“Nace como una iniciativa local para circular esa producción que muchas veces es difícil sacar de la picada”, explica Paula Larotonda, productora integrante de la cooperativa Monte Nativa de El Soberbio, Misiones. “En 2019 se abre un pequeño local en el centro del pueblo para circular los productos desde allí y finalmente se conforma la cooperativa en 2020, momento en el cual nos mudamos a un local mejor adaptado a nuestras necesidades y donde aún hoy seguimos trabajando”.
La cooperativa nació de la mano de un grupo de productores y productoras que tenían la idea de vender la cosecha y sus productos (algunos con valor agregado, como los quesos) en el pueblo y a gente amiga y conocida de distintos lugares. Y es lógico que así sea porque en Misiones hay un camino productivo que se mantiene hasta hoy asociado a la agricultura familiar, así que en ese sentido, Monte Nativa intenta no solo adaptarse a esa historia agraria local sino fomentarla impulsando a los productores y productoras a mantener e incrementar la diversidad productiva apoyando la comercialización justa para sus alimentos y productos.
La comercialización la realizan por WhatsApp, en su nuestro local y a través de la tienda online. Sus clientes son diversos, desde nodos de consumo en otras provincias hasta negocios independientes o pequeños proyectos de reventa y consumidores finales. A la vez, el local también sirve para difundir el proyecto y ofrecer una alternativa a los turistas que están conociendo Misiones.
“Tenemos a Gentil que cría gallinas, animales varios y también es productor de quesos; a doña Petrona que en su chacra tiene un SAF (Sistema Agroforestal) donde se produce verduras de todo tipo como mandioca y hasta jengibre, cúrcuma y hierbas medicinales; la chacra de Matías y la de Lucas que están abocadas al cultivo de cúrcuma y otras chacras de productores que aún están empezando a incorporarse”, explica Paula. En total la cooperativa tiene 6,5 hectáreas, a lo que se suman las chacras de otros productores que son trabajadas por ellos mismos y a quienes se les compra su producción.
“Creo que la agroecología es tanto una forma productiva como vincular, así que para pensar en agroecología tendríamos que hablar de relaciones sociales hacia adentro del eje productivo así como en las otras esferas que conlleva el proceso (como el transporte, la comercialización a pequeña y gran escala, y la venta y relación los y las consumidoras”, reflexiona Paula. “En este sentido, creo que estamos construyendo agroecología, entendiéndose como un camino a la vez que como un paradigma de transformación hacia un comercio justo y saludable, pero aún queda mucho por hacer”.
Paula explica que en El Soberbio las circunstancias para hacer agroecología son complejas porque el monocultivo de tabaco está muy instalado en toda la provincia, lo que implica que la fumigación con distintos agroquímicos. “También hay una gran desigualdad social y problemas de salud pública, por eso mismo difundir otra manera de producir o bien recordarla colectivamente -porque los productores y productoras de la zona vivieron los tiempos antes de los fertilizantes y herbicidas actuales entonces tienen conocimiento y sobre todo saberes aplicados para producir sin ellos- es un camino lento pero seguro. En todas nuestras chacras producimos sin agroquímicos; algunos de nuestros socios y socias aún están en la transición así como tantas otras personas que se acercan con muchísimo interés”.
“Aquí en la selva las circunstancias son ideales para producir de esta forma pero también es cierto que gran parte de este ecosistema sufre una degradación como nunca antes había visto porque muchos suelos tras 4 o 5 años de monocultivo y fumigación están empobrecidos nutricionalmente, con un paisaje transformado, con menos aves, casi ningún animal ni bicho circundante y una temperatura mucho más elevada”, detalla.
“Pero también la selva conlleva dentro de sí la fuerza de una regeneración veloz: en los sistemas agroforestales que hemos aplicado hasta hoy basta ver la diferencia tras un solo año y ya se puede entender a lo que me refiero. Pasamos del rozado (tierra yerma, degradada) a una diversidad en el suelo que es emocionante, desde micelio de hongos, hasta bichos de todos los colores imaginables, humedad continua y altísima fertilidad para cultivar”.
-¿En qué consisten los sistemas agroforestales sucesionales que usan?
-Nace de una observación de los mecanismos de regeneración del monte. Interpretando esos mecanismos, se pudieron establecer principios que ayudan a que nuestras intervenciones puedan potenciar esos procesos regenerativos. A grandes rasgos la propuesta es asociar plantas según su necesidad de luz (estrato) y su ciclo de vida (sucesión) para garantizar un sistema diverso, denso y con constante incorporación de materia orgánica al suelo. De esta manera se hace un diseño y una planificación que contempla tanto las necesidades particulares del foco productivo (en nuestro caso jengibre, cúrcuma y yerba mate), como las necesidades para la regeneración del sistema.
-¿La cooperativa brinda capacitaciones sobre este tema?
-Sí y son un eje muy importante del proyecto. Algunos de nuestros compañeros y compañeras son capacitadores, también producen y trabajan la tierra. Queremos que estos sistemas agroforestales y forma de producir se expandan por todos los climas y territorios.