Todo el mundo recuerda aquella escena de la película en la que, como fruto del desamor y la tristeza, el querible Forrest Gump se pone primero a caminar y luego a correr, recorriendo los Estados Unidos, de este a oeste y viceversa. Una pequeña multitud se pone a seguir sus pasos, que en realidad no tienen demasiada explicación ni sustento. Nadie sabe a ciencia cierta por qué corría Forest.
Distinto es el caso de Alejandro Brown, el biólogo radicado en Tucumán que hace más de veinte años creó la Fundación ProYungas, dedicada especialmente a intentar preservar ese ecosistema tan rico presente en varias provincias del norte argentino, que luego extendió sus trabajos a otros ambientes naturales del llamado Norte Grande.
Brown, una especie de Forrest Gump criollo, emprendió hace más de 100 días una caminata de oeste a este de la Argentina, en una travesía que bautizó “Capricornio”, porque va siguiendo ese paralelo. El viaje arrancó en mayo pasado en la localidad de Susques, en el límite con Chile, y lo ubicaba a Brown este viernes muy cerca del final, en la localidad de Colonia Aurora, en Misiones. Este caminante no convocó a grandes multitudes pero sí recogió muestras de solidaridad y de apoyo en cada una de las localidades que pisó. Sucede que este biólogo parece tener claro el objetivo que guía sus pasos, que es mostrar (“visibilizar” se dice ahora) el gran potencial del Norte Grande, tanto en materia ambiental, como productiva, como cultural, como turística.
Su diario de viaje, día por día, puede ser consultado en este vínculo.
El programa Colonia Agropecuaria entrevistó al fundador de Pro Yungas, que espera cerrar esta larga travesía el próximo 16 de septiembre en Iguazú, en la frontera con Brasil Y Paraguay.
-Hola Alejandro, ¿cómo estás? ¿Dónde estás ahora?
-Estoy en un pequeño lugar que se llama El Progreso, entre Colonia Aurora y Colonia Alicia, acá en Misiones, en la frontera con Brasil, muy cerquita del río Uruguay.
-¿Estás cerca de terminar la caminata, la travesía?
-Y me queda poco tiempo. Ya pasaron como tres meses y medio, me queda un mes, ya me está empezando a dar nostalgia, pero el 16 de septiembre calculamos que ya estamos en Cataratas. Ahí termina esto.
-¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué empezaste a caminar?
-Mira, en forma informal tengo que decir que lo he hecho primero porque tenía ganas. Porque sin ganas no hay objetivo importante que podríamos haber realizado. La idea formal es, y queríamos llamar la atención sobre el Norte Grande. Y la verdad, en esta vorágine de noticias, a veces es difícil llamar la atención. Y 3.000 kilómetros llaman la atención, y eso es lo que queríamos.
-¿Pero lo disfrutaste?
-Por supuesto, obviamente. Hay de todo. Ha habido momentos, no difíciles porque la verdad es que no lo hubo, pero de demanda corporal importante. Porque antes ya he caminado más de 1.000 kilómetros y he hecho en bote más de 1.400. Esta travesía va a terminar siendo mitad y mitad. Así que yo debo estar en 1.200 kilómetros caminados. En Jujuy lo hicimos sobre montañas muy altas, a más de 4.000 metros. Cada lugar ha tenido lo suyo, pero muy llevadero y muy agradable. Y yo diría muy inspirador, que también uno busca eso.
-¿Y lograste llamar la atención respecto de lo que vos llamás Norte Grande? ¿Qué es el Norte Grande?
-El Norte Grande son las 10 provincias del norte de Argentina. Yo diría que es una región a veces bastante marginal desde la mirada céntrica de nuestro país. Pero es un área que se caracteriza porque tiene una muy alta diversidad ambiental, muy alta diversidad étnica y muy alta diversidad productiva. La verdad que cuando uno mira el país en forma estratégica hacia el futuro, yo creo que el Norte Grande puede ser una gran oportunidad para el país o un cinturón de plomo, de acuerdo a cómo lo manejemos.
