Nicolás García vive en Neuquén pero produce en Río Negro. Es nieto de una familia pionera de la localidad de Plottier, propietaria de una empresa de transportes que con la intención de diversificar sus ganancias compró en 2006 un campo en Valle Azul.
Valle Azul creció sobre el margen sur de Río Negro, y constituye la franja productiva más importante de esta provincia sobre la ruta nacional 22. Está ubicado a 140 kilómetros hacia el este de la localidad neuquina donde habita Nicolás.

La historia empieza por sus abuelos, Manuel y Dolores, que vivían en Mendoza y transportaban verduras desde y hacia Neuquén. “Eso fue en la década del cincuenta, pero luego, por cuestiones de la vida decidieron instalarse en Plottier en los sesenta”, cuenta Nicolás.
De la fruta y la verdura pasaron a incursionar en la industria del petróleo y el gas, con su empresa de trasportes hoy ya consolidada en la cuenca petrolera neuquina de la zona de vaca muerta y que lleva el nombre de Dolores, su “abuela española”. “A modo de diversificar salió la parte del campo como una sociedad de mis papás con sus hermanos”, detalla el joven.
Nicolás estudió Agronomía en la localidad cordobesa de Río Cuarto y se sumó a la empresa en el año 2011, cuando la firma ya estaba formalmente armada como “agropecuaria Don Manuel” en homenaje a su abuelo.
“Hoy estamos haciendo ciclo completo ganadero: cría, recría y terminación. Complementamos también comprando terneros, porque el campo en realidad son 20.000 hectáreas en total de las cuales lo más interesante está en la parte del Valle que es el potencial más grande que se puede poner bajo riego, son cerca de 3000 hectáreas”, cuenta.

Transformando un campo abandonado en un oasis productivo, la familia comenzó con el desarrollo de caminos, instalación de alambrados, divisiones, y aguadas, algo que él ve como “un fuerte inicio” porque sabían que no se podía manejar el campo sencillamente.
“Lo primero fue enfocarnos en la cría, hacer empotramiento, llevar el agua y ya cuando decidimos empezar a sistematizar, ahí metimos coraje para aprender cómo se nivela una hectárea y cómo se pone bajo riego. Averiguando e investigando, con algunos aciertos y varios errores, fuimos haciendo el camino”, confía.

Esas primeras hectáreas bajo riego se lograron en 2009, y así comenzaron a hacer pasturas. “Eso nos permitió empezar a meterle más kilos a nuestros terneros porque antes se vendían directamente como invernada. Nuestra cría nos provee el 20% y el resto lo compramos de afuera en otros campos con el fin de que entre ya en el proceso solamente de recría y terminación. Eso es hoy un poco nuestro modelo que continúa creciendo en área bajo riego y que fuimos puliendo”, detalla Nicolás.
“Hoy alcanzamos 650 hectáreas bajo riego. Entre el clásico gravitacional que se usa acá en la zona y también tenemos tres pivot centrales de 80 hectáreas cada uno. Con ese sistema de riego es con los que vamos avanzando en el desarrollo”, agrega.

La firma cuenta con 28 personas que conformaban el equipo de Don Manuel. “Al principio eran dos, y luego se fueron sumando más. No tenemos tan instalada la figura del contratista, tenemos que hacer todo nosotros, desde la siembra, la cosecha y todo el desarrollo del suelo. Nos gusta poner nuestra impronta con nuestros diseños también”, asegura.
“Hacemos un riego más eficiente dentro del gravitacional, con alto volumen. No somos ganaderos tradicionales, sino que tratamos de buscarle nuestro estilo”, agrega el productor que además, se animó a implementar ganadería regenerativa, desde el año 2019.
“Nos parece muy interesante el abordaje que da lo regenerativo desde lo ambiental, lo productivo, y también cómo consolida el equipo de trabajo, porque a nosotros nos ordenó un montón tener que sentarnos todos alrededor de una mesa para planificar en conjunto”, destacó.

Actualmente, están haciendo plan abierto y plan cerrado en el secano, y en la zona de planicie y meseta -aún no desarrollada bajo riego- se abocan a la planificación. En lo que respecta a pasturas de alfalfa, llevan a cabo un manejo bastante más intensivo con cambios diarios y alta carga.
“Armamos los circuitos de pastoreo y es mucha observación diaria de las personas para asignar más o menos forraje”, explica el joven productor.
En lo productivo, destaca que “si bien no está acompañando mucho el régimen de lluvias” están preparados para “pegar el salto del piso productivo”, enfocados mucho más en los cultivos. “Antes funcionaba ver cómo está la vaca, la condición corporal, pero eso es un poco una consecuencia de lo que hiciste previamente, de cómo manejaste el pasto”, afirmó.

