Agroactiva fue el lugar elegido por productores porcinos para protestar por el ingreso de carne porcina brasileña, un fenómeno promovido por las distorsiones generadas por el “cepo cambiario”, que actúa como una suerte de “subsidio” para importadores que tienen la suerte de conseguir divisas al tipo de cambio oficial.
Buena parte de la distorsión comercial no es culpa de los brasileños, sino del “subsidio” indirecto generado por el “cepo cambiario”, dado que el tipo de cambio oficial (126,7 $/u$s) es sustancialmente inferior al valor real del dólar negociado en el mercado bursátil argentino (217,4 $/u$s).
Si bien los animales no estaban en los corrales por una cuestión sanitaria, los productores de cerdos viajaron la semana pasada hasta la la sede de Agroactiva para quejarse por la importación de carne que está llegando desde Brasil a valores más competitivos que los presentes en el mercado argentino.
Marcos Diankoff es un productor y veterinario santafesino que posee unas 400 madres en tres establecimientos que rodean la capital provincial y es integrante de la Asociación Argentina de Productores Porcinos.
En diálogo con Bichos de Campo, Marcos explicó que “Brasil se preparó para un mercado como el de China, que recuperó stock (porcino) y entonces quedaron con sobre stock” al no poder exportar todo lo que tenían previsto a la nación asiática.
“Lo que vemos es que la producción de Brasil se está vendiendo por debajo de los costos de producción. No queremos cerrar la frontera. Tienen un costo de 1,30 dólares por kilo de cerdo producido y está entrando carne de Brasil a razón de 0,85 dólar por kilo vivo; esto está perjudicando nuestro mercado”.
“No solo se resume a una cuestión de costos, sino que muchos cortes que llegan congelados para la industria se están descongelando y vendiendo como carne fresca”, apuntó el empresario porcino. Para ponerlo en números, el especialista explicó que “este año importamos casi 90% en relación al año pasado y más de 180% en relación al 2020; bondiola, solomillo, pulpa y carré son los cortes que más se importan. El mercado está muy saturado”.
Esta realidad que graficó Diankoff se completa con un aumento de los costos de producción, situación que no sólo se presenta en la Argentina, sino a nivel mundial con la suba registrada por los granos luego de la invasión de Ucrania por parte de Rusia.
“Por el alto costo del maíz y los derivados de la soja, sumado a los productos sanitarios que también están dolarizados, hoy productores pequeños y medianos están en situación de quebranto. Los costos de producción superan el precio de venta del cerdo. Siempre decimos que el cerdo come dólares y vende pesos”, remarcó.
“Demostrar dumping es muy difícil y costoso para nosotros como productores. Para ellos la producción de carne es política de Estado. Pedimos que sea un competidor sano. Que no nos tiren un problema a nosotros que ya tenemos varios” resumió el productor.
“Le reclamamos al gobierno nacional, pedimos que se impongan licencias no automáticas para la importación de bondiola y solomillo. Nos respondieron que iban a hacer licencia no automática para todo, pero no pasó nada; no se frenó la importación desmedida”.
Si las divisas escasean, una pregunta recurrente es para qué se destinan a importar un producto existente en el país. “Lo hacemos muy bien acá y, por otro lado, muchas veces no hay dólares para insumos o equipamientos que necesitamos para producir y generar empleo genuino, que fomenta el arraigo territorial”, se quejó Diankoff.
“Por cada dólar que se invierte en incrementar la producción de carne porcina, se generan dos dólares en divisas de forma permanente, producto de la sustitución de consumo de carne vacuna en porcina, permitiendo exportaciones de carne vacuna y abasteciendo al mercado local a precios más competitivos”, aseguró.
“Nosotros producimos cerdos, no cortes de carne solamente, Algún distraído puede decir que la importación sólo representa un porcentaje muy bajo del consumo de cerdo en el país, pero cuando comparas por cortes, por ejemplo la bondiola, lo que se importa es más de un 30% del consumo en Argentina. No podemos hacer un cerdo sin bondiola”, finalizó el productor.