Ante el aluvión de nuevas aplicaciones y herramientas digitales capaces de ser puestas al servicio de la producción agropecuaria, cabe lugar a la pregunta por su real utilidad. Estos desarrollos apuntan principalmente a cuestiones ambientales y climáticas como el monitoreo de malezas y condiciones del suelo, e incluso pisan fuerte en el sector financiero y de negocios. El atractivo es claro: pueden ayudarnos a tomar decisiones. Pero aun así, pareciera que falta un camino por recorrer hasta que la mayoría de los productores se decida a implementarlas.
“Las aplicaciones sirven. Hay muchísimas para el agro, cada una con sus limitaciones, pero mal que mal sirven. Algunas requieren más intervención del usuario que tiene que cargar datos, y quizás eso limita su uso. En otras se puede consultar información y ve que esas son las más utilizadas. Las que más nos interesan son las de toma de decisiones. Uno está en el medio del campo y dice bueno, si conocés cuánto estoy sembrando, cuándo lo sembré, cuánto lo fertilicé, decime si mejora o no que aplique de nuevo fertilizantes”, dijo a Bichos de Campo Carlos Di Bella, ingeniero agrónomo y consultor en Agtech con años de investigación en el INTA y en el Conicet.
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Ese impulso por querer conocer el mejor curso de acción posible impulsa al productor a hacer un ejercicio que no siempre es parte de la rutina cotidiana: la disciplina por registrar y hacer cargas de datos.
“Sirven para cambiar el chip del productor, son herramientas que lo ayudan a ejercitarse en ese sentido”, consideró el especialista.
Sin embargo los “pero” nunca faltan y Di Bella reconoce ciertos limitantes, algunos de ellos externos a estas nuevas tecnologías, que podrían ser la razón por la que todavía hay reticencia a adoptarlas.
“Para estas agriculturas inteligentes que se vienen vamos a necesitar conectividad, y ella en nuestro país es absolutamente deficiente. La conectividad está en los caminos, en algunas estaciones de servicio y en algunas ciudades. En el campo no está. Pensar que uno en el medio de un lote puede estar aportando información y recibiendo información de un servidor, y que me lo procese en tiempo real, es imposible”, señaló el agrónomo.
Ese obstáculo recae en aquellas aplicaciones que sí o sí requieren ser implementadas dentro del lote, como las de monitoreo y reconocimiento de malezas para hacer pulverizaciones inteligentes que se nutren de videos alojados en la nube.
“Un sistema que reconozca malezas y que le diga que pulverice en nanosegundos, sin conectividad es imposible”, sostuvo Di Bella.
La segunda limitante reconocida por el especialista es la dimensión redituable del uso de estas herramientas digitales.
“No tenemos dimensiones económicas de los beneficios de usarla. Yo adopto esta tecnología, contrato esos sistemas, ¿pero qué beneficios me da? Yo miro las imágenes. ¿Ese pronóstico cuánto mejora mis decisiones? ¿Esta ambientación cuanto me beneficia? Todo lo que tiene que ver con la valorización económica de estas herramientas no existe. Y es muy variable. Generalizar en estos contextos económicos y productivos es difícil”, indicó.
¿Y el tercero? La falta de interacción con los usuarios, que en muchos casos se mantienen pasivos frente a la aplicación.
“Muchas herramientas que hoy conocemos se están nutriendo de información como la ubicación, qué compraste, etc. Eso en el agro no está pasando. No estamos aprovechando lo que esa persona ingresó, si dijo que había llovido, datos del terreno real. No estamos aprovechando esa mega data para mejorar los sistemas de manejo y pronóstico”, remarcó Di Bella.
-Necesitan continuidad.
-Necesitan algo que los integre y los procese.
-Entonces del uno al diez en el camino hacia la agricultura digital, estamos en pañales.
-Para hacer esa agricultura inteligente que algunos pronostican para dentro de diez años, me parece que nosotros del uno al diez vamos por el escalón uno.
-¿Cuál sería el pendiente más grande?
-El pendiente número uno que va a dar ese salto cualitativo es el de la conectividad. Pero tampoco negativicemos mucho las aplicaciones porque por el momento, con lo que hay, demasiado se está haciendo.
-Hay buen nivel