“Meditar, trabajar la vida interior siempre ha sido para mí muy importante, más aún durante los años de gestión que fueron muy exigentes, me ayuda a conectarme con la realidad presente”, confiesa Rodrigo Troncoso, en una charla a fondo con su historia de vida, sus elecciones y caminos que lo llevaron durante 15 años como director ejecutivo de la Cámara de Feedlot, y luego a aceptar la invitación de Ricky Negri para ser funcionario del gobierno de Mauricio Macri (2015-2019). Hoy, siendo papá de mellizos, se desempeña como asesor privado.
En el capítulo 83 de El podcast de tu vida, Troncoso también cuenta: “No soy de los que aman trabajar, si fuera por mí no lo haría. De todos modos, lo disfruto mucho, siempre me gustó lo que hice”.
En este entrevista me encontré con una persona con las emociones a flor de piel, que se deja tocar por los sentimientos y dos o tres veces durante la charla se le entrecortó la voz. ¿Qué jirones dejó durante la función púbica? ¿De qué jugaba al fútbol? ¿Es cierto que estudió teatro cuatro años?
Este varieté temático y más a continuación, pasen y lean.
–¿Cómo fue tu infancia? ¿Dónde creciste, haciendo qué, en qué contexto? ¿Qué te gustaba hacer de pibito?
-Toda la vida en San Isidro, Buenos Aires, colegio a diez cuadras de mi casa. Todo muy cerca. Familia de clase media normal, nada del otro mundo. Un viejo que laburaba mucho, que se lo veía poco, como era en esa época. Pero con muy lindos recuerdos. Sigo hoy viviendo en la zona. Antes era mucho más tranquilo que ahora… comentario de viejo.
-¿Y el campo?
-Los fines de semana largo y las vacaciones iba mucho al campo.
-¿Qué hacían tus viejos?
-Mamá nos criaba a los tres hermanos. Y mi viejo, el primer recuerdo que tengo laboral de él, porque después fue cambiando mucho, era en el campo, en una fábrica de muzzarella, en la zona de Tres Algarrobos, Buenos Aires, partido de Carlos Tejedor. Creo eso fue hasta 1991. Ahí tuvo que cerrar la fábrica y empezó a dar vueltas por otros laburos, un remis, no tener laburo, taxi, y acomodándose.
–¿Y vos de pibito qué hacías? ¿Ibas al club?
-El colegio era de doble escolaridad, entrábamos 7.30 y salíamos 16-16.30. En San Isidro sí tenías el CASI o el SIC, los clubes típicos de rugby, o el náutico y siempre podías entrar con amigos.
-Me decías que los fines de semana largo ibas al campo, ¿qué era el campo para vos de más pibe?
-Empecé viajando con mi viejo. Pasábamos muchos días allá. Y ahí tuve una relación muy linda con una especie de familia postiza. O sea, mi viejo tenía la fábrica de muzzarella y cuando íbamos recorríamos los tambos que le proveían de leche. Arrancábamos a las 6 de la mañana y se terminaba cuando se terminaba. En frente de la fábrica había un tambo, de dos hermanos, los dos casados, vivían en el campo los cuatro, las dos parejas. Uno tenía un hijo diez años, más grande que yo. Y un día le propusieron a mi viejo que me quedara con ellos en vez de andar arriba del auto con el viejo y para mí fue genial. Estaba en Disneylandia. Otro día me quedé a dormir. Y ahí empecé a quedarme más días hasta que con el tiempo le pedía a mis papás que me llevaran a Liniers, me tomaba el micro y me bajaba en la ruta y me iba directo al tambo. Que para mí era fantástico. ¡Era Disney!
-¿Tenés alguna sensación que te lleve directo ahí?
-A ese lugar, te diría que el mayor recuerdo que tengo es la hora de la siesta, calor. Yo no estaba acostumbrado a dormir la siesta en San Isidro, pero en el tambo dormían todos, obviamente. Asique me armaba un catre debajo de un paraíso y tirarme a la sombra con una radio a escuchar AM y esperar a que pasaran esas dos horas de siesta que era el momento más aburrido del día. Yo quería acción. Pero de a poco le fui agarrando el gustito a eso. Y la sensación del calor, pero a la sombra, con perros alrededor mío, es una sensación de paz que tengo muy presente.
