Por Nicolás Razzetti.-
Las subas en las tarifas de gas y luz que comenzaron a regir en el arranque del mes complican a los frigoríficos, que ya venían castigados por otros flancos, como el bajo precio del cuero y otros subproductos de la faena, y la falta de actualización en el precio de la carne vacuna.
El impacto del aumento de las tarifas en las boletas será desigual en función de tipo y tamaño de la empresa. Para los frigoríficos que trabajan con faena propia, la mayor parte del costo de producir carne se lo lleva el precio de la hacienda. Para los que trabajan con usuarios (matarifes), la ecuación es totalmente diferente, ya que todos los gastos se cubren con el ingreso que se genera por la venta de subproductos, cuyos precios vienen en picada desde hace tiempo.
Miguel Schiartiti, que acaba de presentar la renuncia como director ejecutivo de Cadif (una cámara que reúne a los frigoríficos orientados al consumo), destacó que la suba en las tarifas de la luz complica especialmente las cuentas de ese tipo de empresas.
“Cualquier frigorífico chico paga 300 mil pesos mensuales de energía eléctrica, por lo que un aumento del 50 o 60% sólo en ese costo complica más las cosas”, evaluó.
También se prevé un aumento del gas, que en el rubro se utiliza para calentar el agua con el que se estirilizan los materiales que se usan en el proceso de faena. Como si eso fuera poco, este año el gasoil, necesario al interior de las fábricas pero también en el reparto de la carne, tuvo un salto significativo. Acaba de subir otro 6%.
Esta suba de los costos energéticos es difícilmente absorbible por las empresas de faena, sobre todo si solo prestan servicios a cambio del “recupero”. Sucede que el precio del cuero está en baja desde hace unos dos años y en las últimas semanas se acumulan los casos de frigoríficos que se ven obligados a salarlos porque las curtiembres no los retiran. “El problema es el costo financiero de almacenar una mercadería que no tiene valor y con la que pagaban los costos operativos” explicó Schiaritti. Por eso en mucha zonas del país las empresas se vieron obligadas a cobrar a los matarifes por usar el frigorífico en lugar de retribuirles con el “recupero” por la venta de cueros, cebos y achuras.
A esta caída de los subproductos se agrega el retraso relativo en los precios del ganado, al menos frente al índice de precios al consumidor. Así, si la inflación ronda actualmente el 25% en los últimos doce meses, el precio de la carne aumentó sólo 15% en forma interanual, lo que significa una pérdida del valor real del producto.
La producción de carne vacuna creció entre enero y octubre en 180 mil toneladas, de las cuales un tercio fue a la exportación y el resto al consumo doméstico. Ambos mercados reaccionaron bastante bien a la abundancia, porque no hubo crisis de precios ni caídas significativas, pero también hay que señalar que los valores al consumidor comenzaron a retrasarse.
Mario Ravettino, del Consorcio de frigoríficos exportadores ABC, dijo que “preocupa” el impacto la suba de tarifas y que si bien “los reintegros ayudan y hay total colaboración del Gobierno en muchos temas importantes, la competitividad sectorial no está en un buen momento, pues no hay márgenes de rentabilidad sostenibles”.