Sobre la meseta de Centenario, entre canteras, polvo y viento, un oasis verde con más de 80.000 árboles emerge. Se trata del emprendimiento de Praderas Neuquinas, una firma que, en medio de una zona ligada fuertemente a la producción energética, decidió apostar hace doce años a la producción de olivares.
“Este oasis nace de la iniciativa de hacer una plantación de alfalfa. Los estudios de suelo no dieron con esta compatibilidad, pero había otras opciones como plantar granada, vid u oliva. La granada no iba a resultar porque no somos fuertes consumidores. La vid requiere mucho cuidado en plantación y el olivo, en comparación, es un árbol muy noble que se adapta muy bien al terreno”, contó a Bichos de Campo Sol Antonela Lovera, sommelier y guía del olivar Praderas Neuquinas.
Fue así que entre 2006 y 2012 se inició con la colocación de plantines traídos de un vivero cercano, que actualmente crecen en una superficie de 70 hectáreas cercadas por álamos, algo clave para delimitar el cuadro y contener los fuertes vientos del lugar.
“Se estudio mucho la disposición del terreno porque no estamos en la ruta del olivo en Mendoza. El clima acá es bastante árido, el suelo es desértico y tenemos mucha meseta sedimentaria. Nuestras plantas aún son jóvenes y no están por lo tanto bien arraigas al terreno, por lo que toda la cosecha la realizamos en forma manual”, indicó Lovera.
Otro aspecto clave es el riego. Si bien las plantas requieren poco caudal de agua, acceder a ese recurso fue todo un desafío ya que la meseta carece de ella. Es por eso que la firma logró obtener una conexión proveniente del embalse Mari Menuco conectada a una planta potabilizadora.
¿Y cuáles son las variedades de olivas que se obtienen en el lugar? Nada menos que seis. Se tratan de la Arbonasa, la Arbequina, la Hojiblanca, la Picual, la Coratina y la Koroneiki, a partir de las cuales obtiene aceite de oliva virgen extra.
“Estas fueron las variedades que se adaptaron al terreno. En el momento en que se armó la alameda también se hizo el jardín varietal, donde tenemos plantas más grandes. Allí fue que se estudió si podían desarrollarse o no en este lugar”, dijo la sommelier.
El predio cuenta también con una sala equipada para el procesamiento y elaboración del aceite en el lugar, a partir de la cual obtiene aproximadamente unos 80.000 litros. La cosecha de olivas se realiza entre abril y junio, y el método productivo es un de centrifugado y no de prensado.
“Hay que tener en cuenta que del 100% de la oliva que obtenemos, el 50% es carozo, el 25% es agua y el otro 25% es aceite. Si sacamos 300 kilos de fruta, solo va a rendir 1/4 del total. Es muy poco todavía lo que tenemos pero las plantas van a ir incrementando su volumen de fruta. La mirada futurista es mucho más alentadora. Por ahora es un bebé que va creciendo”, sostuvo Lovera.
En cuando a los descartes de la producción, una gran parte se destina a productores porcinos de la zona. En paralelo, la firma ya se encuentra trabajando para desarrollar chips de biomasa que sirvan para producir energía.
-¿Qué desafíos implica tener una plantación así en una zona como esta?
-Lo que por ahí a todo el mundo le molesta, para nosotros es beneficioso. Hablo del viento. Acá eso nos permite tener un ambiente sumamente puro, rico y libre de cualquier tipo de amenaza. De hecho no usamos pesticidas en la planta ni ningún tipo de agroquímico, porque no ha llegado nada que amenace a los olivos. Todo lo que se le agrega son fertilizantes naturales a través del riego.
-¿Y desde el punto de vista de tener canteras lindantes que realizan extracciones? ¿Se produce algún tipo de desequilibrio en el ambiente?
-La verdad que no. Lo que si sucede es que tenemos un paisaje hermoso, donde hemos hecho avistaje de aves, y los ruidos –sobre todo aquellos del autódromo cuando hay turismo carretera- son molestos. Pero son cosas ajenas a nosotros.
-A la hora de emprender esto, ¿tuvieron que formarse de la mano de otras empresas productoras de La Rioja o Mendoza? ¿Necesitaron traer algo de know how específico?
-Y fue un poco de todo. Al no venir de generaciones de familias abocadas a esto, fue medio prueba y error esto y lo sigue siendo. Se trata de eso, se ir aprendiendo y de ir sacando lo que no sirve. Incorporamos conocimientos de acá y también del exterior, como es el caso de España donde hay muy buena producción. Si bien el Alto Valle se caracteriza por ser una zona de producción de peras y manzanas, se pueden hacer otras cosas como es el caso de los olivos acá.
-¿En dónde colocan sus productos?
-Por ahora nosotros tenemos muy poco volumen de producto como para hacer acceder a algún mercado de exportación. Abarcamos gran parte de la región, en especial los hoteles de Neuquén, Cipolletti, Plottier, Cinco Saltos y algún que otro restaurante. Tuvimos que esperar para sacar la primer tanda de aceite unos seis años asique es paciencia desde que se planta el primer olivo. Es prueba y error, sumar conocimientos, maquinaria, hacer podas. Es una montaña rusa.
-¿Planean a futuro escalar esto y tener más plantas?
-Ojalá que sí. Por el momento tenemos que esperar a estas plantas que son muy jóvenes. Apostamos a todo lo que es ahora Praderas Neuquinas.