Gustavo López, analista del mercado de granos, brindó una de los últimas charlas en A Todo Trigo, el congreso que se realiza en Mar del Plata. Fue una de las más espectaculares, pues brindó un panorama de lo que sucede en el mercado triguero en estos meses conflictivos, con la guerra entre Rusia y Ucrania como factor desestabilizante. Ambos países explican cerca del 30% de la provisión del cereal al mercado internacional, Pesan bastante.
La pregunta qué todos se hacen es lógica: ¿Qué otros países con excedentes trigueros podrán aprovechar este bache en la oferta provocada por le conflicto? ¿Será tan grave la situación? ¿Cómo se beneficiará la Argentina?
“Nosotros la vamos a ver pasar, como tantas otras veces”, resumió en un tramo de su larga charla el consultor de Agritrend, que suele presentar sus escenarios comerciales en los congreso organizados por la Federación de Acopiadores. Este cuadro presentado por López resume bien la situación: entre los países productores y exportadores de trigo, la Argentina figura en el lote que reducirán su participación en el mercado, justo cuando este está sumamente demandante y lo muestra ofreciendo precios récord.
Como se ve en el gráfico que elaboró López, La Argentina -que exportó 16 millones de toneladas de trigo en el ciclo 2021/22, gracias a tener una producción récord de 22,1 millones de toneladas- reducirá su oferta exportable el próximo año 2022/23 a solo 14 millones de toneladas. Esto va en línea con los pronósticos de siembra y cosecha que se han escuchado en este encuentro: la Bolsa de Cereales pronosticó una caída del área sembrada y una cosecha que sería de solo 20,5 millones de toneladas.
No hay que desconsolar. Otros países productores que suelen competir con la Argentina al parecer también reducirán sus volúmenes exportables. Sucede con Australia y con los Estados Unidos, que tampoco parece podrán capturar la porción de mercado que perdería Ucrania, la que vería reducidas sus exportaciones de 19 a 10 millones de toneladas, casi la mitad. En el escenario bélico actual todo es una intríngulis, ya que la cosecha en el país invadido por los rusos la cosecha del cereal debe comenzar el mes que viene.
Rusia, el país invasor, podría ser -si las sanciones económicas no lo impiden- el principal país beneficiario del retroceso ucraniano. Lo mismo que la Unión Europea y Canadá, que incrementarían fuertemente sus embarques en la campaña que se está iniciando.
Otro cuadro presentado por López muestra los potenciales importaciones de trigo el año entrante, en un mercado que movilizará 205 millones de toneladas (diez veces la producción argentina), y cuya demanda crecerá a pesar del conflicto bélico. Más de la mitad de la demanda proviene de un país: Egipto. Hasta ahora la Argentina no hace pie allí, donde el suministro del cereal es estratégico y es manejado por el propio Estado.
Gustavo Idígoras, el presidente del Centro de Exportadores de Cereales (Ciara-CEC), durante su participación en al mesa triguera, contó que habían mantenido contacto con las autoridades de Egipto, interesadas en buscar nuevos proveedores, ya que ellos dependen mucho del suministro desde la zona de conflicto, lo mismo que la mayor parte de los países de África. El ejecutivo que representa a las cerealeras contó que ya habían anotado negocios por 8 millones de toneladas del trigo que se va a cosechar a partir de fin de año. Es decir que queda poco disponible. Luego los egipcios se quejaron porque habían escuchado la noticia de la aprobación en el país del primer trigo transgénico del mundo y ahí nomás cortaron la charla: ellos importan solo cereal no OGM.
Gustavo López no debió insistir demasiado para que quedara claro que en un mercado del trigo cada vez más demandante y con altos precios, la Argentina no podrá aprovechar la situación. La política interna es el gran contrapeso para que la producción triguera no explote, como debería suceder en un país normal.
Incluso López se permitió mostrar un cuadro para graficar por qué dormir la siesta interna, como hace la Argentina, le puede costar caro inclusive en mercados casi cautivos, como Brasil.
El gráfico compara la situación de abastecimiento interno de trigo de Brasil en los últimos 20 años, El dato clave es que entyre 2002/03 la producción de trigo en el vecino país pasó de casi 3 millones de toneladas a casi 11 millones. Esto -y no la oferta argentina- permitió atender un consumo creciente de trigo en el mercado brasileño e incluso reducir la dependencia de las importaciones. Todavía peor, ya van dos años en los que Brasil es exportador neto de trigo, con más de 3 millones de toneladas.
La conclusión es tristísima: La Argentina no podrá aprovechar la mayor demanda de trigo porque su oferta exportable caerá el año que viene. En cambió sí lo haría parcialmente Brasil, su histórico cliente.