Esta semana me encontré con un artículo humorístico disfrazado de periodístico, en el cual se asegura que la caída de la recaudación tributaria en materia de derechos de exportación es consecuencia de la “especulación” de los productores y que, para combatir eso, la AFIP está empleando drones e imágenes satelitales para descubrir “silobolsas por todos lados” (sic).
La caída de la recaudación por derechos de exportación en febrero pasado fue del 78% en términos reales, una auténtica bestialidad que, sin embargo, no puede sorprender a nadie que conozca como funciona la “maquinaria” estatal diseñada para exprimir al agro.
El origen del problema no es la especulación (¡en medio de una sequía devastadora!), sino uno de los mecanismos intervencionistas más dañinos y menos conocidos por el público general: se trata de las “retenciones anticipadas”.
La resolución 78 del ex Ministerio de Agricultura, vigente desde octubre de 2019, determina que los exportadores de productos agroindustriales están obligados a abonar al menos el 90% del derecho de exportación correspondiente dentro de los cinco días hábiles desde la registración de las Declaraciones Juradas de Ventas Externas (DJVE), lo que implica, en los hechos, que el impuesto debe pagarse por adelantado.
En el caso de los cereales, el gobierno establece un cupo de exportación determinado, el cual va habilitando de manera discrecional ¿cuándo el mercado lo requiere? No. Cuando el gobierno necesita reforzar la recaudación tributaria.
Como el Estado, a través de la Secretaría de Agricultura, también determina los valores FOB de los productos agroindustriales de exportación, al habilitar un cupo de exportación de trigo o maíz puede determinar cuánto recibirá por adelantado en concepto de derechos de exportación.
Si los funcionarios de la AFIP están preocupados por la baja abrupta de la caída de la recaudación por retenciones, lo mejor que pueden hacer es dirigirse a la Secretaría de Agricultura (ver recorrido) para preguntar cuál fue la razón por la cual en el primer semestre de 2022 el entonces ministro de Agricultura, Julián Domínguez, propició masivamente la recaudación anticipada de derechos de exportación de cereales, algo que, si bien fue favorable por entonces, se volvió en contra en la actualidad.
De hecho, fue tan grande el adelantamiento de DJVE de cereales que el gobierno, cuando más adelante comenzó a advertirse el impacto del desastre climático, debió extender el plazo de vigencia de los permisos de embarque de trigo y maíz 2022/23 porque buena parte de lo que estaba declarado quedó en el camino a causa de un combo fatal integrado por sequía y heladas.
Entonces: si la recaudación se destruyó es porque un año atrás el mecanismo de retenciones anticipadas se empleó para financiarse con embarques futuros de cereales que finalmente, debido a un desastre climático, no llegarán a cosecharse.
En el caso de los productos del complejo sojero, la investigación requiere mucho menos esfuerzo, porque basta con caminar unos pocos pasos hasta el ministerio de Economía para preguntar si existe alguna relación entre la primera y segunda versión del “dólar soja” (septiembre y diciembre de 2022) con la registración de embarques de poroto, harina y aceite de soja en ambos períodos.
¡Bingo! Efectivamente: la devaluación sectorial por tiempo limitado, es decir, el delirio de política económica más conocido como “dólar soja”, coincide con las declaraciones de embarques de productos del complejo sojero y, por lo tanto, con la recaudación de las retenciones anticipadas, las cuales –vale recordar– crecieron gracias al anabólico del tipo de cambio preferencial.
Si la mayor parte de los productores está esperando la tercera edición del “dólar soja” para vender poroto, la culpa no es ellos, sino del funcionario que instrumentó no una, sino dos veces, ese mecanismo distorsionador, que en este caso vendría a ser Sergio Massa.
La cereza del postre es que, como el desastre climático es tan significativo, ninguna compañía agroindustrial se anima a declarar grandes volúmenes de embarques de mercadería que no sabe si luego va a estar disponible. Y entonces el mecanismo de recaudar a dos manos por medio de las retenciones anticipadas se torna inviable.
La moraleja de tan triste historia es que, si bien adelantar el cobro de impuestos puede parecer una piolada genial, llega un momento en el que, por diferentes motivos fortuitos, la rueda se corta y el encargado de recaudar queda pedaleando en el aire.
Y es en ese momento en el cual el funcionario puede llegar a comprender que es mejor implementar un sistema tributario más razonable, como el presente en Brasil, Paraguay o Uruguay. O bien llamar a periodistas amigos para asegurar que van a incrementar la vigilancia sobre los silobolsas que, tal como viene la mano, van a estar más llenos de aire que de granos.
En febrero la recaudación por derechos de exportación se derrumbó un 78% en términos reales
Cuántos diputados defienden el campo y la propiedad privada?