Luego de veintiún meses con valores positivos, el tambo promedio argentino comenzó a registrar desde septiembre pasado números negativos a causa de un aumento de costos que no logró ser compensado por la evolución de los precios de venta de la leche.
El precio de la leche al productor para el mes de octubre del 2020 fue de 19,59 $/litro, mientras que el costo de producción (gastos directos + estructura + amortizaciones + retribución empresarial – recuperos) fue de 20,72 $/litro, es decir, registró una tasa de rentabilidad del -1,2%.
Al evaluar la situación a nivel regional, según un informe publicado por el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (Ocla), se evidencia que ningún tambo pequeño logra cubrir actualmente los costos de producción, mientras que los únicos tambos medianos que siguen ganando plata a la fecha son los bonaerenses (no casualmente los de mayor escala).
Pero en algunas cuencas, como la del sur y noreste de Córdoba, Villa María y Entre Ríos, la pérdida de rentabilidad afecta a todos los tambos, según los modelos productivos que siguen mes tras mes los investigadores de INTA.
La última vez que el sector atravesó una crisis de ingresos, en el año 2018, se registró una nueva fase de cierre de tambos junto con una reducción del rodeo lechero en muchas de las empresas que lograron seguir en el negocio. Ahora, además de precios insuficientes, aparece también el fantasma de una restricción hídrica estival que afecte eventualmente la disponibilidad de recursos forrajeros.
Lo que está sucediendo con los tambos, de alguna manera equipara los tantos con el resto de la cadena, dado que las Pymes lácteas vienen perdiendo toneladas de dinero en el último año, al tiempo que las grandes industrias están, en promedio, cambiando la plata (situación que, vale remarcar, es promedio, porque aquellas que tienen muchos productos dentro del programa oficial de precios máximos están operando con números rojos).