La zona de Lago Blanco, en el extremo suroeste de Chubut y a pocos kilómetros de Santa Cruz, se caracteriza por el clima frío y ventoso, que hacen ideal la producción lanera. Que nieve en esta época del año no es novedad, pero sí se recibe con los brazos abiertos, sobre todo para aquellos que también apuestan por el ganado bovino y ya piensan en el verano.
Es el caso de Mauricio Zampedri, que es veterinario y administra la cabaña La Nicolasa desde hace ya una década. Unas mañanas atrás, cuando se levantó, vio que gran parte de las más de 30.000 hectáreas que tiene la estancia estaba cubierta de blanco, y su larga experiencia en la zona, a pesar de ser entrerriano, le dijo que era una buena señal.
“Para nosotros es una salvación que nieve”, explicó el veterinario a Bichos de Campo. Y es que, como en los meses de deshielo -entre octubre y diciembre-, se forman espejos e irrigan los valles, saben que una buena temporada de nieve se traduce en un verano tranquilo, con disponibilidad de pasturas y agua.
Aunque es una zona tradicional para los ovinos, en la que la mayoría de los campos se abocan a la producción lanera y la venta de cordero y capón, quienes cuentan con valles saben que la actividad bovina es también un buen complemento.
Zampedri explicó que ellos se abocan a la cría y recría con la raza Angus, de la que tienen unos 280 vientres y varios toros, pero que sólo representan el 25% de los ingresos del establecimiento.
“Ningún exceso es bueno”, dice algún viejo proverbio. Este caso también tiene sus bemoles, pues cruzan los dedos para que no suceda lo que ya han visto otras temporadas, cuando llegó a acumularse un metro de nieve en pocas horas. “Lo mejor que nos puede pasar es que caiga poco pero continuo, en vez de mucho y de golpe”, señaló.
Y no es porque le haga mal al animal, porque de hecho la genética está preparada para las condiciones de la Patagonia. “Las dos razas británicas, tanto Hereford como Angus, no tienen problemas porque son originarias de Escocia e Inglaterra y están acostumbrados a este tipo de clima”, explicó el veterinario. La razón está en la alimentación.
Y es que la mayoría de los terneros de cría se alimentan del pasto del campo, ya que se reservan los fardos y el balanceado para la recría. En su caso, cuentan con un tipo muy particular, llamado coirón, que se asemeja a un arbusto chico y mide entre 30 y 40 centímetros. Si la nieve excede ese nivel y se mantiene por las heladas, el animal no lo ve y no puede comer. Y si encima llegó con kilos de más al invierno, no comer le puede generar problemas metabólicos.
“Acá es fundamental el manejo”, resumió el productor, que considera clave tomar la decisión correcta acerca de cuándo mover la hacienda y las condiciones en que debe estar.
Eso cobra mucha relevancia en invierno, porque las veranadas, es decir, las zonas más elevadas, pueden superar los 1000 metros de altura sobre el nivel del mar. Naturalmente, en esos campos la nieve se mantiene hasta bien entrada la primavera, lo que hace imposible el acceso. Por eso es que están obligados a trasladar, a más tardar en abril, toda la hacienda a la parte más baja, la invernada.
Luego del deshielo, durante el verano, vuelven a los campos más elevados y aprovechan la vegetación.
Estas semanas, los cabañeros también deben estar muy atentos a la presencia de hielo, que es muy común cuando la temperatura perfora los cero grados. En esos casos, explicó Mauricio, “es importante abrirle caminos a la hacienda con los caballos, desparramando la nieve y rompiendo el hielo para que se descubra el pasto”. Sobre todo, en el caso de las ovejas, que no tienen el peso de la vaca para lograrlo por sí solas.