-¿Y en qué cambiaría de una cosa a la otra?
-Mira, básicamente el 90% de la expansión agropecuaria hoy está en el Norte Grande. Y bueno, las demandas ambientales y sociales globales cada vez se van imponiendo con más fuerza. Y yo creo eso para la Argentina es una oportunidad, no es una desgracia, ni mucho menos. Simplemente que tenemos que reaccionar como oportunidad, porque… en ese sentido el Norte Grande tiene mucho para mostrar. Acá se produce una cantidad de cosas de muy alta valoración global, pero también se conserva la naturaleza. Es decir, la producción es parte de la solución de conservar la naturaleza. Y eso es lo que uno va visualizando a lo ancho del Norte Grande de la Argentina. La travesía de alguna manera fue transcurriendo permanentemente sobre eso.
-Es cierto que la frontera agrícola crece, se desmonta bastante para agricultura, bastante para ganadería, hay que poner un coto… Pero vos decís que no es una desgracia, no es un problema, que es una oportunidad. ¿Por qué? ¿Cómo resolverías eso que parece ser un conflicto en principio?
-Lo que pasa es que me parece que a veces los argentinos actuamos demasiado con cola de paja, ¿no? Y a veces no queremos reconocer las cosas obvias, como por ejemplo que el sector productivo se está haciendo cargo de conservar mucha naturaleza en la Argentina. Y eso es un valor que tenemos que hacerlo visible. Y eso es lo que buscamos, entre otras cosas, con la travesía Capricornio: es hacer visible estos valores que están inmersos en los sistemas productivos de nuestro Norte. Por supuesto que eso pasa también en otras partes del país, simplemente que ahora estoy hablando del Norte Grande.
-¿Qué fue lo más alarmante en materia ambiental que viste entonces en este recorrido por tantas provincias del Norte? ¿Qué te hizo pensar acá estamos haciendo macanas?
-Mirá, la verdad que pensar que son casi 3.000 kilómetros de todo el Norte, no he visto situaciones de ese tipo. Es decir, no he visto situaciones alarmantes. Yo creo que a veces, me parece que estamos como insuflando demasiado a veces esas alarmas o esas sensaciones de que está todo mal. Y la verdad que vos caminás desde Susques, en la frontera con Chile, hasta las Cataratas, y lo único que veo en general es una armonía importante entre la actividad productiva y la presencia de la naturaleza. No veo cosas alarmantes. Lo que veo alarmante es la pobreza en muchas partes. Eso sí, no es que me llame la atención porque ya lo conozco, pero la verdad que eso sí es una gran deuda que tenemos. El Norte Grande es tanta riqueza natural y productiva, pero también tanta marginalidad.
-¿Incluso con la minería estableces esta situación?
-La verdad que desde Proyungas con el tema de la minería hasta ahora no nos habíamos metido, pero ya empezamos a meternos un poco con el tema del litio, y también lo vemos como una oportunidad. Se ha metido en la cabeza de mucha gente que el problema es el agua, y sin duda el problema es el agua en una región donde casi no llueve nada como el altiplano. Pero ahí también tenemos que buscar soluciones, porque mucha del agua que de repente las comunidades consumen es un agua con problemas de toxicidad importantes, y es la que están consumiendo, y eso se podría solucionar. Es decir, las comunidades podrían tener, a partir de la actividad minera, oportunidades de agua de calidad para su consumo. A veces están defendiendo el agua que no es de calidad.
-¿Qué es lo más lindo que viste? Como modelo de armonía, lo deseable…
-Yo lo conocía de antes, pero creo que en este viaje, mi pensamiento se detuvo mucho en los esteros de Iberá. Tanto que se habla incluso del tema humedales. Los esteros de Iberá son un área protegida provincial de 1.300.000 hectáreas, de las cuales 600.000 son dominio público y 700.000 son propiedades privadas. Y la verdad que me llamó poderosamente y positivamente la atención cómo el gobierno provincial supo articular con el gobierno nacional, con un montón de municipios y con los productores locales y con organizaciones de la sociedad civil locales, para poner en valor y darle un empuje al Iberá como pocos lugares en el norte tienen. La verdad que el ejemplo de Corrientes son los esteros de Iberá.