–Llegó el momento de decidir qué estudiar y elegiste Agronomía. ¿Por qué? ¿Tenías un plan B?
-Poco antes de terminar el secundario te podría haber dicho que podría haberme metido de cura alguna vez. Pero ya cuando terminé quinto año ya tenía claro lo que quería (hace una pausa), bastante clara dentro de lo poco clara que uno la tiene generalmente en ese momento de la vida. Entré a Ingeniero en Producción en la UCA porque me divertía más la currícula que tenía más materias de producción animal. Me gustaron siempre más los animales. Con lo que tuve siempre alguna duda con veterinaria.
-Pero ¿entraste convencido?
-Hasta tercer año te diría que tuve algunas dudas de la carrera que estaba estudiando. En algún momento dije de pasarme a veterinaria. Pero cuando llegué tercero, dije termino y veo. Y después nada. No es que no me gustaba, pero no estuve nunca convencido que era esa la carrera.
-¿Descubriste algo durante la carrera? ¿Algo nuevo que no te imaginabas que era la agronomía?
-No he sido de los que disfrutaron la carrera, he sido buen alumno, pero me alivió terminar. Disfruté mucho más una vez que terminé la carrera. La carrera te abre puertas, eso me di cuenta después. Es una cuestión de sentido común la vida profesional. Los conocimientos están como una base. No creo que los títulos hagan la diferencia.
-Como que uno va haciendo camino al andar…
-Es una base cultural, un título, pero no porque lo que hayas aprendido te vaya a hacer la diferencia después en la profesión. Capaz me van a matar, pero uno termina de aprender cuando está trabajando.
–¿Tuviste que laburar de otra cosa mientras estudiabas?
-Si, me tenía que pagar casi todo. La facultad era privada y a los dos años mis viejos no me la podían pagar asique por suerte en la UCA me dieron una especie de beca, un préstamo de honor, dejabas de pagar, creo era de palabra, y cuando empezabas a trabajar ibas pagando las cuotas que habías dejado colgadas. Pero en paralelo, esos años era profesor particular, daba clases a chicos del secundario, y la verdad que me iba muy bien (se ríe), tenía una muy buena cartera de alumnos/clientes. Con eso vivía, me pagaba los gastos y podía vivir.
-¿Y a qué edad te llegó la oportunidad en la Cámara de Feedlot?
-Y fueron muchas casualidades. Yo terminé la facultad y me fui 4-5 meses a Estados Unidos a hacer una pasantía en Madison, Wisconsin. en nutrición animal, en un laboratorio del USDA en forrajes y lechería. Me ofrecieron hacer una maestría, un doctorado y no sentí las ganas. Quería trabajar. Pero volví a fines de 1998, principios del 99, años complicados. El campo estaba en el horno. Mi tío me presentó a Fernando Eluchans, que era presidente de una empresa de nutrición animal, y él me dijo, que no estaba buscando a alguien, menos a un agrónomo, quizás sí un veterinario.
-¿Y entonces?
-Me ofreció quedarme unas semanas con ellos, haciendo las recorridas con nuestros vendedores que eran veterinarios, y como no tenía nada acepté. Era en el Parque Industrial de La Plata, tenía como dos horas y media de viaje pero lo hice. Y después, hacía la traducción de un informe que llegaba todos los meses en inglés, y se mandaba a los clientes. Y después de un tiempo me terminó ofreciendo laburo porque sabía inglés. Y empecé a laburar con ellos y de nuevo me sentí un afortunado. Porque trabajar en nutrición animal, siendo el apoyo de los veterinarios que estaban en la calle. Así estuve todo 1999. Hasta que Eluchans me pide que haga la traducción de un veterinario norteamericano que había venido e iba a hacer unas recorridas por clientes con 150-200 personas. Esa pavada me significó entrar en contacto con los clientes. Después viajamos a Estados Unidos y fui de traductor también. Y en ese viaje había muchos que estaban refundando la Cámara de Feedlot. A fin de año me pidieron que vaya como Gerente de la Cámara.
–¿Y como te cayó eso?
-Me quería matar. Sentía que me estaban echando. Para mí una cámara era algo raro, había escuchado en el viaje el puterío que era la de feedlot, que estaba cerrada hacía casi dos años. Era todo malo. Me sentí echado. Varios años después mi jefe me dijo “¿Estás loco? Yo quería que te quedaras”. Y esa es la historia.
