Durante 4 años vivió sin luz eléctrica y hace 9 que prescinde de heladera pero, lejos de molestarle, eso no representa ningún incordio. “Cuántas veces lo único que hay es medio limón y una botella de agua”, reflexiona. “Lo que sí tengo es una fresquera, que es como una alacena con paredes de 45 cm de ancho ubicadas estratégicamente en el rincón sudeste de la cocina -que es la parte más fresca- y con un sistema de respiración pasiva que hace que tenga unos grados menos que el resto de la casa”.
Quien habla es Juan Manuel Damperat, al que todo el mundo conoce como Pipi, y que es el coordinador y la cara de Yamay, una propuesta de ecoturismo ubicada en Pardo, partido de las Flores, a 220 kilómetros de CABA.
Yamay comenzó hace casi una década como un proyecto de permacultura y turismo rural y en 2018 dieron un giro: incorporaron una yurta (una carpa gigante de origen mongol que se usa como vivienda nómade), y el año pasado sumaron tres más para ofrecer una experiencia de glamping, donde se conjuga un hospedaje en pleno campo y en la naturaleza con las comodidades de hotel (Y sí, hoy hay luz eléctrica y señal de wifi).
Pero esto es ahora. Antes, en el inicio de todo, fue cuando Pipi se mudó a Yamay para comenzar con el proyecto y comenzaba la aventura: en ese momento en el predio había solamente una casa de barro que habían construido con los principios de la permacultura que utiliza de forma eficiente los recursos del lugar (horas de sol, viento). Y sin luz eléctrica, claro.
“No lo sufrí para nada sino todo lo contrario”, recuerda. “Lo que pasa es que antes de llegar a Yamay viví mucho tiempo viajando con una mochila y una carpa, armándola al lado del río Amazonas, así que la luz no me represento ningún problema. Simplemente me manejaba con velas, lo cual me llevó también a tener un ritmo más natural, más conectado con la naturaleza. En invierno a las 8 ya estaba acostado y estaba muy bien así; muchas veces me preguntaba: ¿Para qué me serviría tener más luz? ¿Para seguir haciendo? ¿Y para qué? Bueno, uno empieza a preguntarse cosas”.
Mirá la entrevista completa:
Pero quien primero empezó a hacerse preguntas que dieron origen a la creación de Yamay fue Marcelo Giuggioloni, de profesión licenciado en Administración, que un día junto a su socio de aquel entonces empezó a pensar un turismo “distinto”, comprometido con el ambiente y que generara “algo” en el visitante.
“La idea era brindar la posibilidad de que el turista conozca sobre ecología y permacultura, y que cada uno que nos visitara se lleva algo para su lugar de residencia habitual, algo vinculado a la sustentabilidad y a la relación son la naturaleza, aunque solo fuera tomar conciencia y agradecer lo que se tiene de forma tan cómoda y fácil en la ciudad”, detalla. “Queríamos ser un puente entre las personas urbanas y la naturaleza y la ruralidad, para que luego que cada uno vea si le interesa profundizar”.
Hoy Yamay es un espacio de ecoturismo con 4 yurtas, todas con baño privado y calefacción a leña y en un entorno rural, donde el desayuno se elabora con productos de vecinos y emprendedores locales y se promueve la economía circular. El desayuno lo hace el propio Pipi con sus ya famosos panes de harina integral y nueces.
-¿Qué es lo que más gusta al turista que llega a Yamay?
-Se fascinan con el silencio, el horizonte y el cielo, esos serían los #hashtags (risas). Además, seguimos con los eventos de astronomía con la gente del Planetario: al final de un taller de observación de cielo vienen aquí a hacer su salida de campo y se miran las estrellas a “ojo pelado” y con telescopio. Ah, las yurtas tienen parte de su techo transparente para que se puede ver el cielo también desde adentro.
-¿Viene gente de Las Flores, que está a 35 kilómetros?
-Han empezado a venir y es muy gracioso porque muchos dicen: “Vamos a ver al hippy que vive en un rancho de barro” y cuando llegan se sorprenden mucho por su propio perjuicio, por pensar que iba a estar todo sucio o dejado, porque les sorprende que un hombre que vive solo en el medio del campo tenga un lugar ordenado y limpio.
-De hecho, aquí en la cocina se ve hasta un repasador impecable y con corazoncitos…
-(Risas) Es que al criarme con mi abuela aprendí que la cocina siempre tiene que estar limpia prolija, con la cesta de frutas como centro de mesa. A mí me gusta vivir así y entiendo que el visitante la limpieza el algo que valora, así que ¡perfecto!
-¿Cómo se lleva con la soledad?
-Muy bien, aunque cada vez tengo menos espacio de soledad porque llega gente constantemente y además hay mucho para hacer: el cuidado del jardín y de las plantas me lleva tiempo… y me gusta mucho.
-¿Se sigue preguntando cosas como cuando no tenía luz?
-Sí. El silencio es ideal para eso. A veces pasa que al ser anfitrión estoy muy pendiente de los demás y me dejo para lo último, así que lo estoy registrando para buscar tiempo para mí y para estar bien yo, porque única forma de estar bien para los demás.
Muy bueno todo este tema. Bien por el, y su voluntad es admirable. Alguien sabe si hay algún subsidio o algo x el estilo, para emprender algo parecido en un pueblito de provincia?
Algo nacional claro. Gracias y espero que este hombre siga disfrutando de este “trabajo ” tan ligado a nuestro vivir humano y natural.