Dadas estas experiencias, Nicolás se dio cuenta de que su click vino con la idea de que “se puede anticipar mucho tiempo a que caiga la vaca en condición corporal con sólo mirar el pasto”.
“También nos dimos cuenta de que teníamos cuadros mal usados, sobrepastoreados, otros sub pastoreados y pastos ya grises donde no hay ciclo de nutrientes. Estamos potenciando a cada planta para que produzca lo más posible y mantener ese ciclo de nutrientes bien aceitado, fotosintéticas, activas y verdes”, expresó.
Los lotes del campo son de inmensas proporciones. El equipo partió trabajando 5000 hectáreas pero. hoy ya tienen cuadros de 700 hectáreas en la planicie y les permitió elevar la receptividad. “Habíamos empezado primero con 25 hectáreas por vaca cuando arrancamos y hoy usamos 18, o sea que básicamente lo redujimos por empezar a usar mejor el campo, llevando más cerca y haciendo más productivas las plantas naturales”, agregó.
Participando con otros pares en grupos crea o en giras para conocer o aprender más, Nicolás destaca una experiencia que fue a conocer en Chile. “La semana pasada pudimos ver ganadería regenerativa allá. Bueno, obviamente es otra realidad porque les llueve 2000 milímetros en el año, pero más que nada era apreciar el concepto de ellos, de cómo manejan”, afirmó.
Y se explayó: “Ajustan muy bien las cargas a los momentos de baja productividad, si bien es una excelente productividad tienen muy fino el ajuste de las cargas; y yo creo que eso también es un poco la clave de reaccionar a tiempo en ese sentido para no hacer macana con el campo que después los tiempos de recuperación son lentos”.

Nicolás y su equipo han logrado tres grandes clientes para su producto estrella, el novillo de unos 480 kilos. Migrar a esa producción les ha ido permitiendo recrías más largas y descubrir dónde está su principal negocio: hacer buenas pasturas y lograr buenos kilos. Lo último es una fase de terminación a corral de 86 días.
Con clientes en Neuquén y en Plottier, el producto se consolida en las carnicerías locales. “Por suerte está cambiando este concepto de un animal grande, duro y viejo. Se puede lograr una excelente calidad justamente con un animal pesado también y estamos migrando a eso, cargando semanalmente. En el año nos da un promedio de 3000 animales, eso es lo que vendemos con la recría, lo que nos permite tener esa regularidad en la salida, después podemos regular las entradas al feedlot”, destacó.
En total, hacen dos tipos de recría: una de primavera o verano y otra de otoño-invierno. La primera es a base de pasturas de alfalfa, muchas veces consonciada con alguna gramínea como una festuca. Luego, en invierno, arriba de ese cultivo de maíz -al que incluso hacen silaje de planta entera- siembran inmediatamente un verdeo de invierno, como lo es la avena, para tener esa recría invernal.
Según explicó el agrónomo, esta dinámica les permite recriar todo el año y “obtener siempre material verde fotosintetizando raíces, para acelerar el desarrollo de los suelos”.

“También ahora estamos probando con la remolacha forrajera, que eso también viene a ocupar un lugar lindo en ese bache que se puede generar en invierno. Este año sembramos y duplicamos la superficie, estamos haciendo 40 hectáreas a modo de prueba todavía y si lo validamos como modelo llega para quedarse”, cuenta entusiasmado Nicolás.
La proyección del agrónomo es migrar este proyecto a la reducción del uso de agroquímicos, y así generar alimentos saludables. “El consumidor cada vez quiere conocer más lo que consume y quiere consumir cosas saludables; la carne de pastura puede ser una de ellas”, infiere.
Y agrega: “Las pasturas por otro lado nos ayudan a capturar carbono de la atmósfera, estabilizar el suelo, armar más materia orgánica y para el tema de los bonos de carbono, que todavía no termino de entender si es una realidad que llegó para quedarse, pero en ese sentido ser grandes capturadores de carbono y el día mañana consolidar también esa historia y poder contarla a través de una marca propia”.

Nicolás sueña con productos que hablen de su trazabilidad “como ocurre en otros lados, como en Europa o Estados Unidos, y que no se pierda esa historia en un commodity“.
Además, agradece los beneficios de producir en estas latitudes: “La verdad que estamos bendecidos porque esto es la Pampa húmeda en plena Patagonia. Tenemos el riego, tenemos las capacidades agroclimáticas para hacer cultivo de maíz e impresionantes cultivos de alfalfa. Poniendo buena ingeniería se puede hacer un montón de cosas interesantes”, concluyó.