-¿Y cómo fue el primer día?
-Vino un tipo me dejó dos bolsas de papeles, otra bolsa con una computadora y eso era la cámara. Empezamos a buscar oficina. Se le debía plata a laboratorios… Lo único positivo para mí era que armamos la oficina en Colegiales y dejé de viajar dos horas de ida y de vuelta a La Plata. Así arrancaron 15 años ahí.
-Bueno, casualidades y causalidades… uno tiene que estar preparado…
-Las oportunidades se abren por cualquier cosa, después uno tiene que defenderlas.
–¿Quiero preguntarte por la función pública? ¿Cómo te llegó la propuesta? ¿Te acordás quién te llamó? ¿Lo pensaste mucho?
-Trabajar en una cámara te pone muy en contacto con la función pública. Alguna vez lo había pensado, pero vos pensá que profesionalmente yo arranqué en 1999/2000 y prácticamente hasta 2015 fue siempre con gobierno kirchnerista, con lo cual, si yo sentía la vocación de servicio para volcarla a la función pública, no se me cruzaba por la cabeza por el gobierno que estaba y la gente con la que tratabas. Hay un tema ético y moral que no podría pasar nunca esa barrera.
-¿Y quién te llamó?
-Ricky Negri. Creo entre las PASO y la elección, o la elección y ballotage. Me lo planteó y no tardé mucho. Habrán sido 3-4 días. Cuando lo decidí eran puros miedos. Vos pensá que estaba en un lugar donde ya era reconocido, no tenía que demostrar nada, ganaba muy bien, manejaba muy bien. En 2010 había hecho un arreglo para no trabajar los viernes. Yo les entregaba el alma de lunes a jueves, pero los viernes no trabajaba, salvo alguna reunión en particular.
-¿Y cómo saliste de ahí?
-Una gran discusión conmigo mismo era ¿cómo iba a salir de ese laburo? Porque me divertía, ganaba bien, los tiempos, etc… Y apareció este “hincha pelotas” (N de la R: Ricky Negri) a ofrecerme eso y se te vienen los miedos. Dejo la comodidad, me meto en eso que no sabés qué es, no por cuánto tiempo. Porque el día después. Tengo que salir a buscar laburo a los seis meses o a los 4 años. pasaba a ganar 40% de lo que ganaba en ese momento. Pero no tenía hijos, la podía bancar. Entonces me acuerdo bien el día que abrí la puerta de casa y me pregunté: “Siempre dije que la plata no me importaba, que el servicio es importante, ahora me lo pusieron arriba de la mesa”. Si me hacía el boludo todo lo que me dije toda la vida era una mentira. Asique cuando engrané eso fue un sí directo. La única condición que puse, con Ricky ya nos conocíamos de la facultad, fue que no sabía quien iba a estar arriba nuestro, pero que nunca me pidan nada que no corresponda. Y listo.
-¿Y cómo te fuiste de la Cámara?
-Una vorágine tremenda. Era antes de la elección definitiva. Había que preparar planes de gobierno, pero yo laburaba al mismo tiempo en la Cámara a full sin contarle a nadie. Y tenía que dejar todo lo más ordenado posible. Ese noviembre-diciembre pico de estrés. Además, no lo sabés hasta que no te nombran definitivamente. Me enteré un 3 de diciembre porque me llamaron gente de la industria frigorífica que habían almorzado con (Ricardo) Buryaile y les había contado que iba a ser yo el subsecretario de Ganadería. Automáticamente corrí a avisarles a mis jefes para que no se enteren por los diarios.
-¿Qué te sorprendió para bien?
-La gente dentro del Ministerio es muy valiosa. Tiene gente muy honesta el área de ganadería. Y después estuve siempre muy contento con el formato del gobierno que armó Macri, con subjefaturas de gabinete que a mí me permitió laburar un montón. Estar en la agenda del presidente me permitió hacer un montón de cosas que de otra manera no hubiera podido hacer. Que es uno de los problemas del Estado argentino. No hay habitualmente una conexión entre los ministerios. Cada uno maneja su caja de poder, no le pide nada a nadie. Y eso en el gobierno de Macri se rompió. Creo que se pueden cambiar un montón de cosas. Tenés que romperte el lomo, pero de los más tensionantes que se pueden ocurrir. Trabajás bajo presión siempre, y encima, con una intensidad complicada. Porque en Argentina arrancás en casi todos los temas menos 20. Llegás. Menos 10 y festejás pero la gente te exige que estés en 10… te faltan 20 más. Cada reunión es solucionar conflictos y eso es pesado.
