Roberto Maisonnave es un experto en tratamiento de efluentes pecuarios y su aplicación en los campos como fertilizante. Su inquietud surgió hace más de 20 años cuando terminaba de estudiar agronomía en la FAUBA y ya habían aparecido los primeros feedlots en el país. Estudió la contaminación de napas en la Cuenca Matanza – Riachuelo, donde se habían instalado varios de estos encierres a corral. Luego hizo un posgrado en Ciencias Ambientales en la Facultad de Ciencias Exactas, y para 1999 era uno de los primeros egresados de esta novedosa carrera.
Terminó haciendo su tesis de maestría en contaminación ambiental en feedlots en la Universidad de Texas en los Estados Unidos, donde terminó desarrollando una prolífica carrera y hasta ocupó el cargo de gerente de medioambiente de Seabord foods, una compañía alimenticia que posee 400 granjas porcinas a lo largo de cuatro estados americanos y tiene en su stock más cerdos que los que hay en toda la Argentina.
Allí su responsabilidad era que cada litro de efluente que salía de las granjas debía cumplir las normas legales del estado y también las federales, para luego esparcirse en los campo. Era una tremenda cantidad de efluentes que terminaba siempre teniendo un uso agrícola. “Durante 10 años fertilicé más de 20.000 hectáreas por año desde el norte de Colorado hasta el sur de Texas, con todo tipo de suelo, clima y cultivo”, destacó Maisonnave.
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“En los Estados Unidos se fue creando una normativa específica para este tema porque ya tienen 60 años de desarrollos de feedlots y criaderos de cerdos de gran escala. No es que surgió de la noche a la mañana. Hoy ya existe normas a cumplir para cualquier caso de producciones intensivas que se quieran crear”, señaló el experto a Bichos de Campo.
Maisonnave regresó a la Argentina para formar Ambientagro, una empresa que brinda soluciones para el manejo de efluentes en cualquier establecimiento pecuario intensivo. El tipo vio la oportunidad de una rama que tiene mucho para crecer en el país. “Es un buen campo futuro para los agrónomos”, destacó.
Aquí la entrevista completa:
En el país el tratamiento de efluentes en tambos, feedlots y criaderos de cerdos empezó a ser considerado por parte de los mismos productores desde hace unos pocos años. Pero para Maissonave la obligación de tratar estos desechos contaminantes debe partir del Estado, con normativas que dejen claro que no se puede abrir ningún establecimiento pecuario intensivo sin una licencia ambiental, ni sin que se diga dónde se van a aplicar los desechos generados.
“Claro que el beneficio para el campo es notable. Las excretas como fertilización se usan desde hace miles de años. Y con solo probarlas en una temporada, los resultados están a la vista. Claro que la complicación mayor pasa por el manejo de las cantidades y tener la maquinaria adecuada”, detalló el técnico.
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“En Estados Unidos, en aquellas granjas que no poseen la tierra para depositar el efluente generado, se deben realizar contratos con vecinos para ubicarlo como enmienda orgánica. Recién ahí el Estado brinda la licencia ambiental para abrir el establecimiento”, ejemplificó.
Eso, aquí en el país, todavía se ve complejo. Mucho más en los casos donde haya que trasladar largas distancias el efluente. Pero en principio, se debe fortalecer y aceitar la aplicación en los campos cercanos.
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Para poner números de la magnitud de desechos con los que se encuentra un establecimiento, puede decirse que una vaca lechera en sala de ordeñe genera entre 50 a 70 litros de efluentes por día y una madre dentro de un criadero de cerdos depone hasta 150 litros por día.
“Cuando hacés la cuenta del fósforo y nitrógeno que tenés ahí, son miles de dólares que genera un criadero. Los que tienen campo propio y compran fertilizante, la verdad que no tiene ningún sentido. La premisa nuestra es siempre reemplazar el 100% del fertilizante comercial”, explicó el técnico.
“Además el beneficio para los suelos es alto en aquellos ambientes degradados. Hay una fertilidad física que aporta la bosta de los animales que no te aporta el fertilizante inorgánico” , añadió.
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Bichos de Campo lo consultó sobre cómo ve el futuro de la organización de productores que realicen el tratamiento adecuado: “Los grandes y medianos se podrán comprar las máquinas, y los chicos deberán asociarse, algo poco probable en este país. Seguramente la figura del contratista aparezca cada vez más”, finalizó Maisonnave.