En Rosario, donde está el corazón o nodo central del sistema de exportación de productos agrícolas argentino, el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, anunció que dentro de algunos años las empresas privadas que lo deseen podrán tener su propio tren y trasladar su mercadería a través del llamado sistema Open Access, o lo que es decir el acceso abierta a un sistema de vías que hasta ahora es controlado por un solo operador.
Dietrich hizo el anuncio en la Bolsa de Comercio de Rosario, como primer paso en el proceso de implementación del nuevo sistema en diferentes etapas. Primero hay que llevar a cabo ciertas reformas institucionales necesarias en el sistema (nueva normativa técnica, arbitrajes, control de tráfico, regulación de servicios y peajes, entre otros puntos), luego habrá que esperar un avance progresivo de las inversiones en la red de cargas y finalmente la progresiva transición y migración hacia la operación abierta se espera recién para 2023.
Paciencia entonces, que faltan solo cinco años. No es tanto si se piensa que desde principios de los noventa el sistema ferroviario de cargas es una porquería. Fue cuando Carlos Saul Menem lanzó su fatídica frase “ramal que para ramal que cierra” y privatizó todo lo que encontró delante de sus narices. Desde entonces, la incidencia de los trenes de carga en el transporte de mercaderías es insignificante.
Según datos de la Bolsa de Comercio de Rosario, que es la entidad que más fuerza ha hecho por el regreso del tren de carga todos estos años de invierno (párrafo aparte para recordar aquí el economista Rogelio Pontón), en 2015 se transportaron sobre vías solo 18,4 millones de toneladas, de todo tipo de cargas. Con el nuevo sistema de operación, según dijo Dietrich, se proyecta quintuplicar ese volumen, llevando la capacidad del sistema a 97,9 millones de toneladas.
Tranquilos, que no solo serán granos. Este plan ferroviario está muy enganchado a lo que se supone sucederá con el yacimiento neuquino de Vaca Muerta.
El ministro de Transporte dijo que a la par de avanzar hacia una liberalización de las vías, habrá una inversión total de 8.800 millones de dólares en el sistema ferroviario de cargas, para renovar un total de 9.850 kilómetros de vías, generando 70.000 empleos directos. Argentina potencia.
En el acto, el presidente de la Bolsa de Rosario, Alberto Padoán, quien manifestó el pleno apoyo del sector agrícola al sistema de open access. “Estamos muy conformes. Creemos que es la manera de mejorar la competitividad de los sectores productivos primarios, agropecuarios y agroindustriales, que están alejados de la zona de los puertos, como los del NOA y NEA”, reflexionó.
En ese sentido, Padóan puso un ejemplo dramático. “Un productor agropecuario de una zona cercana a la ciudad de Tucumán, a 830 km del Gran Rosario, en la actualidad paga por trasladar en camión sus granos a los puertos y fábricas de la región 7 centavos de dólar la tn/km. Con el nuevo sistema ferroviario debería pagar una cifra cercana a los 4 centavos de U$S la tn/Km.. Esto implicaría un ahorro de costos de flete de 23 dólares aproximadamente por cada tonelada transportada, según estudios de nuestra institución”.
Y agregó: “Esos 23 U$S/tn representan una mejora 19% en el precio que hoy le pagan por el maíz neto del flete camionero. En soja esa mejora es del 10% y en trigo del 12%”.
Suficiente razón como para pedir que se haga cualquier cosa con los ferrocarriles. Pero que algo se haga.
El sistema de acceso abierto se implementó exitosamente en otros países como Australia, Alemania y el Reino Unido, donde luego de la puesta en marcha del nuevo mecanismo la participación del ferrocarril en el volumen total de cargas transportadas se incrementó en un 5% en los dos primeros países y en un 4% en el segundo; mientras que al mismo tiempo se redujeron las tarifas por el servicio en un 36, 13 y 3% respectivamente para cada país.
Veremos qué sucede aquí. Siempre hay tiempo para ilusionarse. Y también para el desengaño.