–¿Qué jirones creés que dejaste en el camino de esos cuatro años?
-Fufff… De la vida propia dejás mucho. Creo que es otro tema para debatir largo y tendido. Lo que significa la función pública y el nivel de desgaste. Si ganaba Macri en 2019 no me imaginaba seguir cuatro años más. llegué con un desgaste personal altísimo. Después, nos tocaron momentos muy complicados. El hecho de ordenar la industria frigorífica, sentarte delante de gente de una cooperativa y… (se emociona) … tener que… decirle que no pueden seguir haciendo lo que están haciendo, que se van a quedar sin trabajo porque están fuera de orden sanitario o el que sea… cosas técnicas, pero el tipo que tenés en frente se te planta porque se está quedando sin trabajo. Y es cierto. Pero uno como funcionario debe tener la fortaleza de saber que lo que está haciendo es bueno en el largo plazo. El gran problema es que en el corto plazo es durísimo y la gente que se queda sin laburo no va a ver el largo, ese día el tipo dejaba de cobrar. Y vos estás enfocado en decirle que sabés que le estás cagando hoy la vida, yo se los decía personalmente, pero sabiendo que era lo mejor para adelante. El futuro es una eternidad para esa gente…
-Claro, ese tipo necesita una madera ahora para seguir flotando, vive el día a día…
-Si. Es el gran desafío que tiene Argentina, cómo llegás al futuro con la mayor cantidad de gente adentro. Y puedo darte 80 ejemplos de estas conversaciones que son las que se dan cuando tratás de ordenar el país. Argentina tiene que ordenar todos esos temas, por ejemplo, los subsidios, pero nadie te dice el como. Y todas esas ideas implican gente, con… (se emociona de nuevo) … con nombre, apellido, hijos… no es teórico. Muchas de estas personas con las que tuve que hablar estas cosas me siguen llamando con lo que tengo la tranquilidad que me creían lo que les decía. La honestidad intelectual hace la diferencia.
–Creo que un poco por todo esto que contás, ese desgaste, hizo que en 2019 desensillaras, bajaras un cambio, desaparecieras un poco… la pandemia te ayudó… ¿Qué estás haciendo ahora y qué te gusta?
-Ese 2020 tenía un viaje programado como otros marzo para irme al El Chaltén con un grupo de amigos y llegamos justo para la vuelta, creo nos tomamos el último avión para escaparle al encierro. Estábamos con los amigos arriba de la montaña y cuando bajamos después de cinco días el guarda parques nos contó lo que había pasado. No sabíamos nada. El parque estaba cerrado. Llegué a casa y la excusa de la pandemia me permitió descansar, me costaba imaginarme qué iba a hacer a futuro. Disfrutaba de levantarme a la mañana, prender el fuego y pasarme el día con mi perro al lado del fuego sin nada que preocuparme. Sé que gente la pasó mal, yo fui un afortunado.
-¿Y el laburo? ¿Cómo retomaste?
-El paso por el Ministerio fue una vidriera enorme. La gente te ve con lo bueno y lo malo. Y gente con la que he tenido muchas discusiones durante la gestión me llamó para hacer cosas. Estoy contento con eso. Agarrando cosas que me divierten. Pero te diría que no soy un fanático del laburo. Trabajo porque hay que trabajar. Si pudiese vivir sin trabajar haciendo cosas que me divierten lo haría. Pero soy un afortunado que me ha divertido lo que he ido haciendo de trabajo, y me apasionan. Tengo 80 millones de cosas que hacer antes que estar trabajando, pero a pesar de eso, siempre los laburos me han permitido seguir aprendiendo. En esta etapa he trabajado para un banco, para la industria frigorífica, consignatarios. He podido estar del otro lado de otros mostradores que me van completando la película agro ganadera argentina.
–Hace un año y medio fuiste papá, eso también te cambió…
-La vida dio otro giro, claro. Más movido que la función pública.
