un producto con valor agregado, con un plus de precio en relación con el maíz común”.
“En un mercado donde la demanda de alimentos crece paralelamente con las exigencias de los consumidores el productor tiene la convicción que hace un producto sustentable para alimentación humana y eso lo gratifica”, agregaron.
Para González, el productor que quiera encarar la opción del maíz flint tiene que estar “convencido de ser un productor distinto, estar dispuesto a hacer una especialidad, veo el diferencial, veo la oportunidad y la puedo tomar, pero tengo que tener conciencia de ser un productor distinto. Y hay muchos que se identifican con eso, se quieren sentir distintos, especialistas y buenos productores de alimentos”.