La Universidad Nacional del Litoral, ubicada en la ciudad de Esperanza, en Santa Fe, es considerada como una referencia mundial en lo que tiene que ver con la enseñanza académica en producción láctea, dado que se encuentra emplazada y rodeada por la cuenca lechera más importante de nuestro país.
Dentro de la Universidad está la Escuela de Agricultura, Ganadería y Granja, donde se estudia la carrera de técnico en producción agropecuaria, y su currícula incluye 15 secciones didácticas y productivas, entre las que se encuentra el tambo.
Esta escuela granja está en una extensión de 70 hectáreas, de las cuales 50 se destinan a la producción de leche. Además, está en un área de suelos clase 3 y 4 sobre la cuenca del Río Salado. Allí hay unas 120 vacas en ordeñe.
Gastón Reibel y Estefanía Perino son dos de los baluartes que llevan adelante este proyecto actualmente, quienes deciden presentarse como tamberos e instructores.
Y ambos están orgullosos de lo que pasa en ese tambo diariamente. La enseñanza académica en muchos casos se da en ambos sentidos: Los docentes enseñan sus experiencias técnicas, pero muchas veces los alumnos son quienes también traen sus propios conocimientos y saberes culturales al tambo escuela, y se genera un ida y vuelta enriquecedor.
Reibel lo presenta así: “Es una unidad académica productiva, pero para ser académica, para poder mostrarle algo a los alumnos, algo que sea para futuro, tiene que ser productivo. Y además los contadores nos piden que sea productivo. Históricamente se manejó a la antigua, un animal por hectárea, con márgenes de ganancia bastante bajos. Y bueno, ahora nuestra idea fue regenerarlo, aumentarle un poco la carga animal aumentando la carga forrajera, la fertilidad del suelo y el manejo del suelo”.
Por su parte, Perino describe la rutina diaria que tiene el tambo: “el 70% es pastoril, donde los animales están mayormente dentro del forraje. Solamente se mueven hacia el ordeñe una o dos veces al día. Nuestra rutina es arrancar 06:00 con el ordeñe, hacemos una rutina completa donde pasan los 120 animales y luego vuelven al forraje, donde pasan la mayor parte del día. Contamos con aguadas, piletas de agua presurizada que se mantienen limpias y frescas. Cuando ellas quieran se les va dando de a poco las parcelas. A la tarde vuelven, a las 17:00 de la tarde es de nuevo nuestro ordeñe”.
Sobre esto, y el destino de la producción del tambo escuela, Reibel cuenta: “Nos jactamos poco en decir que tenemos una rutina de ordeñe bastante buena, donde obtenemos leche de calidad. Normalmente estamos entre las 190.000 y 200.000 células somáticas, trabajando por debajo de los 8.000 de bacteria. En cuanto a sólidos, estamos trabajando un promedio de 4.1% de grasa, 3.55 de proteína”.
La mayoría de la producción que realizan en el tambo tiene destino de venta a una empresa particular, siendo el 85% de esto lo que va a la industria. El resto se utiliza para la escuela.
“La escuela tiene una industria láctea donde se hacen quesos, yogures y se procesa leche para el uso del comedor. Cuenta con internado la escuela. Parte de lo que se produce dentro de la escuela se procesa dentro de la escuela. Es un aprendizaje en conjunto. Se puede utilizar en el comedor o también tiene una periodicidad que mucha gente opta por ir a buscar productos orgánicos a la escuela”, describe Reibel.
Mirá la entrevista completa con Gastón Reibel:
Perino, quien se encarga de la maternidad bovina, analiza en parte su día a día y cuenta la experiencia educativa: “Mi trabajo es supervisar desde que quedó preñada la vaca, porque también hacemos inseminación, seguimos a la mamá todo el tiempo, controlando individualmente incluso en el momento del parto. Siempre estamos tratando de ver lo que sea un parto normal, tranquilo, todo el seguimiento y llegar a un ternero en 60 días con 85 y 100 kilos ya preparado para una recría. Hacemos más hincapié en lo que es recría de hembras. Los machos los vendemos y nos basamos más en las hembras”.
A su vez, Estefanía cuenta la experiencia de ese doble aprendizaje, en ambos sentidos, cuando los alumnos llegan al tambo y conocen por herencia lo que hay que hacer: “Si, eso siempre lo tenés, todo el tiempo. Hasta cuando tenemos la charla de productores también, tenés el productor o el hijo, que tienen su propio conocimiento y es su conocimiento. Me parece bárbaro, Lo que hacemos es transmitir lo que sabemos y lo que no está funcionando a nosotros en este momento, en ese lugar, con 120 vacas en 60 hectáreas, después cada productor o hijo toma lo que necesita, lo que le sirve, lo que cree que va a ser bueno para su campo”.
Mirá la entrevista completa con Estefanía Perino: