Los estallidos poblacionales de la plaga de la tucura sapo (Bufonacris claraziana) son cíclicos. De acuerdo con los especialistas, es esperable que sucedan cada tres años, por lo que, desde que fue declarada la última emergencia fitosanitaria, en 2022, se preveía que ahora iba a ser necesario tomar nuevas medidas de control.
Este insecto herbívoro y nativo de la región sur del país es conocido por alimentarse de los cultivos y pastizales, y, en efecto, generar pérdidas para la producción agropecuaria. De su monitoreo está a cargo el Comité Patagónico por Tucuras, que, tras detectar nuevos nacimientos, instó al Senasa a declarar la emergencia para las provincias de Río Negro, Chubut y Santa Cruz. La medida se hizo efectiva mediante la resolución 816/2025 del Boletín Oficial.

El ciclo de vida de la tucura sapo depende de la temperatura y la humedad. En los meses de diciembre y enero, cuando la mayoría de la población llega al estadio adulto, es cuando mayor impacto genera sobre el ambiente. Por ello, tal como consigna en el primer artículo de la norma, el Senasa habilita a “adoptar y/o fortalecer las tareas de control, prevención y vigilancia de dicha plaga consecuentes a ella”.
Además del organismo nacional, en el comité ad hoc participan representantes del INTA El Maitén, gobiernos provinciales, las comunas, universidades, otros entes sanitarios y los productores. En su conjunto, implementarán las medidas necesarias y atenderán a las alertas para el combate de esta plaga.
Cabe destacar que, desde el brote detectado en 2019 y 2020, el Senasa habilitó el uso de insecticidas para su control, como la cipermetrina, la deltametrina, la lambdacialotrina y el dimetoato. Sin embargo, para reducir las aplicaciones y mitigar el impacto, resulta fundamental detectar los focos de conflicto y evitar estallidos poblacionales.
La emergencia fitosanitaria, que regirá hasta el 31 de marzo de 2026, establece la denuncia obligatoria ante el Senasa para toda persona que detecte la presencia de este insecto en cualquiera de sus estadíos (huevo, ninfa y adulto). Además, para quienes tengan a su cargo explotaciones agrícolas y ganaderas, se suma el deber de llevar adelante las tareas de vigilancia y control.
Eso incluye la aplicación de agroquímicos en los focos detectados, lo que es recomendable por la mañana y la tarde, cuando baja la temperatura y humedad y las tucuras se agrupan y buscan refugio. Además, también deberán permitir el ingreso de los agentes oficiales a sus establecimientos.

Cada vez que se prevé que habrá un brote, la emergencia suele declararse en esta etapa del año, ya que así se busca actuar previo a la etapa de reproducción, que es cuando la tucura se agrupa y avanza sobre los cultivos y pastizales, generando grandes pérdidas económicas para la actividad agropecuaria, al afectar las plantaciones vegetales y dejar sin alimento al ganado.
Además de las medidas fitosanitarias ya previstas, la resolución del Senasa habilita a la Dirección Nacional de Protección Vegetal (DNPV), que pertenece a su órbita, a implementar otras ulteriores y, en caso de ser necesario, prorrogar la alerta declarada hasta abril del 2026.




