La economía argentina, no hace falta ni decirlo, viene a los tumbos desde hace varios años. Y la mejor prueba de ello que ya ni siquiera alcanzan para normalizar algo las cosas las divisas extraordinarias inyectadas por el agro en 2021 y 2022, cuando gracias a las aceptables cosechas y los elevadísimos precios internacionales ingresaron más de 20.000 millones de dólares adicionales. La creación del “dólar soja” como artilugio para que ingresen más divisas por las exportaciones agrícolas es la mejor prueba de ello.
¿Y qué sucederá en 2023? Todo parece indicar que los problemas seguirán y hasta podrían agravarse. Las señales de alerta en el sector apuntan no tanto a los precios internacionales, que siguen teniendo fundamentos sólidos para mantener estos elevados niveles históricos, sino por los volúmenes de cosecha que podrían alcanzarse en la campaña 2022/23.
Las cartas empiezan a jugarse en los próximos días y no es el mejor escenario. Todo lo contrario, hay sequía y mucha preocupación por las extensiones que puedan cubrirse con soja y maíz, los dos cultivos que aportan los ingresos más grandes a la economía.
La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) acaba de emitir un informe en el que afirma que “la campaña gruesa empieza con el peor escenario: es el más seco de los últimos 27 años”.
Luego precisa: “La región núcleo está en un 80% en sequía, 15% en escasez y 5% en regular en los mapas de reserva de agua en los suelos. Es el peor escenario para la próxima siembra de granos gruesos de los últimos 27 años. Esto es consecuencia de atravesar el invierno más seco desde 1995 y el efecto arrastre de falta de lluvias del otoño y verano”.
En la región que aporta los mayores volúmenes de granos en el invierno suele llover en el oeste unos 30 milímetros y entre 60 a 90 milímetros en el este. “Pero tomando el promedio de las 36 estaciones de la región, la media es de solo 21 milímetros”, alertó el informe GEA. Pero hay zonas puntuales (y muy ricas productivamente hablando) que están peor: en el sur de Santa Fe con el límite de Buenos Aires los registros son inferiores a los 5 milímetros.
“Hay que retroceder hasta 1995 para encontrar un trimestre tan seco y con reservas de agua en el suelo tan escasas para el arranque de la campaña de granos gruesos”, dicen los especialistas consultados por la BCR.
En este escenario, todos se preguntan cuánto de las intenciones de siembra de los productores podrán concretarse. La mirada hacia el futuro inmediato ofrece un paisaje sombrío, pues ya hay coincidencia en que la campaña agrícola 2022/23 se desarrollará balo los influjos del fenómeno Niña por tercera vez consecutiva.
“Según los modelos de la NOAA, la continuidad del forzante Niña estará acompañándonos hasta diciembre 2022”, dice el climatólogo Jose Luis Aiello.
En esto coinciden los expertos de la Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba).
“La poca agua almacenada en los suelos y la grave sequía de este invierno dificultarían la siembra de cultivos de verano en gran parte del país. En primavera se prevén escasas lluvias y altas temperaturas. Hay un 80% de probabilidad de que continúen las condiciones Niña”, dice un informe del medio de divulgación universitaria Sobre la Tierra.
En su informe del 5 de septiembre, la cátedra de Climatología y Fenología Agrícolas de la Facultad indicó que, en el marco de uno de los inviernos más secos de los últimos tiempos, el déficit de agua en los suelos se agrava en gran parte del país, lo que ya estaría afectando la siembra del girasol y del maíz temprano.
Berdier obtiene la mayor lluvia en 110 días. Los 2 mm duplican aquel miserable milímetro del 27 de julio. El tobogán de la sequía 2022 no encuentra final. pic.twitter.com/uIkAmRFIki
— MeteoSalto (@Meteo_Salto) September 8, 2022
Por otra parte, prevé que las condiciones de sequía se agudizan en la zona núcleo, al norte y el oeste de la Región Pampeana, al sur del Litoral, en el NOA y en el NEA.
En cuanto al pronóstico de El Niño-Oscilación del Sur, con un 80% de probabilidades se espera que La Niña continúe en septiembre, octubre y noviembre. No obstante, las probabilidades bajarían a menos del 50% a principios de 2023.
Adela Veliz, docente de Climatología en la FAUBA, explicó que la escasa humedad superficial en la Región Pampeana compromete el inicio de las labores de siembra para los maíces tempranos, mientras que en la Región Chaqueña causó la interrupción de la siembra de girasol.
“Las condiciones deficitarias también afectan a las reservas de agua en los suelos. Solamente el este de la Mesopotamia y de la Región Pampeana mantienen condiciones adecuadas, mientras que hacia el oeste se acentúa el desecamiento de los perfiles. El mes de agosto concluyó con un importante déficit de agua del suelo. Este invierno ya está entre los más secos de los últimos años”, afirmó la docente.
“Salvo en el norte de la Patagonia, se observa un agravamiento de las condiciones de sequía en la zona núcleo, en el norte y el oeste de la Región Pampeana, en el sur del Litoral, en el NOA y en el NEA”, discriminó por zonas.
Liliana Spescha, otra docente de la cátedra, ejemplificó la evolución del almacenaje de agua del suelo en dos localidades, tomando el perfil hasta un metro de profundidad. “En Junín, los niveles de reserva vienen disminuyendo desde principios de año hasta llegar a valores compatibles con la sequía, y en Presidencia Roque Sáenz Peña (en el Chaco) llegaron por debajo del punto de marchitez permanente”.
Liliana agregó que, en cambio, en Tres Arroyos, el estado de humedad del suelo se encuentra en condiciones muy favorables para las primeras etapas de crecimiento del trigo.
Agregó Spescha que se presenta un escenario complicado para las siembras de los cultivos estivales, ya que, además de la falta de agua, los pronósticos están indicando que esta situación se agravaría no sólo por la escasez de lluvias, sino también por temperaturas más elevadas, lo cual reduciría aun más la oferta de agua”.