A la hora de hablar de lechería, bien vale recordar el gran paro lechero que se dio en 2002 y que en mayo de ese año culminó en el “Acta de San Francisco”, que todos los actores del negocio firmaron en Córdoba con el objetivo de fortalecer el desarrollo de la Cadena Láctea, poniendo por delante un horizonte de previsibilidad. Era una especie de hoja de ruta para el ordenamiento del sector, pero claro está que 18 años después no parece haberse cumplido pues estamos a las puertas de otra nueva crisis provocada por la sobreoferta de leche en primavera y la falta de reglas de juego.
“Nunca se ordenó esta historia de pagar la leche por composición, que es en definitiva lo que pide el tambero. No pagar por litro y que cualquier leche de cualquier calidad sea lo mismo. Esta es la pelea de fondo que da el acta de San Francisco, sobre el cual hay acuerdos base”, declaró a Bichos de Campo desde Rafaela la periodista especializada en lechería Elida Thiery.
Si hubiera que ponerle un título a esta situación, Thiery consideró que el mismo sería “A la lechería le falta lobby”.
“Es un sector muy manso, que no tiene peso político alguno, donde hay cuestiones de poder donde el productor está ampliamente superado por la industria, pero tampoco porque la industria tenga demasiado lobby en sí misma. Hay presiones políticas, y evidentemente la lechería no aporta tanto al erario público como lo aporta la soja, por ejemplo”.
Mirá la entrevista completa a Elida Thiery:
Dieciocho años después del acta de San Francisco, la discusión no ha sido zanjada, ni siquiera entre los propios eslabones de la actividad. “Ese gran paro lechero que terminó en San Francisco Córdoba, con una reunión multitudinaria de productores, implicó la firma de seis puntos que proponían un ordenamiento de la cadena lechera, y ponerse de acuerdo entre industria, Gobiernos y productores; definir los precios de referencia, laboratorios donde el productor pueda chequear la composición de su leche, entre otras cuestiones. Pero nunca se avanzó demasiado en eso”, agregó.
La periodista remarcó que “a la política siempre le viene bien hablar cosas lindas de la lechería, que es una de las actividades que más arraigo genera en el país. Hablar bien de lechería siempre queda lindo, pero después, políticamente, nadie se la juega”.
Thiery opinó que la apatía lechera trasciende a los gobiernos. “Hoy tenemos un director nacional de Lechería- por Arturo Videla- temporario, ya que no sabemos cómo seguirá ese cargo. Antes estuvo siete años y nunca pudo generar un cambio. Tuvimos otro director -por Alejandro Sammartino- que durante cuatro años (en la gestión Cambiemos) tenía todo el diagnóstico de lo que había que hacer, y no pasó nada. Sólo se puso en marcha el Sistema Integrado de Gestión de la Lechería Argentina (Siglea), que te da un promedio de lo que pasa, pero no se avanzó siquiera en la leche que se vende en negro”, remarcó.
-¿Y entonces por dónde pasa la solución?
-No es una cuestión de color político sino de decisión estratégica del sector. Faltan acuerdos entre los productores, falta representatividad y participación del tambero. Las industrias la tienen más clara porque están más entrenadas, quizás por una cuestión de tener que negociar juntas la paritaria. Y tenés un gremio lechero que es muy fuerte y que también le genera un desbalance muy grande a la cadena lechera. Entonces, hay muchas variables que atender. No es que cerrando el acta de San Francisco resolvemos todos los problemas de la lechería.