Carolina Sasal es la jefa del departamento de recursos naturales y gestión ambiental del INTA Paraná. Esta ingeniera agrónoma, recibida en la Universidad Nacional de Rosario, se especializo con una maestría en suelos y desde hace 10 años investiga desde la Experimental Paraná el movimiento de los plaguicidas en el campo y los cursos de agua: arroyos, ríos y napas.
La provincia de Entre Ríos es un buen contexto para evaluar el impacto ambiental de los químicos utilizados en el agro, por la fragilidad de sus suelos, que son de baja infiltración, y los terrenos con pendientes. Allí además llueve mucho (más de 1.000 milímetros anuales) y los cursos de agua cruzan toda la geografía provincial.
“Todos los ambientes son distintos por infinidad de variables. Por eso debemos analizar bien el impacto de cada práctica para dicha zona. Para estos casos, pregonar prácticas conservacionistas de suelo es fundamental para que ir hacia lugares indeseados”, manifestó la agrónoma en Bichos de Campo. Con el correr de sus estudios, Sasal se dio cuenta rápidamente de que los agroquímicos se movían con el agua de manera superficial o infiltraban fácilmente hacia las primeras napas en aquellos suelos agrietados.
Aquí la entrevista completa con Carolina Sasal:
Sasal midió e identificó al glifosato por el hecho se ser el herbicida más utilizado en el país. Desde la aparición de la sojha transgénica resistente a fines de los 90, se incrementó mucho su dosis. Y todavía más sucedió lo mismo con la aparición de las malezas resistentes. “Antes se usaba 1 litro por hectárea y hoy hasta 4, y combinado con otros productos”, identificó la especialista del INTA.
“Es cierto que no es el peor agroquímico, y que los microorganismos lo pueden degradar por absorción de uniones fosfato. Pero hay tiempos biológicos. Se usa tanto, y en diferentes momentos, que hace que la capacidad de los suelos no alcance”, advirtió Carolina.
Y añadió: “Esa propaganda que hablaba que se ‘desactivaba’ al tocar al suelo no es así. Por eso hay que tender a disminuir el uso y siempre con buenas prácticas de conservación de suelos, para que (el glifosato) queden en el lugar donde fue aplicado”.
Sasal no dice lo que dice desde un lugar ajeno al agro. Es hija y nieta de productores entrerrianos, por l que no desconoce las necesidades de los chacareros. HJa tenido largas sobremesas discutiendo sobre el tema agroquímicos con su propia familia. “Por suerte la mirada defensiva que estaba teniendo el sector está cambiando, y hay otra apertura ahora. Antes había mucho de desconocimiento y hoy lo que explicamos suena lógico. A partir de ahí los debates toman otro vuelo”, destacó.
En aquellas discusiones familiares, confiesa Carolina, su padre no podía creer cómo es que el equipo liderado por su hija había encontrado rastros de glifosato en el río Paraná siendo que él usaba tan solo un litro. Y ella le explicaba que lamentablemente muchas veces se usa mucho más que eso. Y a veces de mal modo.
“Ese abuso hizo que el impacto sea mayor. De todas formas, creo que estamos encaminados hacia una salida. No me gustan las voces de conflicto, entre todos podremos encontrar la salida”, se ilusiona Sasal.
La colega confunde la relación glifosato-suelo con polución o contaminación y creo que su trabajo tiene el sesgo de imponer o sumarse a una campaña más política que científica. El uso de un agroquímico puede ser adecuado o no y esto repercute en lo ambiental. No es nueva esta dicusión y hasta diríamos, cansa por lo obvio, pero en este mismo número de B de C está planteado: https://bichosdecampo.com/requiem-al-glifosato-esta-probada-su-seguridad-si-se-hace-un-uso-responsable-destaca-federico-landgraf/
Ing. Agr. (MSci.) Eduardo Buffa. Cátedra de Edafologia, FCA-UNC