Tomás Ayerza (53) nació en Buenos Aires en el seno de una familia dedicada a la producción agropecuaria. Estudiaba agronomía en la UCA, cuando llegó Cristina Goodall, proveniente de Tierra del Fuego, a estudiar Licenciatura en Economía Agraria. Ella además ingresó a trabajar en la sección de ovinos en la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación.
Cristina provenía de una familia agropecuaria descendiente de los Bridges, que fueron los primeros extranjeros en asentarse en 1871 en la Tierra del Fuego. Fue el Reverendo Thomas Bridges el tercero en llegar desde Malvinas, porque antes habían llegado dos misioneros anglicanos que no lograron asentarse. Se adaptó muy bien entre los nativos, los protegió, y su hijo Lucas escribió el libro “El último confín de la tierra”, donde rescata mucho de la lengua y las costumbres de los aborígenes Yámanas o Yaganes.
Al recordar esa historia, Tomás aclara que los nativos del norte de la isla se llamaban a sí mismos Shelk’nam. Y los nativos del sur del canal de Beagle se llamaban a sí mismos Yaganes. Pero éstos llamaban Onas a los Shelk’nam. Y estos últimos llamaban Yámanas a los Yaganes. El libro de Lucas es hoy una fuente cultural insoslayable. Para que continuaran con su labor proteccionista recibieron tierras del General Roca. En la isla sólo quedaron Bridges por línea materna. Una de ellas, Clarita, abuela de Cristina, se casó con el ingeniero en frío John Goodall, quien fue a trabajar al frigorífico de Río Grande y luego introdujo las truchas en la isla, que hoy son un atractivo turístico.
Como sea, Tomás y Cristina se conocieron y se pusieron de novios. Recuerda Tomás que apenas había visto dos veces a su suegro y éste le propuso ir a trabajar a su campo fueguino. En 1995 marchó entonces hacia la estancia Viamonte, que pertenecía a sus suegros, mientras Cristina debió quedarse en Buenos Aires un año más por su trabajo. Ella, junto a dos jóvenes compañeras, gestó en esa época el “ProLana”, un acertado programa estatal que sigue vigente.
Tomás relata su llegada: “Me vine en octubre, antes de que comenzara la esquila y fue ese el año de la gran nevada. La salida del invierno fue fatal, con animales flacos y una enorme mortandad. Como dijera una amiga: una buena época para venir, porque luego, nada podría ser peor que ese año, y todo lo que viniera en el futuro, siempre sería mejor”.
La estancia Viamonte se ubica a 40 kilómetros al sur de Río Grande. Había sido fundada por Lucas Bridges en 1902. Hoy cuenta con una extensión de 40.600 hectáreas y está emplazada en la zona del ‘ecotono’, que es la transición entre la estepa magallánica y el bosque fueguino. Se ubica a 2882 kilómetros de la Capital Federal y la Ruta 3 la atraviesa a lo largo. Posee 20 kilómetros de costa y el 50 % de sus tierras está poblado de bosques de Ñire.
En 1996 Cristina regresó a su estancia familiar y se casó con Tomás. Tuvieron 6 hijos varones. Poco a poco los padres de Cristina los fueron dejando a cargo de la estancia. Actualmente se dedican a la cría de ovinos de raza Merino Multipropósito (MPM) -porque se aprovecha su carne y sus finas lanas- luego de años de criar ovinos Corriedale, los cuales también son de doble propósito pero con lanas más gruesas.
Aclara Tomás que en 1995 esquilaron 21.000 ovejas y actualmente apenas esquilan 5.000, debido a que hace más de 25 años, junto con el crecimiento poblacional de la provincia, comenzó el problema del “perro asilvestrado”. Se trata de perros que en su origen fueron domésticos y que por descuido de sus dueños volvieron a su estado silvestre, a criarse en estado salvaje, devastando “piños” (majadas) enteros y castigando a la población natural de los guanacos.
Es notable que a comienzos del siglo pasado la producción de ovinos en la isla era de 1 millón de cabezas y hoy quedan menos de 300.000. El ovino está desapareciendo rápidamente de todos los establecimientos al sur del Rio Grande, y actualmente ellos son los productores de ovinos más australes del continente y del mundo. Es una producción que se niegan a abandonar, no sólo porque es rentable, sino porque los identifica desde sus orígenes.
Hoy cuentan con 11 perros guardianes, de razas Maremmano, Pastor y Mastín de los Pirineos, que viven entre las 5000 ovejas. Gracias a éstos, a las guardias permanentes del personal, colocando trampas y demás artes de cacería, han logrado disminuir la caída en la producción, aunque nada está asegurado, dice Tomás.