-¿Lo más rico que comiste?
-Lo que más rico que comí fue el Pacú Arrocero en Las Palmas, en Chaco. Nosotros combinamos con el dueño de ese emprendimiento que hace arroz y pacú, y le dijimos, vamos a desembarcar en Puerto de las Palmas y esperamos un almuerzo con pacú. Y así fue. Y la verdad que es un pacú increíble.
-Y esa es otra demostración que se puede hacer, producir y cuidando la naturaleza y el entorno.
-Es que el propio sistema productivo es un mosaico de distintas situaciones ambientales que van rotando permanentemente, en donde hay mucha biodiversidad asociada con ese esquema productivo. Además de temas más inherentes a la producción, como manejar el control de maleza con el nivel del agua, más que con agroquímicos, usando el pacú para el control de moluscos que afectan la producción de arroz. La verdad que me pareció sumamente interesante. Además de que es riquísimo el pacú, me pareció un modelo productivo realmente para ponerlo en el tapete y mostrarlo con más fuerza.
-Hace mucho tiempo que ProYungas viene tratando de establecer una agenda ambiental y productiva, tendiendo puentes entre lo que parece ser irreconciliable. Ustedes han logrado compromisos de muchas empresas agropecuarias con el Programa Paisaje Productivo Protegido (PPP). ¿Cómo sigue después de la travesía? ¿Qué vas a tratar de articular a partir de esta caminata tan extensa?
-En principio va a haber que hacer una lectura del impacto de la travesía. Vos me preguntabas hace un rato si esa visualización la habíamos logrado. Bueno, a veces no es tan sencillo medir, pero te diría que así como estamos teniendo en este momento esta entrevista, hemos tenido más de 70 entrevistas en estos tres meses y medio de distintos medios, así que creo que en parte hemos contribuido a esa visualización. Terminamos la travesía con un seminario en Puerto Iguazú sobre el corredor ecoturístico Capricornio. Nos gustaría que así como en la Argentina es famosa la Ruta 40, transformemos una nueva ruta que es la ruta del Capricornio en el norte, donde podamos mostrar eso, la articulación entre la naturaleza, la producción y la diversidad social. En cuanto a nuestro programa PPP, que hoy está concentrado en el norte grande, fundamentalmente tenemos ya la posibilidad de ampliarlo al resto del país, así como ya lo venimos trabajando en Chile, Bolivia, Paraguay y ojalá pronto Uruguay. Queremos también empezar en Patagonia, Cuyo y quizás, por qué no, en la zona central de la Argentina. Creo que hay muchas oportunidades de Argentina demostrar esa alianza positiva entre producir y conservar la naturaleza. Tenemos que hacerlo visible, eso es parte de una estrategia que el país debería tener hacia afuera.
-¿Notás que el país políticamente tiene esa discusión o es algo que la clase política se debe?
-Yo creo que la discusión como tal no la tiene, lo que hay son preconceptos. Me parece que hoy se está tratando de imponer la idea de que la cuestión ambiental es un freno a la producción, y eso es falso. Más que falso, yo diría que es un error, pero en parte es culpa del ambientalismo también, que muchas veces se manifestó como un freno a la producción. Argentina tiene que producir más, tenemos que sacar mucha gente de la pobreza, tenemos que generar más empleo, y eso también tiene que significar más y mejor conservación de la naturaleza. Podemos hacerlo, es una posibilidad, no es una cosa o la otra, las dos van juntas y eso nos asegura una mejor ubicación de nuestros productos en el mundo y también una mejor calidad de vida. Así que creo que ese es el horizonte. Hay que hacerles llegar al gobierno actual la idea de que lo ambiental no está para frenar la producción, todo lo contrario.
Luego de la despedida, Brown continuó caminando.