El mercado internacional de trigo –quizás el más “politizado” de los granos en el ámbito global– está mostrando señales de precios que supuestamente no se corresponden con el balance de oferta y demanda mundial. Pero detrás de esa aparente disociación se esconde un factor geopolítico.
El Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA) pronostica que el consumo mundial de trigo alcanzará un récord en 2023/24 para superar a la producción mundial prevista, de manera tal que muchas naciones exportadoras del cereal deberán consumir reservas internas para poder cumplir con los compromisos externos.
En ese marco, el USDA proyecta que el stock final mundial de trigo del ciclo 2023/24 alcanzará el nivel más bajo desde la campaña 2015/16. Para los diez principales exportadores de trigo, las existencias finales combinadas se pronostican en el nivel más bajo desde 2012/13.
En tanto, con las terminales portuarias del Mar Negro inhabilitadas desde mediados de julio pasado –luego de que Rusia abandonara el acuerdo del “corredor granario”– la situación de Ucrania sigue siendo comprometida. El USDA estima que ese país debería exportar 11,0 millones de toneladas de trigo en 2023/24.
Los precios internacionales del arroz se dispararon a los niveles más elevados desde 2008 luego de que en julio pasado el gobierno de India decidiera intervenir el mercado externo del cereal con el propósito de contener presiones inflacionarias en el corto plazo.
A pesar de que tales factores deberían, en teoría, tener un impacto alcista en el mercado de trigo, los valores del cereal vienen derrumbándose en el último año y nada indica que esa tendencia pueda revertirse.
La razón que explica ese fenómeno es que Rusia está “reventando” su trigo con precios baratísimos respecto del resto de sus principales competidores, con la excepción de la Unión Europea, que debe alinear los valores FOB de su cereal con los del grano ruso para poder competir en los mercado del norte de África.
Rusia, nación con afronta sanciones comerciales en todos los países que integran la OTAN –con excepción de Turquía–, está obligada a generar divisas de manara rápida para poder costear los gastos requeridos por la invasión militar a Ucrania.
A pesar de aplicar derechos de exportación a los embarques de trigo, el gobierno ruso está compensando a los productores de trigo por medio de una devaluación agresiva del rublo.
La cuestión es que el USDA acaba de incrementar la estimación de oferta exportable de trigo ruso 2023/24 a 49 millones de toneladas versus 48 millones previstas un mes atrás.
Con la cosecha del cereal ruso a un paso de finalizar y la necesidad del gobierno de Vladimir Putin de hacerse de divisas para alimentar a la maquinaria bélica, en los próximos meses el mercado mundial permanecerá muy bien abastecido de trigo a valores de “remate”.