Llegó sola, 48 años atrás, y de ahí no se movió. Bueno “sola” es una forma romántica de decirlo porque lo cierto es que se trajo de su Curuzú natal a sus 5 hijos y aquí (ya diremos dónde) la esperaba el marido que había venido tiempo atrás a buscar trabajo. Pero el viaje y muchos días ya en la casa, fueron sola con todo.
Ignacia llegó al pueblo de Bocayuva (hoy 150 habitantes), partido de Pellegrini, Provincia de Buenos Aires, con sus hijos y un “colchoncito de oveja”. Una de las primeras cosas que hizo fue levantarle un altar al Gauchito Gil como una forma de traer un poco de su Corrientes porá: “El Gauchito me ha dado muchas cosas y yo lo quería tener cerca, era como traerme parte de mi tierra”, cuenta, mientras recorremos el altar que refulge de rojo y cuyas banderas (también rojas) se mueven fuerte con el viento que ha empezado a soplar.
Otro de los elementos de su tierra vive en unas macetas que Ignacia ha transformado en “acuáticas” para tener sus camalotes. “Son tan bellas sus flores”, dice, y en principio esa planta tan de estero correntino resulta desconcertante en el árido ambiente del oeste bonaerense donde la tierra vuela y hay que tener los ojos siempre entrecerrados. Y justamente por eso, estos camalotes son como un descanso del calor y del sol… y se agradecen.
Hoy, que sus hijos ya son grandes, junto a su nuera Diana, Ignacia tiene armado un lugar para recibir turistas, dar de comer a todo el que lo necesite y hacer peñas con baile donde nunca faltará el chamamé (el piso es perfeeeecccto para bailar); ya están armando el cartel que pondrán en la ruta anunciando todos los servicios que ofrecen “para que todo el que pase, sepa”, dicen las dos.
La casa y la propuesta de Ignacia y Diana existen desde hace tiempo y ahora se está potenciando por la iniciativa del municipio de Pellegrini de impulsar el turismo en la región. En Bocayuva se está armando un circuito pensado para que el visitante recorra la estación de tren como museo y los corrales donde otrora se juntaba el ganado que se cargaba en los vagones para ir a Buenos Aires.
“Creemos que hay mucho para poner en valor, que hay una historia que merece ser recuperada y narrada, y que forma parte del circuito para el turismo”, resume Carlos “Pelusa” Hund, asesor de Cultura de Pellegrini, mientras caminamos por el pueblo.
Luego de visitar la capilla de Fátima (donde hay toda una historia para contar, lo que incluye un milagro y unos bellos mosaicos portugueses) con Pelusa vamos a una plaza donde hay una obra de arte confeccionada en chapa por una artista local que también es bombero (ya vendrá nota sobre ella) que homenajea a Juanita Bordoy.
¿Quién es Juanita? La famosa asistente de la cocinera Petrona C. de Gandulfo. ¿Y por qué un homenaje? No sólo por haber nacido en Bocayuva sino por “por haber puesto en valor el arte de la colaboración”, dice la obra. Y justamente eso, la colaboración, es lo que ponen en práctica Ignacia y Diana, suegra y nuera que son lo contrario a lo que muestran los chistes populares acerca de ese tipo de relación. Estas dos mujeres conviven, se quieren, se llevan bien y trabajan juntas para su propia familia y también para el pueblo, para que tenga más vida.
“Me casé a los 18 y con mi marido fuimos puesteros durante 15 años, donde tuvimos a nuestros hijos. Luego trabajé en un hogar de ancianos y mi marido como camionero, nos compramos un terreno en Bocayuva y armamos nosotros nuestra casa, acá cerca de lo de mi suegra, con la idea de hacer algo juntas”, afirma Diana de un tirón, con una gran sonrisa y un gran caudal de energía que resulta contagioso y como si ya quisiera salir a seguir haciendo cosas. “Hice cursos de manipulación de alimentos y estoy terminando el secundario de noche. En mi casa, como siempre hice, tengo huerta, patos y gallinas y acá ya tenemos todo listo para recibir gente, siempre tenemos un plato comida para el que llega”.
Ignacia asiente y confirma lo que dice su nuera mientras nos sirve una porción de flan con dulce y asegura que siempre tiene algo de sopa correntina para ofrecer (como la paraguaya pero con carne). “Este lugar tiene payé”, dice con una sonrisa pícara y algo debe haber porque dan ganas de quedarse un buen rato más.
Hermosa historia, este pais está llena de gente que puso lo mejor de si, para llegar a dónde llegó , en mi época de viajante visitaba esa zona de Pellegrini , hermosos recuerdos , tengo ganas de volver a recorrer todos esos lugares , fueron muchos años , gracias por hacerme revivir una hermosa época.