La empresa Patagonia Beverage, que elabora en Río Negro unos 600 mil litros anuales de jugos orgánicos llamados ‘Pura Frutta’, está intentando transformar las 400 mil toneladas anuales del orujo (los restos del exprimido de las manzanas y otras frutas utilizadas) para producir biogás y fertilizantes. Lo contó el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), que está intentando darles una mano con ese nuevo emprendimiento.
Lucas Zanovello, diseñador industrial del Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar (IPAF) del INTA Región Patagonia, dijo que “los residuos orgánicos que generan algunas producciones pueden representar un problema si no son gestionados y tratados adecuadamente”. Y mostró como ejemplo el caso de esta empresa: “En la producción de sus jugos genera 400 toneladas anuales de residuos de orujo de frutas. Su tratamiento y reutilización es un desafío que decidieron encarar junto con los técnicos del INTA”.
¿Qué hicieron? Pusieron en marcha un plan para “generar biogás y biofertilizantes que puedan ser utilizados en el ciclo productivo”, según explicó Martín Carro, uno de los fundadores de la empresa Patagonia Beverage.
Producir biogás con estiércol ya es un hecho en Argentina, a partir de un biodigestor flexible
En sus inicios, la empresa reutilizaba el orujo de la fruta procesada deshidratado como subproducto para ensilarlo y producir alimentos balanceados para consumo animal. Sin embargo, la posibilidad de producir energía y biofertilizantes resultó una alternativa más seductora frente a la posibilidad de reducir los costos energéticos.
Actualmente la firma está en un proceso de traslado hacia la localidad de Villa Regina, en donde contará con instalaciones de mayores dimensiones y podrán aumentar la producción. Allí, emprenderán el desafío de instalar un biodigestor piloto, con la idea de generar bioenergía para toda la planta.
“Si bien nos trasladamos a un predio más cómodo, tiene la desventaja de no contar con una red de gas natural y nos encontramos con que el costo del gas licuado es muchísimo más caro”, detalló Carro.
Para el caso puntual de la juguera, instalarán un biodigestor de 260 metros cúbicos para procesar todo el efluente sólido y líquido. “A priori, los volúmenes de biogás que se generan son más que suficientes para los consumos que tenemos”, aseguró Carro.
Agregó: “Estamos estudiando la composición del fertilizante para utilizarlos con nuestros proveedores de fruta y así poder cerrar nuestro ciclo productivo y transformarlo en un emprendimiento sostenible en el tiempo”.
El INTA explicó que el tan mentado biodigestor “se trata de un contenedor cerrado, hermético e impermeable que almacena material orgánico (excrementos de animales, desechos y restos de alimento), genera una fermentación anaeróbica que deriva en la producción de biogás y biofertilizantes”.
Este residuo orgánico que se descarga del biodigestor es un lodo semilíquido con propiedades fertilizantes, ya que que contiene nitrógeno, potasio, fósforo y otros micronutrientes esenciales para las plantas.
Zanovello reconoció que “la adopción de esta tecnología tiene beneficios desde el punto de vista ambiental y de la sustentabilidad” y, en este sentido explicó que “la inversión inicial se recupera bastante rápido porque reemplaza un gasto en energía que es cada vez mayor”.
“Además es posible fabricarlos, en la medida que uno tiene los materiales disponibles, y resolver, así, el pasivo económico y ambiental que supone el hecho de generar residuos y tener que gestionarlos”, añadió el técnico.