En marzo, pocos días antes del inicio de la cuarentena por el coronavirus, Bichos de Campo recorrió Mendoza entrevistando a productores de vid que estaban en plena cosecha: la mayoría se quejó a viva voz porque venían de tres años de precios muy bajos y la situación de quebranto amenazaba repetirse. De todos modos, en ese momento no podía saberse cuál sería el resultado económico de esta vendimia, porque los productores entregan su uva sin conocer el precio, que recién se conoce cuando se comienza a vender el vino.
En ese momento de cosecha, una de las entrevistadas fue Gabriela Lizana, productora y presidente de la Asociación de Productores del Oasis del Este de Mendoza. A hablar con ella volvimos ahora, para saber cómo había terminado esta situación y cuál era el balance.
“Fue buena cosecha en términos de calidad pero acotada en cantidad, eso benefició el tema de los sobre stocks que presionan a la baja el precio. Pero no siempre se comporta el mercado como corresponde porque no es transparente”, aclaró.
En ese sentido, la dirigente vitivinícola retrató que “este año las exportaciones crecieron y el mercado interno tampoco fue muy afectado en este marco de pandemia, pues esto de quedarse en casa hizo que la gente pueda comprar vino a precios más bajos que en restaurantes. Eso movilizó el mercado interno”.
“Pero donde no vemos impacto es en el precio que se nos pagó”, aclaró.
Escuchá la entrevista completa a Gabriela Lizana:
Según Lizana, en definitiva, la mejora que tuvieron los productores en los precios de la uva fue mucho menor a la suba de costos. “Este año se produjo 20% menos de uva y el quintal que el año pasado se pagaba 1.000 pesos en este se pagó 800 pesos”, indicó. Eso corre para los productores que decidieron entregar directamente la uva a las bodegas.
Agregó que “con relación al vino, que se pagaba 8 pesos, pasó a valer 12 o 13 pesos, pero la verdad es que tuvimos costos que superaron más la inflación y en definitiva está por debajo del costo de producción. Según los estudios que hicimos con el INTA, el precio del litro de vino está 30/40% por debajo del costo” de producción promedio. En este caso entran los productores que entregan su uva y cobran después de la elaboración.
Con esos precios por el litro de vino, el resultante es que la participación del productor en el valor final es cada vez menor. “El vino es el insumo más barato del vino. Es más barato que el corcho y la botella”, destacó Lizana.
Además este temporada se repite otro problema para los productores, que es el estiramiento en los plazos. En definitiva la uva termina siendo un insumo más y el productor es el que financia a las bodegas. “Vendemos la uva en febrero y hemos empezado a cobrar en junio o julio en 6 u 8 cuotas, sin interés”, explicó la dirigente.
En esta repetición, “lo que estamos viendo es un abandono de la producción” advirtió Lizana, que agregó que a todas estas dificultades económicas de la actividad se suma la problemática de la falta de agua y el aumento de tarifas que limita las posibilidades del riego. Así, alertó, “Mendoza vuelve a su configuración de desierto por las hectáreas que se están perdiendo”.
La dirigente rural también se refirió a las entidades del sector y tuvo críticas hacia la COVIAR (Corporación Vitivinícola), creada por ley como empresa mixta: “Es una unidad ejecutora del plan 2020 que estamos finalizando y que tenía tres objetivos: uno orientado a la exportación, el segundo a la promoción del mercado interno y el tercero a la integración rentable de productores a la cadena”, recordó.
Según Lizana, “en ninguno de los tres casos se cumplió con las expectativas. Pero el que está más alejado es al integración rentable de los productores, pues en las instituciones vemos que los que tienen más peso son los mismos que tienen más peso en el mercado. El que tiene poder económico tiene poder institucional, y a través de las instituciones llega a los gobiernos”, finalizó.