Fina Estampa se ubica Udaquiola, un pueblo de 90 habitantes en el partido de Ayacucho, provincia de Buenos Aires, y es un emprendimiento de turismo rural que propone, “una experiencia muy sencilla y a la vez cautivante”.
“La caminata termina donde comienza, en el patio de nuestra casa”, dice Trini, la creadora del emprendimiento junto a César, Victorio (de 15) y Florencia (de 7). “Ahí en el patio lleno de plantitas y rincones para descansar, los visitantes ven la quinta, se sientan y continúan la experiencia al aire libre, bajo las plantas y comiendo bocaditos, picadas, panes caseros, conservas y dulces. Nuestro próximo objetivo es poder tener un pequeño espacio extra a la casa para brindar alojamiento”.
Trini es de Ayacucho y a los 18 años se fue a estudiar Administración Gastronómica a la Capital, donde vivió y trabajó por 9 años. Fina Estampa nació en 2017 de la mezcla entre su profesión de chef y las vueltas de la vida que la trajeron de retorno al pago. Al principio de su regreso tuvo un restaurante durante 5 años, luego se separó y surgió la oportunidad de ir a vivir al campo, algo que ella nunca había experimentado antes.
“Por ahora somos el primer emprendimiento de turismo rural del lugar. Incluso cuesta mucho que los habitantes de toda la vida de la zona entiendan esto como una forma más de generar ingresos, que de hecho lo es. Estas comunidades pequeñas suelen ser tradicionales en sus formas y en nuestra región todavía no se ha instalado ni desarrollado el término, la filosofía ni la cultura del turismo rural”, reflexiona. “Creo que somos impulsores y estamos sumando artesanos y productores a la venta cuando llegan las visitas”.
Si bien el turismo no es el principal ingreso de la familia, lo que se gana complementa y ayuda. En los últimos tres años han recibido diferentes tipos de visitantes y de todas las edades, desde familias con bebés y chicos pequeños, pasando por grupos de mujeres solas u hombres solos oriundos tanto de Ayacucho (están a 75 kilómetros) como de CABA, Gran Buenos Aires y La Plata.
“La gente que viene de la ciudad disfruta del silencio, de tirarse en el pasto, de la nada misma, del poco movimiento de gente, de sacar y sacarse fotos en la huerta, en los caminos rurales y en el monte tanto de día como de noche, ya que tenemos la suerte de tener los cielos con menos contaminación lumínica de la provincia de Buenos Aires, lo cual también atrae a los amantes de la fotografía nocturna”, cuenta Trini.
“Nos involucramos con cada uno de nuestros visitantes y eso grato para ellos y para nosotros, quizá porque les abrimos la puerta de nuestra casa y nuestra familia y eso se aprecia mucho. Las visitas a Fina Estampa se realizan previo aviso y tratamos de armarles la propuesta a cada uno a su gusto, es totalmente personalizado”, añade.
En relación a esta época de coronavirus, Trinidad cuenta que su temporada fuerte va desde septiembre hasta abril, por lo tanto están aprovechando estos meses de no salir preparando todo para cuando la cuarentena termine (y tienen mucho para hacer).
“Siempre hemos realizado la decoración y la ambientación del patio nosotros, así que nos sentimos bastante dentro de la normalidad, dándole mucha visibilidad a Fina Estampa y haciendo publicidad en las redes, cosa que me lleva mucho tiempo y me encanta. Al día de hoy tenemos muchas preguntas de interesados, lo cual nos hace muy felices y mientras tanto hacemos dulces y conservas, vendemos en la zona panes caseros, saborizados, pizzas y alfajores; se trabaja mucho y lindo. Tranquilos”.
Trini destaca que otra cosa que sorprende al visitante es la libertad con la que pueden moverse, el hecho de dormir con puertas sin llave y de estar menos tentados por el consumo. “Creo que la idea de campo que llega a las grandes ciudades a través de algunos medios a veces se romantiza y cuando vienen notan que nuestra realidad también tiene grises, como todo. Por eso me encanta que ustedes (la prensa) muestren el interior real: es un acompañamiento muy necesario. Es hacernos visibles sin filtros”.
La foto de la nota es de mi amigo José fabro, como dice la nota el cielo de Udaquiola es el más cercano con menos contaminación lumínica de Buenos Aires, por eso fuimos con nuestros equipos, las cámaras de fotografía y el telescopio de 300mm de fabricación casera, con el que se pueden ver objetos del espacio profundo como galaxias, nebulosas y cúmulos de estrellas, que en un cielo como el de Udaquiola se pueden apreciar mucho mejor los detalles.
La atención de fina estampa su amabilidad, lo rico de sus comidas y el cielo de Udaquiola hacen aún más grandes las ganas de volver.