Hoy el precio de uno de los contratos de futuros de soja en el mercado estadounidense CME Group (Chicago) registró el valor, en términos nominales, más elevado de la última década y, debido a la multiplicidad de variables en juego, vamos a tomarnos todo el tiempo que sea necesario para explicar la naturaleza del fenómeno.
En primer lugar es necesario aclarar que el precio que “reventó” hoy en el CME es el correspondiente a la cosecha “vieja” estadounidense (2021/22), dado que –tal como se adelantó Bichos de Campo dos meses atrás– el panorama de la soja disponible en EE.UU. es explosivo porque, faltando casi tres meses para el ingreso de la nueva cosecha 2022/23, EE.UU. se quedó sin saldo exportable y tiene un nivel de reservas mínimo.
El último dato publicado por el USDA indica que EE.UU. ya comprometió comercialmente el 103% de la oferta exportable de soja estimada por ese mismo organismo para el presente ciclo 2021/22, lo que indica que comenzó a “comerse” su escaso stock interno del poroto (calculado en 6,3 millones de toneladas de soja en el último informe mensual del USDA, cifra que será ajustada a la baja en los próximos días).
Pero si observamos los precios de los futuros de soja estadounidense posteriores al mes de septiembre de 2022, cuando se levanta en EE.UU. la nueva cosecha, entonces es posible advertir que los valores del poroto son mucho más bajos que los actuales.
Sin embargo, los precios de la soja “nueva” estadounidense subieron, bastante menos que los de la soja “vieja”, pero subieron al fin en una jornada en la que cayeron con fuerza los futuros de aceite de soja (insumo base del biodiésel) arrastrados por las bajas experimentadas por las cotizaciones internacionales del petróleo.
Buena parte de eso se explica porque China está adelantando de manera frenética compras de soja estadounidense 2022/23 y eso no tiene mucho sentido en términos comerciales a menos –tal como también advirtió Bichos de Campo en su momento– que se esté preparando para un conflicto bélico a escala global.
Así como, de alguna manera, el Partido Comunista Chino logró anticiparse al escenario geopolítico presente a partir de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, quizás se está preparando para otro evento mundial de alto impacto (¿una invasión a Taiwán por parte de China?).
US arms sales to Taiwan region has gravely undermined China’s sovereignty, security interests, peace & stability across Taiwan Strait, said China’s National Defense Ministry on Thu, warning PLA’s robust measures will smash external intervention and Taiwan secessionist forces. pic.twitter.com/H08YA9xYFW
— Global Times (@globaltimesnews) June 9, 2022
Es decir: es probable que la “buena noticia” de la aceleración de la compra china de soja estadounidense quizás no sea tan buena en el mediano plazo.
By June 2, U.S. exporters had sold a record 12.7 million tonnes (467 mbu) of #soybeans for shipment in 2022/23 starting Sept. 1. That covers 21% of USDA's full-year export projection. 60% of the sales are to #China, 26% to unknown destinations. pic.twitter.com/aJwK1PTlRn
— Karen Braun (@kannbwx) June 9, 2022
Existe un dato que no puede dejar de llamarlos la atención: a pesar de la fuerte caída experimentada hoy por el aceite de soja en el CME Group, los futuros de harina de soja subieron bastante. Y aquí existen dos factores que explican ese fenómeno.
El primero, por el lado de la demanda, es la aparición –por segundo año consecutivo– de las importaciones de harina de soja por parte de India, un “jugador” no tradicional que, por su peso específico, va camino a generar un cambio sustancial en el mercado global de la oleaginosa.
El segundo es que el mayor exportador de harina de soja del mundo, Argentina, enfrenta serias restricciones de competitividad –en el marco de una severa crisis económica– que dificulta los embarques del producto.
En condiciones normales, entre junio y agosto de cada año Argentina embarca no menos de 2,50 millones de toneladas de harina de soja por mes. Pero los últimos datos oficiales indican que en el presente mes de junio se registraron exportaciones del producto por 2,08 millones de toneladas, mientras que julio esa cifra es de 796.900 toneladas y en agosto apenas se inscribieron 125.000.
Poco antes de la cosecha, en marzo pasado, el gobierno argentino, angurriento por recursos fiscales, incrementó los derechos de exportación de las exportaciones de harina y aceite de soja para deteriorar los márgenes de la industria aceitera local, que es, paradójicamente, la principal generadora de divisas en un momento en el cual la nación sudamericana no cuenta con acceso a financiamiento internacional.
El otro gran “jugador” del mercado internacional de soja, Brasil, este año exportará mucho menos poroto al obtener una cosecha, por inconvenientes climáticos, muy inferior a la prevista, aunque procesará un gran volumen del producto para intentar avanzar sobre el espacio comercial dejado por la Argentina en el mercado global de harina de soja.