El dato duro es el que sigue: el mes que viene, como marcan los protocolos, la Argentina enviará a los Estados Unidos sendas misiones del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) para verificar si los establecimientos ganaderos y las plantas frigoríficas de ese país cumplen las condiciones sanitarias como para comenzar a exportar carne vacuna hacia la Argentina.
Sí, leyó bien. El gobierno argentino está dando los primeros pasos para habilitar a futuro el ingreso de cortes bovinos producidos por los cowboys. O mejor dicho, en los enormes feed lots de los cowboys.
¿Qué deberían verificar los veterinarios oficiales que viajan hacia el país del Norte? Varias cosas, comenzando por las tareas que allí se realizan para controla la temible Encefalopatía Espongiforme Bovina o “mal de las vacas locas”, de la cual Argentina se han mantenido a salvo hasta ahora. O la utilización de ciertas hormonas de crecimiento, que aquí están prohibidas.
Este proceso recién comienza y no quiere decir que las góndolas de los supermercados Wal Mart se vayan a llenar de “bistec” o de “steak”, ni que el menú del restaurante Dallas vaya a ser realizado únicamente con cortes llegados desde Oklahoma. El asado no va a sucumbir frente a la barbacoa, tranquilos. Habrá que ver, cuando esto se concrete, cuáles son las condiciones objetivas para hacer negocios. Tanto la Argentina como Estados Unidos son jugadores importantes en el mercado de la carne. A los dos les sobra y exportan.
La noticia no es la “invasión” de cortes gringos. La noticia, en todo caso, es la enorme fragilidad de la política comercial argentina frente a esta gran potencia global. ¿Por qué? Porque Estados Unidos debería haber abierto su mercado a la carne vacuna de la Argentina por lo menos hace 15 años, pero no lo hace porque sencillamente no se le da la gana. Ahora, que sigue sin hacerlo, reclama un tratamiento equitativo que la Argentina, al parecer por estas inspecciones, estaría dispuesta a concederle.
Leáse bien: la Argentina podría abrir su mercado a la carne vacuna de un país que desde hace 17 años prohíbe la suya.
Los bifes argentinos ingresaron a Estados Unidos, a través de una cuota de 20.000 toneladas, durante un cortísimo lapso de tiempo, entre la erradicación de focos de aftosa lograda en 1998 y la reaparición de esa zoonosis en marzo de 2001. Luego de eso, Estados Unidos clausuró el negocio con argumentos sanitarios que, con el correr de los años, se transformaron en barreras paraarancelarias. En rigor, la Argentina volvió a controlar rápidamente la aftosa y recuperó el status sanitario previo de parte de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE).
Washington, a lo largo de diferentes gestiones, ignoró aquel pronunciamiento y los innumerables pedidos de la diplomacia nacional, que siempre fueron tibios, no vaya a ser que alguien se enoje. Pero, peor todavía, la Casa Blanca también desobedeció un fallo de la Organización Mundial de Comercio (OMC) que en 2013 le ordenó reabrir su mercado a la carne pampeana. Con Donald Trump en el poder, por supuesto, todos esos pronunciamientos multilaterales cayeron en saco roto.
El día que el mismísimo Trump nos la puso con la carne porcina
Los últimos movimientos en estas negociaciones fueron, entonces, bilaterales, y tampoco surtieron demasiado efecto ni significaron grandes beneficios para los productores argentinos. Hubo una limitada apertura a los limones de Tucumán, pero a cambio -a mitad de 2017- el presidente Mauricio Macri otorgó a su “amigo” Trump los guiños necesarios para que se inicie la importación de carne porcina estadounidense, un producto que aquí sí es cuestionado sanitariamente.
En ese momento, con el aval para sus chachos, el secretario de Agricultura de EE.UU., Sony Perdue, expresó: “Este avance es el resultado de los esfuerzos de esta administración para ayudar a los agricultores y ganaderos de Estados Unidos a llegar a nuevos mercados y garantizar prácticas de comercio justo por parte de nuestros socios internacionales”. Comercio justo, eso mismo. La Argentina esperaba un gesto de reciprocidad, pero nada.
El 1° de agosto pasado, el ex ministro de Agroindustria, ahora degradado secretario Luis Miguel Etchevehere, se volvió a reunir con Perdue durante un viaje de éste a Buenos Aires. El principal asunto en agenda volvía a ser la carne vacuna. El ex ruralista quería ver si podían de una vez encaminar las cosas: 17 años habían sido mucho tiempo y el país ya había agachado la cabeza demasiadas veces.
Fue entonces que Estados Unidos reclamó una “reciprocidad” en materia de carne vacuna que la Argentina, una vez más, aceptó sin chistar. Las misiones de Senasa a Estados Unidos en noviembre próximo responden exactamente a esa definición.
El periodista Martín Di Natale, del diario digital Infobae, contó tras aquella reunión de hace dos meses que consultó a un vocero del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) para ver qué había sucedido. El gringo respondió: “Se está trabajando actualmente con sus contrapartes argentinas en el acceso mutuo a la carne vacuna, y estamos progresando”.
Nada más cierto. En muy poco tiempo Estados Unidos logró que la Argentina pusiera en marcha el andamiaje burocrático necesario para habilitar el ingreso de la carne vacuna de los cowboys. Quizás cuando eso suceda los poderosos de Washington acepten poner fin a un bloqueo injustificado que ya viene durando 17 años.
Ahora lo interesante será ver quién entra primero: si el bife o el bistec.
“Si 20 años es nada, 17 años son nada menos 3. Es decir nada tampoco”, ha de ser la contabilidad que hicieron los diplomáticos nacionales.
No es correcto, desde mi humilde opinion, que se traten temas por demas de definitorios en materia de produccion, con tal liviandad.- Estamos hablando del comodity por excelencia de nuestro pais. De igual forma se nos podria objetar ..(como ejemplo), que nuestras exportaciones de granos van en detrimento de los farmers y por lo tanto cuotificar las exportaciones…..a todas luces una exageracion.-
¿Realmente pretendemos exportar y, simultáneamente, prohibir la importación? ¿A qué tipo de economía cerrada vuelven a apuntar algunos? No se puede creer! ¿Acaso no tenemos “feed lots criollos”. Con el dólar alto le tememos también a la competencia? ¿No veníamos perdiendo mercados por años? ¿No hubo aftosa, acaso? ¿Quién auspicia esta campaña? ¿Samid?
No es tan así que estuvimos 17 años ninguneados por EEUU; durante mucho tiempo estaban los papeles cajoneados para que no se concrete y no haya exportación de carnes. Esa es la verdad, cuando se pudo no se hizo, luego no se pudo.