“El campo, que para mí es Carcarañá, donde nací y me crié, es mi vida. Me fui a jugar al fútbol, fui profesional 15 años, pero volví, extrañaba”, cuenta Javier Lux en el capítulo de El podcast de tu vida publicado en marzo de 2022. Allí, además de repasar su historia como hijo de productores rurales y prestadores de servicio, desanda la aventura de irse del pueblo a los 15 años a seguir su otra pasión: el fútbol.
“Estoy orgulloso de haberlo logrado, no fue fácil, a las semanas de estar en Buenos Aires me volví llorando pensando que no me la iba a bancar”, recuerda Lux, que jugaba de mediocampista en el Racing Club campeón del torneo argentino en 2001.
Nació el 10 de junio de 1977, su familia está conformada por sus padres y tres hermanos. Después vinieron Jimena, su mujer, y dos hijos Juan Ignacio y Candelaria. ¿Qué hay de parecido entre el campo y el fútbol en cuanto a los viajes, estar lejos de la familia y todo eso? “Antes donde me iba, club o ciudad que me iba podían venir, o a las pretemporadas en la costa, ahora, de contratista, no, es más difícil”, cuenta. Pasen y lean esta linda historia marcada por dos pasiones: el campo y el fútbol.
-¿Cuál es la historia de ustedes vinculada al campo y la ruralidad? ¿Qué te acordás?
-Nacimos en Carcarañá, mi familia siempre estuvo ligada al campo. Tenemos los galpones a 5000 metros del pueblo. Todas las mañanas paramos ahí. Somos contratistas rurales y siempre te quedan recuerdos de los viajes que hacíamos a Tres Arroyos, con las máquinas en la casilla chiquita, o atrás de la chata con mis hermanos, tirándole piedras a los carteles verdes que marcan los kilómetros que te faltan para el próximo pueblo. Mi viejo nos hacía tirar en la banquina para ver las gomas de los tolveritos que pinchábamos todo el tiempo. Así fuimos avanzando. Antes tardábamos tres días en llegar, hoy llegamos en 10 horas.
-¿Y olores?
-El de la casilla. A las cosas fritas que en casa uno no come.
-Pero eras chico vos. A los 14-15 ya te fuiste a Racing a la prueba, te fuiste a Avellaneda. Por eso, tus recuerdos son de muy pibe.
-Mi viejo viajó toda su vida a hacer hectáreas afuera. nosotros cosechábamos lo nuestro en Carcarañá, tenemos clientes. Y después viajábamos a donde sea. Córdoba, Viamonte, Trenque Lauquen, Tres Arroyos. Mi papá hace más de 40 años que va a las mismas estancias. Ya somos familia con esa gente. Conocemos al abuelo, al padre y a todos sus hijos en esas dos estancias.
-¿Y el fútbol cuando llegó?
-Empecé a jugar en el club del pueblo. Y una tarde vino Racing de Avellaneda a hacer una prueba. Seleccionó a diez chicos para ir a Buenos Aires. Allá quedamos tres. Hice otras pruebas y me tocó quedarme, viviendo en la pensión debajo de la cancha. Ahí empezó mi carrera deportiva, donde me alejé un tiempo del campo.
-¿Y cuándo tenías 13-14 pensabas que el futuro iba a estar en el campo, siguiendo ese legado de tu viejo o pensabas en hacer otra cosa? ¿Tenías un plan B?
-Yo era un apasionado del fútbol. Estaba en Carcarañá en el campo, pero mi pasión era jugar a la pelota. Cuando me seleccionaron en Racing fui por ese sueño, me costó muchísimo. Al mes y medio me volví porque extrañaba locura, no me acostumbraba a vivir en Buenos Aires. Acá éramos un pueblo de 15.000 habitantes en ese momento, ahora 18.000. Y no me gustaba el lío de tránsito, subte, colectivo, no entendía nada. Me volví porque extrañaba.
-¿Y qué pasó? ¿Cómo hiciste?
-Después de unas charlas con mi viejo, que lloraba cada día que tomaba el micro en Carcarañá para irme a Buenos Aires. Le dije a mi viejo que iba a probar de nuevo y desde ese día no me volví más. Hice mi carrera deportiva. Jugué 15 años a nivel profesional.
-De esta experiencia tuya, ¿qué podrías transmitirle a un pibe que está hoy en la misma que vos en ese momento? ¿Qué cosas aprendiste?
-Si tiene posibilidades y sueños lo incentivaría. Yo le cuento a mis hijos que, si tienen una chance, o se tiene que ir a estudiar, voy a estar a su lado. Mis viejos me re bancaron. Hoy cambió todo. Escribíamos cartas para conectarnos. Hoy tenés los teléfonos, es otra cosa. Está todo muy cerca. Sí que hay que luchar, trabajar por los sueños que tenés. Hoy cada vez hay menos gente en el campo. Hoy los chicos del pueblo se van a estudiar a Rosario o a Córdoba. Cambió mucho de cuando me fui el circuito del adolescente.
-¿Qué te gustaba y qué no te gustaba de cuando ya fuiste después futbolista profesional? ¿Cuántos años tenías en 2001 cuando fuiste campeón con Racing?
