Natalia y Susana son dos de las seis hermanas Perujo. En familia, junto a su madre, ellas han decidido una cosa: se niegan rotundamente a dejar morir la actividad productiva que heredaron de su padre, la cría de ovinos en un campo de mediano tamaño ubicado en la meseta patagónica, en el sur de Chubut, cerca de la localidad de Sarmiento.
Si bien las seis hermanas nacieron en lugares distintos de la provincia de Chubut- las más grandes en el establecimiento rural que ahora intentan mantener y las más chicas en la ciudad de Comodoro Rivadavia, a unos 120 kilómetros de ese lugar- el campo familiar sigue siendo para todas un punto de encuentro que se resisten a abandonar a pesar de la fuerte crisis de rentabilidad que atraviesa la producción de ovinos, y que ya provocó el despoblamiento de un 40% de los establecimientos ovejeros de la meseta patagónica austral.
Tanto Natalia, que es la más chica , como Susana, la tercera de las hermanas, saben que la zona -por sus características desérticas- no se presta para hacer ninguna otra producción que no sea la cría extensiva de ovejas. Por eso también lamentan los efectos del cambio climático, que viene alterando visiblemente los modos de producción e inclusive modifica los paisajes que recuerdan de su niñez.
“Cuando comenzaba la primavera y empezaban a crecer los pastos más finitos, yo me acuerdo de correr entre el pasto. Eso con los años desapareció, porque el lago Colhué Huapi se secó. Este año creo que recibió un poquito más de agua, pero básicamente se secó hace años y comenzó a ser todo una voladura de tierra con médanos”, recordó Natalia, en su diálogo con Bichos de Campo.
Y siguió contando que, en las últimas décadas, “hubo todo un cambio de la capacidad forrajera, en la cantidad de agua en el campo y obviamente también en la capacidad que tiene el campo para tener ovinos”.
“Ahora cuesta mucho volver a ver flores en el campo en primavera, por ejemplo, y los pastos de gran altura ya no los vimos más”, lamentó, recordando que cuando era niña podía esconderse en esa espesura.
Mirá la entrevista completa con las hermanas Perujo:
Mientras tanto, Susana extraña las nevadas en invierno, otro de los atractivos por lo que cada año le gustaba volver al campo. “Todas las vacaciones de invierno jugábamos en la nieve y ahora hace años que no tenemos nieve. No podemos disfrutar de eso tampoco. Sí, son crudos los inviernos, pero muy secos. Antes teníamos humedad y por eso que las pasturas eran mejores.”
-El cambio climático es visible, no se puede negar ¿Entonces la Patagonia fue secándose y existe menos carga de ovinos, con lo cual es menos rentable el negocio?
-Sí, primero se secó el río Chico y luego el lago Colhué Huapi. Entonces hubo toda una zona que se vio fuertemente afectada. Nosotros conocemos esa zona de Chubut, posiblemente el cambio climático en otras zonas más cercanas a la cordillera afectó de otra manera. Nosotros lo que vemos ahora son muchísimos médanos y lugares donde la arena tapa los caminos. Ahí está difícil acceder a veces al campo. Una vez vendimos corderos y el camionero no podía salir, no podía trepar una subida cargado porque los médanos le tapaban el camino y no había manera de sacarlo.
-¿Es visible el proceso de abandono de los campos en estas condiciones?¿Hay muchos vecinos de ustedes dejando la actividad?
-Nosotros prácticamente no tenemos vecinos en producción. Salimos desde Comodoro y llegamos al campo sin ver una oveja. Nosotros recién las primeras ovejas las vemos en la casa nuestra, que es a 120 kilómetros de Comodoro.
-¿Los campos son ahora grandes páramos abandonados y fuera de producción?
-Sí, pero no hay una sola causa. Existe el tema del cambio climático que posiblemente afectó mucho. Pero hay otro gran tema, que son los depredadores. Hoy, por ejemplo, hay mucho zorro y mucho puma en campos donde hace 100 años no se veían prácticamente depredadores. También fue avanzando el guanaco, fue avanzando el puma, fue avanzando, el zorro. También eso dificulta mucho poder continuar con la ganadería ovina. Son campos que lamentablemente no tienen otra alternativa de producción. No son campos que vos puedas colocar bovinos o que puedas colocar caballos porque no hay agua, y sin agua no tenés vida prácticamente.
A pesar de todas estas limitaciones, las hermanas Perujo se muestras seguras en que van a poder seguir adelante con una producción que, sobre todo, es un legado familiar. “Las distancias también son grandes, los costos son cada vez mayores, la rentabilidad es menor y cuesta seguir. Pero, como decíamos, mi familia nació ahí y mi papá está enterrado ahí. Entonces nosotros seguimos. No importa. Trabajamos en la semana en Comodoro y los fines de semana nos vamos al campo a hacer lo que podemos y a continuar”, dijeron.
