Los más reconocidos chef de los restaurantes famosos suelen poner su firma en los platos que elaboran. Los comensales se sienten así agasajados: no solo porque comen un plato delicioso sino también porque es “exclusivo”: un cocinero de elite aparece claramente involucrado en la elaboración del mismo, asume el riesgo y comparte su prestigio con los comensales.
La ganadería argentina está lanzada hacia un proceso de intensificación en el que una materia clave resulta ser la alimentación de los bovinos, que cada vez es más sofisticada y utiliza un mayor número de ingredientes. Los feedlots o corrales de engorde han pasado a ser una pieza clave del proceso productivo, y allí -cual restaurante- comienzan a tallar cada vez con más fuerza los expertos en nutrición. No son cocineros pero más o menos, porque preparan las raciones justas para cubrir los requerimientos de los animales.
En este contexto de acelerada especialización en el campo de la nutrición animal, en la Argentina ya existen media docena de “chef” que incluso han decidido elaborar sus propias raciones o platos, y que le ponen su firma al producto comercial. Uno de estos pocos casos es el de la dupla formada por Juan Elizalde y Sebastián Riffel, que se asociaron con la firma Provimi, adquirida hace un tiempo por Cargill y con planta en Venado Tuerto, y proponen a sus clientes “soluciones integrales” para alimentar a su ganado.
De esa experiencia, y de la evolución del feed lot en la Argentina, hablamos con Riffel. Mirá acá la entrevista completa:
Riffel explicó que junto a Elizalde diseñaron una línea de suplementos vitamínico-minerales para el engorde bovino “que cubre todos los requerimientos de macro y microminerales, vitamina D y monensina”.
Luego enfatizó: “Es lo que recomiendo y tiene mi firma por estar convencido de lo que hay que usar”.
Según Riffel, los feedlots llegaron a la Argentina para quedarse, aunque todavía hay que trabajar mucho en la eficiencia del sistema. No solo en la confección de las raciones sino también en el manejo. “Uno en el corral es menos permisivo a la hora de tener errores porque a diferencia del manejo pastoril el período de tiempo para lograr resultados es más rápido y hay que sacarle provecho”, explicó el experto.
“Hay una evolución hacia el profesionalismo, pero el 50% de los feedlots todavía son desprolijos. Y trabajar bien o mal es el cambio entre ganar o perder plata. Un feedlot bajo los mismos parámetros de costos y precios de insumos puede perder hasta 1.000 pesos por cabeza, o ganarlos si es que hace las cosas bien”, destacó Riffel.
Para tener el mejor restaurante, desde esta lógica, hay que estar pendiente de todos los detalles y no solamente ofrecer los mejores platillos. “Además del alimento (que es una parte del éxito del manejo a corral), hay que hacer una buena lectura de comederos, que no les sobre ni falte alimento. Trabajar con 2 o 4 frecuencias de alimentación y que nunca haya comida en exceso. Y siempre reducir los desperdicios, tanto en el patio de comida como en la distribución. Todo eso hace a la eficiencia del uso de los alimentos, más allá de la fórmula diseñada”, explicó el especialista.
Bichos de Campo preguntó si el crecimiento del feedlot implica el final de la ganadería de base pastoril tradicional en la Argentina. Riffel contestó que los corrales deben funcionar como un complemento al modelo pastoril.
“Debe ser un eslabón más en el ciclo de producción del novillo. No hay que hablar del feedlot que cría y termina a un ternero bolita, sino hacer recrías a pasto -que pueden ser cortas (6 a 8 meses) o largas (un año en alfalfas por ejemplo)-, donde el novillo entra a terminarse en los corrales durante 70 a 80 días. Sino hacemos esto y ese novillo siguiera a pasto, tardaría 6 a 8 meses en terminarse”, explicó el experto en nutrición.
El especialista que pone su firma a las raciones sí ve en el feedlot una herramienta ineludible para llegar al novillo pesado que se desea producir para exportar. Pero a la vez advirtió que “hay que aprovechar la producción de pasto en distintos ambientes que tiene la Argentina”.
En cuanto a la imagen negativa que una parte de la sociedad tiene sobre el sistema de producción intensivo en los feedlot, Riffel reconoció que el maltrato animal y el hacinamiento existen en algunos establecimientos que trabajan mal. Pero aclaró que si los animales ganan peso a tasas superiores a 1 kilo por día, no hay forma de que la estén pasando mal.
“Hay una gran tarea por hacer en bienestar animal pero hay muchos que trabajan bien y son los que obtienen resultados positivos”, afirmó. Y destacó que la carne de feedlot argentina es “la más natural” del mundo, ya que en el país no se utilizan anabólicos u hormonas de crecimiento, como sí sucede en otros países ganaderos.