Con el objetivo de ajustar su producción a las nuevas y múltiples demandas de los consumidores, el Grupo Marfrig se unió a la carrera que ya corren muchas firmas a nivel internacional: la de analizar el impacto ambiental de los productos alimenticios que colocan en el mercado.
Luego de 18 meses de análisis y estimaciones realizadas en conjunto con el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), y con productores de la región núcleo que abastecen de materia prima a la empresa, el gigante brasilero presentó hoy los resultados del estudio de impacto ambiental de dos de sus productos estrella: las hamburguesas de la marca Paty y la carne vacuna envasada al vacío.
El trabajo tomó como objeto de estudio a un kilo de corte de carne enfriado y sin hueso, y a un kilo de hamburguesas listas para ser consumidas. El muestreo se hizo en torno a la planta que la empresa posee en San Jorge, provincia de Santa Fe, y a seis establecimientos ganaderos: La Carreta, en Villa Minetti, Santa Fe; Toro Sentado, en Calchaquí, Santa Fe; Establecimiento Los Charabones, en Montefiore, SantaFe; Estancia Las Lomas, en General Roca, Córdoba; Huelucán, en Buena Esperanza, San Luis; El Paso, en General Pedernera, San Luis.
La elección de dichos establecimientos, según pudo saber luego Bichos de Campo, responde al abastecimiento directo que posee la planta San Jorge, siendo ellas las unidades productivas más representativas en función de la cantidad de ganado que manejan.
La metodología empleada para realizar el estudio fue la misma que se utilizó en el primer estudio de impacto ambiental realizado por el frigorífico Logros, en Córdoba: el análisis del “ciclo de vida”.
“Se trata de una técnica que permite evaluar los impactos ambientales en todo el ciclo de vida de un producto, a partir de la recopilación y evaluación de las entradas, las salidas y los impactos ambientales potenciales de un sistema”, explicó en el encuentro Leticia Tunietti, ingeniera industrial especialista en Ingeniería Ambiental del INTI.
En este sentido, las etapas analizadas comprendieron desde la producción ganadera a campo, pasando por el proceso de traslado, faena y elaboración en planta, hasta el momento de la distribución, disposición final del producto y consumo.
La unidad de medida utilizada en el estudio fue la de dióxido de carbono equivalente, aunque también se tuvieron en cuenta otros gases de efecto invernadero como el metano y el oxido nitroso, cuyo poder de calentamiento es superior al CO2 (el metano caliente entre 24 y 28 veces más, y el oxido nitroso 270 veces más).
Los 8 impactos evaluados por los especialistas en este esquema fueron: huella de carbono; huella de agua; potencial de eutrofización; potencial de acidificación; consumo de recursos escasos; fósiles y materiales; formación fotoquímica del suelo y emisión de gases que contribuyen al adelgazamiento de la capa de ozono.
¿Qué es lo que se logró determinar? En el caso de la carne enfriada sin hueso, los analistas concluyeron que por cada kilo de producto se emiten 38.8 kilos de dióxido de carbono equivalente. En el caso de la huella del agua, que se multiplica por el factor de escasez de cada región en particular, por cada kilo de producto se emplean 1.51 metros cúbicos.
“Todo lo que tiene que ver con la cría, la recría y el engorde es la etapa que mayor impacto ambiental general. Esto no sorprendió. Siempre cuando hablamos de carne, entre el 80% y el 90% de la huella de carbono se da en la etapa primaria. Y también por el rendimiento. Necesitamos entre 2.5 y 3 kilos de carne peso vivo para tener un kilo de carne sin hueso”, indicó Tunietti.
En el caso de las hamburguesas, por cada kilo de producto se emiten 3.44 kilos de dióxido de carbono equivalente, y poseen una huella de agua de 2.92 metros cúbicos.
“Este impacto es superior la etapa de conservación con uso de energía eléctrica. La energía eléctrica en nuestro país se genera en un 30% aproximadamente a través de energía hidroeléctrica. Ahí entran en juego embalses y hay una evaporación de agua que contribuye y suma a la huella de agua que tenemos acá”, señaló la especialista.
Ahora bien, ¿son estos resultados positivos? Tunietti indicó que los resultados para el “impacto climático” de la producción de carne sin hueso son similares a los obtenidos por otros estudios internacionales, mientras que aquellos correspondientes al uso de agua son inferiores a los de otras empresas.
En el caso de las hamburguesas, los valores encontrados resultan inferiores respecto de otros estudios publicados a nivel internacional.
Hacia el cierre del encuentro, las autoridades de Marfrig indicaron que la información resultante del estudio será presentada como informe a entidades certificadoras para su verificación, con el objetivo de obtener una Declaración Ambiental de Producto (EPD por sus siglas en ingles) y un nuevo tipo de etiquetado en sus productos.
Aprovechando la presencia de Gustavo Kahl, CEO de Mafrig, Bichos de Campo consultó por los planes de la empresa en torno a las nuevas exigencias de Europa por la carne proveniente de zonas libres de deforestación.
“Nosotros estamos haciendo desde nuestro lado lo que podemos desde los productos que nosotros comercializamos y de ahí para adelante vamos a seguir trabajando junto a nuestros clientes. No solo Europa sino nuestros clientes y el mundo nos exigen ser cada días más obedientes en todo lo que tiene que ver con sustentabilidad. Vamos a seguir trabajando en esa línea, comprometidos para llegar a lo que exige Europa a partir del año 2030, pero más allá de eso, para estar cada día un poco mejor”, dijo en primera instancia.
A continuación, indicó: “Nosotros hoy hacemos una geolocalización de toda la hacienda que producimos acá. Eso nos los exige por ejemplo un cliente como McDonald’s, quien se comprometió a cumplirlo en un par de años, y nosotros acompañamos ese viaje. Si nosotros recibimos hacienda de zonas deforestadas, se segrega eso y empezamos a trabajar para que eso se vaya limpiando para adelante”.