El faltante de lácteos de consumo masivo (en especial las marcas de leche fluida incluidas en el programa de Precios Cuidados) tuvo gran repercusión en medios nacionales y redes sociales en los últimos días. Bichos de Campo había advertido días atrás que se había producido una baja en la oferta de leche cruda del 8,5% en el primer bimestre respecto de igual periodo de 2018. No es poco para un mercado doméstico que, pese a las dificultades de la economía, mantiene un consumo per cápita alto de lácteos.
Los reclamos de consumidores obligaron al Centro de la Industria Lechera (CIL) a salir a explicar los motivos de la menor disponibilidad de productos masivos, como la leche en sachet de algunas marcas. Confirmaron desde las grandes industrias lácteas que los problemas climáticos, financieros y compromisos comerciales pactados con anterioridad (exportaciones) redujeron la oferta de lácteos para el mercado local.
Luego agregaron que si bien la producción primaria cayó 8,5%, el abastecimiento a los socios de esa cámara se redujo todavía más debido al crecimiento del canal informal de elaboración y venta de lácteos.
Según el CIL, el impacto de esta competencia desleal no solo afecta “la reducción de ingresos fiscales” sino que además determina “una sobrecarga impositiva a los que pagan, genera incremento artificial de los precios que finalmente se trasladan al consumidor, reduce los volúmenes exportables y puede limitar la provisión de productos masivos, abastecidos mayoritariamente por empresas formales”.
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En los últimos tiempos, las grandes industrias remarcan que los niveles de evasión en el sector han crecido a entre el 20 y 30% de la facturación global. Los dedos acusadores apuntan a un sector de empresas Pymes, dedicadas sobre todo a la elaboración de quesos y masa mozzarella.
“El desvío de leche hacia estas empresas informales le resta disponibilidad de materia prima para ser destinada a los productos frescos a aquellas (empresas) formales, y se reubica en la elaboración de quesos, que también se vuelcan al circuito informal”, denunció el CIL.
Esta competencia, además, “permite encarar inversiones a cero costo, mientras cualquier empresa de la economía formal tiene que asumir tasas anuales de interés de entre el 60/70 % para obtener capital de trabajo o realizar inversiones. Éste constituye otro espacio para competir deslealmente”, añadió el comunicado de la industria.
Cabe recordar que según datos oficiales, la industria lechera además tiene una capacidad ociosa alta que llega al 50% de la instalada, lo que acrecienta los costos fijos por unidad producida.
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Mientras las procesadoras reclaman medidas que frenen a las empresas informales, desde la producción dicen que la menor oferta de materia primera tiene fundamente -además de razones climática y estacionales- con la crónica falta de rentabilidad de los tambos.
La inmensa mayoría de los establecimientos primarios durante los últimos años viene operando con números en rojo, lo que derivó en el continuo cierre de tambos. Según datos oficiales, en 2018 se perdieron 155 establecimientos productores de leche, o uno cada dos días.