“En enero hubo una avalancha de importaciones de carne porcina que comenzó en realidad en los últimos meses del año pasado”, señaló el consultor Juan Uccelli. Según datos publicados por la Secretaria de Agricultura, en 2024 se importaron 23.000 toneladas de esa carne, lo que significó un incremento de 38% con respecto al año anterior.
El mayor salto se dio en el último cuatrimestre y especialmente en diciembre cuando ingresaron al país 5.500 toneladas.
La tendencia continuó en el arranque del año. En enero entraron 4500 toneladas, lo que triplicó el registro de igual mes del 2024.
Esta situación se repitió una y otra vez sobre todo en los años 90, cuando la situación cambiaria favorecía el ingreso de esa mercadería.
Con el retraso que tiene el dólar, el negocio vuelve a ser apetecible. El problema es que se da en otro escenario productivo y comercial que perjudica seriamente al sector.
La ganadería porcina lleva al menos dos décadas de crecimiento ininterrumpido y eso continúa, ya que es reflejo de las inversiones que se vienen materializando, lo que redunda en una mejora de la productividad. El año pasado la producción de carne porcina creció otro 3 por ciento y en casi su totalidad se vuelca al mercado interno.
Según los datos oficiales, el consumo per capital fue de 17 kilos, cuando pocos años atrás era mucho menor. De acuerdo con datos privados, que se basan en la venta de insumos para el cálculo de la producción, el consumo consecuente sería de 23 kilos. La diferencia estaría en la mayor venta en negro, a la que se recurre para compensar ineficiencias que los funcionarios no corrigen, como el diferencial de IVA que rige para las inversiones y el de la venta de carne.
A la mayor oferta de carne porcina se suma la alta disponibilidad de carne vacuna y de pollos. En el caso de la bovina, si bien hay una baja en la faena también se cayeron las exportaciones y eso generó un incremento del consumo doméstico en el arranque del 2024. La producción de pollos se sostiene y permite un consumo de 46/48 kilos por habitante.
En estas condiciones, facilitar o permitir la importación de carne porcina no hace otra cosa que afectar al negocio y a los productores, por eso el precio del capón se estancó y comienza a deteriorarse el margen.
“Entramos a los meses de menor consumo con un precio de capón que se estancó en los 1800 pesos. En febrero el valor no tuvo actualización y en esto influye fuertemente la importación de carne que es consecuencia de la cuestión cambiaria”, explicó Uccelli.
“Por ahora, el margen bruto del sector sigue siendo positivo gracias a que no se dispararon los precios de los granos, pero se va deteriorando por el retraso que tiene el capón”, añadió el consultor a continuación.