-Bueno, llegamos al pin-pong de El podcast de tu vida, ¿Qué te baja a tierra, te resetea, cuando venís complicado?
Quizás suena muy teórico pero trabajar la vida interior siempre ha sido muy importante. Meditar durante los años de gestión y un poco más me ayudaba a bajar a tierra y conectarme. Me ayudaban mucho las escapadas, viajes solo, que me significaban un crecimiento importante. Durante la gestión me he ido dos o tres veces al Chaltén a caminar por la montaña. Solo dos veces, que te obliga a estar con vos mismo. Otras con amigos. Y después he probado muchas cosas, soy bastante inquieto.
-¿Jugaste o jugás mucho al fútbol no?
-Un enfermo, hasta que me lesionaba mucho por jugar tres partidos los fines de semana en torneos. Hice también un par de años de box. Muy inconsciente sobre el cuerpo de uno. No lo cuidaba. Salía a correr. Siempre muy inquieto. He hecho cuatro años de teatro. He probado distintas cosas. Hoy la vida con los hijos, un paréntesis que no estoy haciendo nada. Todo esto es historia (se ríe).
-¿Y de qué jugabas o jugás?
-Nunca fui habilidoso. Lo mejor que tenía era mi estado físico. Empecé jugando de lateral, pasé a jugar de central muchos años hasta que un día no me acuerdo qué pasó y empecé a jugar de cinco y no lo cambiaría por nada, me divirtió.
-Un cinco más corredor y raspador que lírico…
-Si, si, totalmente. Muy consciente de mis limitaciones con lo cual “garpaba” mucho porque la idea era recuperar y dársela a los que sabían. El fútbol es un lugar también me divertía mucho porque estabas pensando en lo que estaba pasando. El momento presente, mindfulness, lo único que pasa es eso. Un deporte que no cambiaría por nada. Probé el golf pero no me llenó, la parte de adrenalina y energía no la podía descargar.
-¿País, ciudad o lugar que más te haya gustado?
Creo que está más relacionado con el momento que estás viviendo cuando estuviste en ese lugar. Es cómo estás vos. Me quedo con El Chaltén.
-¿Un lugar que te gustaría conocer?
-Alaska es un lugar que me gustaría ir. O los países nórdicos, Noruega, Finlandia, son lugares que los tengo en la mira.
-No sé si sos de cocinar más allá de la parrilla. ¿Qué comida te hace quedar bien?
-No soy de cocinar salvo a la parrilla. Y puedo quedar muy bien con un bife de chorizo y algunos toques antes de entradas. Algún matambrito, champiñones con roquefort, cebollita de verdeo, aceite y si querés un toque de provoleta. ¡Prohibida la picada! Si no, no comen el asado.
-¿Si sos de mirar series o películas por dónde vas? ¿Qué te gusta mirar?
-Hoy sabés que miro mucho a través de youtube. Con los mellizos los tiempos son muy cortos y puedo ver capítulos cortos. Y estoy siguiendo personas de las que viajan por el mundo en una moto, en un motorhome, eso lo disfruto y me desconecta también.
-Si pudieses tener algún superpoder ¿Cuál te gustaría tener?
-Extraño mi físico de hace 15 años. Ahí sí me voy al pasado. Poder aguantar y que no me duela cada músculo después de jugar al fútbol. Si el superpoder me permitiría mantenerme físicamente para hacer deporte estaría bueno. Después, si puedo elegir otro, tele transportarme.
-¿Y algún lugar en la historia de la humanidad, si pudieses subirte al auto ese de “Volver al futuro”?
-De mi vida, no. Lo que viví lo viví muy bien y contento con lo que soy. Pero admiro mucho a los que exploraron el mundo. Leés algo de Darwin, me quema la cabeza, se subían a un barco sin saber dónde iban. Los mapas eran dibujos. O las historias del Perito Moreno. Cualquiera de esas aventuras sería lindo vivirlas. Sé que no era agradable, otros tiempos y comodidades, obvio.
-¿Algún tema musical para cerrar la nota?
-Tenía una opción que era en honor a un buen compañero mío que me dejó (se emociona), “Pasos al costado” de Turf, versión acústica. Pero vamos a poner algo de Bizarrap. Pueden ser varios, pero elijo la “Session 23” de Paulo Londra.