El último día de julio, la Cámara de Legumbres de la Argentina (Clera), que ya cumple 46 años, realizó su quinta Jornada de Actualización Técnica y Comercial para esos cultivos. Son básicamente cuatro los que se producen en la Argentina: porotos, arvejas, lentejas y garbanzos. Con sus buenas y malas en cada uno de ellos, el sector celebra secretamente sus posibilidades concretas de crecimiento, que se deben a una notoria revalorización de los hábitos alimenticios, promovida sobre todo por el fenómeno vegano.
“Vemos un incremento del consumo a nivel mundial y básicamente una mayor diversidad de los destinos que demandan este tipo de productos. Hoy existe una mayor atracción hacia el consumo de legumbres”, le dijo a Bichos de Campo el presidente de CLERA, Sergio Raffaeli. Debe ser el único sector productivo que saluda el fenómeno vegano de modo entusiasta. Esa tendencia podría hacer crecer la producción y los precios. Y esta tendencia, dice el directivo, se agudizó más durante estos meses de pandemia.
Según Raffaeli, “en los últimos años hay una visualización diferente. Hace muchos años atrás se veía como un producto para el mercado de baja capacidad adquisitiva. Peor ahora la visión es distinta, está muy ligado a la salud y a la seguridad alimentaria. Sucede que las legumbres tienen más niveles de proteínas que cualquier otro tipo de alimento”, explicó.
Mirá la entrevista con Sergio Raffaeli:
Como sus consumidores, la actividad legumbrera también ha ido modificando su perfil con el correr de los años. Históricamente el sector fue un fuerte productor de porotos (sobre todo en sus variedades blancos y negros) en el norte del país. También producía lentejas y en menor medida arvejas. En la última década, además, se formó un cluster fuerte de producción de garbanzos en Córdoba.
En el primer caso, los porotos blancos o alubias, la Argentina es un jugador importante en el mercado internacional, y se está notando -según el relato del presidente de CLERA- una sorpresiva apertura de nuevos mercados que absorben sin mayor dificultad las 150 mil o 200 mil toneladas que produce la Argentina. “Se ha visto un crecimiento de la demanda muy importante y se diversificaron mucho los destinos. Tenemos más de 60 países en el mundo, cuando hasta hace tres o cuatro años no eran más de veinte”, relató el productor.
Con los porotos negros, las ventas siempre han sido más difíciles, pues esa variedad está muy condicionada por la presencia cercana de Brasil, que es uno de los grandes productores y consumidores mundiales. Nos cuenta Sergio que “ellos producen 400 mil toneladas, pero a veces no les al alcanzan y por eso deben importar entre 40 mil y 100 mil toneladas anuales de la Argentina”. La dependencia es muy grandes y las oscilaciones en el novel de demanda son temibles para los productores locales.
Con la arveja hay un horizonte mucho más esperanzador, básicamente por la reciente apertura de China. Raffaeli cree que el potencial es enorme. “Hay un desarrollo de semillas de la variedad amarilla (que es la que importa China) que nos van a hacer muy competitivos”, afirma.
Muchos están pensando en plantar hasta en el sur bonaerense, pero según el directivo de la cámara legumbreara, ´pese no sería un problema. “Tenemos un estudio que dice que la frontera agrícola para producir legumbres está casi en El Bolsón”, exagera.
El puto más flojo de la oferta legumbrera de la Argentina pasa por las lentejas, donde se nota un retraso muy marcado en la incorporación de nuevas variedades.
En el caso del garbanzo, este año hubo un fuerte retroceso, de casi 30%, en la siembra, mitad por culpa de la sequía y mitad por culpa de la fuerte baja de los precios, que desde el récord de 2017 para acá cayeron a la mitad,d e 1.200 dólares por tonelada a unos 600. Pero Rafaelli cree que el cultivo podrá levantar cabeza ni bien mejoren esas condiciones. “Es de recuperación inmediata”, asegura.
-Siempre me habla de la exportación. ¿El mercado interno no es un buen mercado?
-Lamentablemente los argentinos consumimos muy poca legumbre y por eso en general el negocio se vuelca hacia la exportación. Aquí el consumo de legumbres está en menos de 700 gramos por habitante y por año. y básicamente en arvejas y lentejas.
-¿Cuál debería ser el consumo ideal?
-Cualquier es el mejor del que tenemos. Brasil consume de 17 a 18 kilos anuales por habitante. Son veinte veces más que nosotros.
Este año, sobre todo por la sequía en la zona norte del país, la cosecha de legumbres se espera caiga de 20 a 30% respecto del año previo. Por suerte los buenos precios compensarían un poco las pérdidas para el sector, que históricamente aporta un promedio de 600 millones de dólares por sus embarques al exterior.
Si se establecen buenas condiciones, Rafaelli cree que la oferta de legumbres puede crecer entre 30/40% en volumen. Cree que es momento de comenzar a hablarlo seriamente. Dice que “la salida argentina a esta crisis es una oportunidad para el sector. Tenemos la posibilidad de crecer y tenemos los mercados. El sector es muy permeable a las expansiones muy rápido”.
-¿Y cuánto se podría crecer?
-Este año ya está jugado, pero en 2021, en cuanto se equilibren las condiciones comerciales, creemos que podemos duplicar tranquilamente. Si bien en los últimos años estamos estancados entre 450 y 550 mil hectáreas sembradas, es una realidad que podemos ir a entre 750 y 800 mil en dos años, sin duda.