-En algún momento su padre producía en el campo y con lo que ganaba pudo enviarlas a estudiar. ¿Cómo recuerdan aquella etapa?
-Sí, nosotras prácticamente no tuvimos dificultad en estudiar, pero todo salía del campo. Esa es la vivencia que nosotros tenemos acá de Comodoro. Mi papá producía con el campo, era la única entrada que tenía, el único ingreso. Gracias a eso nosotras todas somos profesionales, todas estudiamos en la universidad y hoy en día me parece que eso sería imposible. Ahora nosotras sacamos de otros ingresos que generamos gracias a ser profesionales, y hoy en día volvemos al campo a dejar lo que sacamos de otro lado.
-¿Y por qué lo hacen?
-Es por el apego a la tierra que uno tiene, es por lo que uno quiere ese lugar, no es por rentabilidad.
-¿Y cuál es la actividad productiva que mantienen en el campo?
-Vendemos los corderos machos todos los años, y vendemos la lana. Nosotros insistimos, pero las tareas las hacemos nosotras. Entramos al corral, salimos a juntar las ovejas, manejamos el camión. Y dato anecdótico: al hombre que hace la esquila una vez al año le pedimos que por favor venga un fin de semana, para no perder la actividad laboral. Así vamos todos a trabajar allá.
-¿Las seis hermanas participan? ¿Todas trabajan en el campo?
-Sí, vamos haciendo un poco todas las tareas y a su vez todas aprendemos a manejar un poco cada cosa del campo, porque a veces no puede ir una, y va otra. Y bueno, toda nuestra familia nos ayuda también. Los marido de mis hermanas, mis sobrinos, entonces nos vamos turnando y todos aprendemos un poco a ir llevando el campo. También tenemos la ayuda de amigos y de vecinos que siempre están en contacto y quieren ir a trabajar, van hacer algún trabajo en el campo y nos dan esa energía que se necesita.
-¿En algún momento se juntaron y discutieron si era momento de cerrar?
-Sí, el año pasado. Llegamos a fin de año en rojo. Básicamente ya no teníamos de donde sacar. Era una cuestión de números. Uno dice bueno, voy poniendo el combustible para ir, o el alimento, o el forraje; otra compra el maíz y otra que va y en su viaje lleva pasto. Pero llegó un momento en que costaba hasta pagarle al empleado. Antes papá tenía dos o tres empleados, más él que trabajaba en el campo y nosotros tenemos uno solamente.
-¿Si quisieran seguir y ser realmente productivos, ¿qué les haría falta?
-Yo creo que las soluciones deberían ser múltiples. No hay una solución mágica. Se necesita el financiamiento para las instalaciones, por ejemplo, para poder hacer pozos, hacer aguadas, alambrados nuevos, achicar los cuadros, pensar en algún suplemento para los animales, una financiación. Realmente sería bueno tener un mejor acceso a la financiación.
De no creer. Otro capítulo más del lobby ovejero patagónico. Ahora en versión “sentimental”. “Papá está enterrado ahí”.
Después lo de siempre: donde había pasto, hay arena. Y sí, consecuencia de décadas de meter ovejas en la estepa. Y la cantinela de “¡Ah, pero los pumas!”, ¡ah, pero los zorros!”, “¡ah, pero los guanacos!”.
Gente, el futuro de la Patagonia es un futuro silvestre. Un futuro donde miles de extranjeros (y por qué no argentinos) gasten muchos dólares para presenciar las migraciones de los guanacos, o para fotografiar pumas. Turismo de alto nivel. La Naturaleza vende. Y muy bien. Pero para potenciar eso hacen falta otra clase de empresarios. No los que extrañan lo que se hacía 50 o 100 años atrás. En Iberá se pudo, y en Patagonia se puede, pero hay que buscar a esa gente. Y ahí es donde debería intervenir Longoni, entrevistando a los que promueven esas actividades, que también son una forma de producción. Una producción donde lo que vale es la fauna silvestre, los animales nativos vivos.
NO LA VEN, pero espero que empiecen a verla.
Tienen que recurrir a OVIS21. El manejo racional recupera los pastos
Hola ví su lucha en esta nota las respeto por su labor de campo Soy nacido en corriente hijo de campesinos productores agricolas y desde el 2007 estoy en comodoro con algunos amigos en sarmiento rio mayo mi trabajo es en la petrolera y ciempre ando por los campos y es muy difícil la vida asta para el peón rural patagónico siempre les cuento a mi jente del norte qué difícil es para un animal sobrevivir en estos campos ..un abrazo grande y bueno si le puedo servir en algo estamos a las órdenes ..