Ante la caída en la producción de la lana y de la carne ovina hoy se están convirtiendo cada vez más hacia la producción de ganado vacuno. Poseen un lote de más de 1500 vacas madres de raza Hereford, en ciclo completo de cría y recría, con sistema holístico. Venden cerca de 900 cabezas de novillo/vaquilla al mercado local y al patagónico, de carne en general. La isla está libre de tuberculosis, brucelosis, aftosa y de todas las enfermedades venéreas, gracias a las distintas restricciones del ingreso de animales en pie, por lo que la provincia goza de un status sanitario de excepción.
Pero cuenta Tomás que, como dato negativo, se encuentran “aislados”, en varios sentidos, ya que, para poder comercializar sus productos de lana y carne en el continente, deben pasar por dos pasos fronterizos: uno, el de San Sebastián, en el límite con Chile, en la isla; y otro, en Monte Aymond, al sur de Río Gallegos. Para ello deben hacer despachos de aduana para poder “exportar sus productos a su propio país”, ironiza Tomás.
Lo que celebra es que desde 2021 forman parte, junto a otros productores, del Grupo CREA más austral de Argentina, que les resulta ser una “herramienta” de actualización y desarrollo muy útil y beneficiosa.
Últimamente están dedicándose también a algunas producciones orgánicas, especialmente de ajos para obtener ajo semilla y una parte se destina para la producción de “ajo negro”. Cristina es quien tomó la posta de la huerta familiar, que ya tiene 80 años, porque tiene una gran habilidad para ello. Justo llegó una mujer que conocía sus propiedades y su modo de cultivo, y le dio a Cristina el empujón que le faltaba para hacer la prueba. El ajo negro es un superalimento exclusivo y de altísima calidad, dulce y delicioso, un producto gourmet que por ahora están comercializando en restoranes de Ushuaia, junto a los silvestres “espárragos de mar” o salicornia, que cosechan 5 veces al año.
También nos detalló Tomás: “Obtenemos certificación orgánica para los productos de la huerta y para la producción de pasto para rollos con el que alimentamos nuestros terneros en invierno. Así como también nos ocupamos de “RWS” (Responsable Wool Standards) y del Bienestar Animal, además de tener una producción sustentable a través del ‘manejo holístico’”.
“En 2019 instalamos un total de 28 paneles solares y fuimos el primer establecimiento de Argentina en poder hacer la esquila completa con luz solar, tanto en la prensa como en las manijas de esquila. La energía solar nos permite tener luz y comunicaciones las 24 horas, incluso para las máquinas fermentadoras de ajos, freezers, cepilladoras de madera, soldadoras y demás artefactos domésticos y de trabajo. Estudios de relevamiento de suelos hechos por el Estado nos anoticiaron de estar sobre una ‘gran burbuja de gas’, por lo que hoy contamos con pozos gasíferos en la estancia, explotados por YPF. Gracias a la energía solar y a la red de gas natural podemos llevar buenos estándares de calidad de vida y desarrollar casi cualquier emprendimiento”, agrega.
Cristina, además se ocupa de domar los caballos –tienen unos 80 salvajes- y del alojamiento de huéspedes en verano, lo que les permite mantener el gran casco de la estancia. Sus hijos cuando regresan de la universidad, en verano, trabajan y viven a la par de los peones del campo, aprendiendo los oficios desde lo más básico. “Además, tenemos como lema que ‘Nuestra Tradición es Innovar’ y seguimos el ejemplo de nuestros mayores: no podemos ni debemos quedarnos de brazos cruzados”, concluye Tomás, quien tiene su espalda y rodillas con clavos ortopédicos, debido a la ruda vida que llevó, sobre todo, cuando la hacienda no estaba domesticada.
Agradecemos a la familia Bridges por habernos permitido usar las fotografías de su archivo. Tomás declara que su amor a Cristina sigue intacto desde hace 26 años y a ella le quiso dedicar una canción de amor de Jorge Rojas, cantada por primos de Tomás: “Cómo vivo sin ti”, en las voces de Mercedes y Patricio Bustillo, junto al gran guitarrista Juan Martín Flores.
Muy bueno lo que ha en estis chicos, es una legendaria familia que hoy siguen adelante los descendientes de Bridges, soy amigo de don Adrián Goodall papá de Cristina y realmente son personas, primero muy honestas pero muy trabajadoras, se merecen premiarse su esfuerzo. Un abrazo a todis ellos.
Felicitaciones a los 8 q llevan adelante semejante emprendimiento. Orgullosa de estos Argentinos. Gracias gracias por marcarnos huellas a imitar.!!