-Treinta y pico. Ya estaba pulido. Lo que fue difícil fueron las inferiores, los cuatro años de pensión, en un lugar que era difícil. Yo en mi casa en el campo tenía para comer y ahí te faltaba el morfi. Estaba con 50 chicos de todas partes del país y había que convivir. Yo me acuerdo de que mi viejo me dijo que me dejaba ir pero si seguía estudiando. Yo estaba en tercer año. Acá, en Carcarañá iba a una escuela privada, me ponía el uniforme, la corbata y salía a dos cuadras. Allá tuve que ponerle personalidad, ponerme el guardapolvo y hacer 4to. y 5to. año. De 50 que estábamos en la pensión íbamos 3 al colegio. Esas cosas le agradezco a mis viejos que me hayan apretado obligado en ese momento y yo haberla hecho.
-¿Y a qué edad debutaste en primera?
-Me fui en 1994 y debuté el 3 de marzo de 1997 contra Vélez en el Cilindro de Avellaneda.
-Recién mencionabas algo de tus padres. ¿Qué legado recibiste de ellos?
-Mi viejo me inculcó siempre el trabajo. Es un gringo de campo que se la pasa laburando. Yo le digo, yo no voy a laburar todo lo que trabajás vos. Aparte, con todo lo que cambió el campo, que es todo tecnología… je… me educó, me crió, me abrió las alas para que cumpliera mi sueño. Los dos son trabajadores, leales, fieles. Siempre cuando tenían que ser duros nunca me perdonaron también. Estoy agradecido con la educación que tuve.
-¿Qué te gusta de lo que hacés hoy en el campo? ¿Qué disfrutás?
-Hoy que la máquina la prenda a las 8 de la mañana y la pare a las 8 de la noche y que ande todo, que no se te rompa nada, que el cereal esté en condiciones y el ingeniero no te diga que tenga mucha humedad, o que la máquina tira por la cola, es un placer. Poder sentarme a la tarde, tranquilo, poner la pava en la casilla y sentir que todo anda es un ideal del contratista. También disfruto de la lluvia, porque es importante para que el campo de sus frutos.
-Hiciste dos carreras, tanto la de futbolista como la de contratista y productor, que son complicadas para la familia. Las dos obligan a estar lejos… ¿Cómo fuiste llevando todo eso?
-Cuando me iba a las pretemporadas me iba un mes. A la costa, o afuera. Y como contratista vos te vas un mes o más también a veces. Es parecido. Pero después, cuando no se cosecha, en la semana estoy en los galpones que es, como te dije, mi casa prácticamente. Pero como jugador, me iba con mi familia cuando eran las pretemporadas y cosas largas. Ellos me acompañaban, mi señora y Juani, mi hijo más grande, y después nació Cande. También cuando me fui a jugar a otros lugares. Ahora no, como contratista, nos vamos y hasta que no trillamos lo último no podemos volver. Ahora estoy más solo cuando me voy afuera.
-Te llevo a otro tema, ¿por qué creés que está esa fisura, esa brecha, entre los que son del campo y los que no son del campo?
-Yo creo que la idiosincrasia de los argentinos es así. Vivimos un Boca-River permanente. Si no tenés una contra no te alimentás. Es increíble. No lo podemos cambiar. Son necios los que no quieren estar del lado del trabajo, la producción, la gente que hace. El país gira en parte gracias al campo. Podrán decirme lo que quieran. Pero acá (Carcarañá), cuando hay seca o le pasa algo al campo, el almacenero no vende, el camionero no hace los viajes que tiene que hacer, el carnicero no vende asado. Pero bueno, no sé cuándo va a cambiar.
-¿Qué hacés cuando llegás a tu casa después de un día largo, complicado de trabajo? ¿Qué te despeja la cabeza?
-Lo que me pasa es que cuando estamos en cosecha, llego a la casilla y tengo algún problema, se rompió algo, o me quedó la máquina encajada, ahí te querés matar. No descansás. Y en el día a día, en el pueblo, vamos al galpón, vuelvo a casa. Está mi señora, tomamos unos mates, mis hijos van al colegio. Van al club. Cenamos. Ellos son los que me bajan decibeles de los problemas. Porque yo soy muy ansioso y quiero resolver los problemas ya. No puedo esperar.
-A la hora de la parrilla, ¿Sos buen asador? ¿Qué te gusta hacer?
-Soy tradicional, asado, chorizo, achuras. Pollo no sé hacer, me queda cruda la pechuga. En la casilla a la hora de comer baja otro a cocinar y yo subo a la máquina porque no me doy mucha idea con la cocina. Solo asado.
-¿Qué es lo más rico que se come en la casilla?
Conmigo no quiere venir nadie porque no cocino… jaja… Yo les hago comer verdura, fideos blancos, estoy acostumbrado a comer liviano y bien. Ellos quieren guiso, salsa… pero bueno… Nosotros acostumbramos a que la máquina no pare, vamos cambiando y bajamos a comer turnándonos. Paramos de noche para cargar gasoil nomás. No sabés ni qué día ni qué hora es… son los esfuerzos que haces para volverte rápido a tu casa.
-Te propongo un juego. Si tuviera la máquina del tiempo, o el auto de “Volver al futuro”. Y podés volver a cuando te habías ido de Carcarañá, estabas en la pensión. ¿Qué te dirías a vos mismo en ese momento?
-Me felicitaría, a ese yo joven le diría que muy bien, que logró su sueño. Fue muy difícil irme de acá, pero lo logré. Cumplí todos los objetivos futbolísticos. Gracias al fútbol me eduqué, esa pensión me enseñó. De 50 chicos llegamos uno o dos. Tuve suerte que pude debutar en primera y permanecer 15 años.
-Para aquel que no te vio jugar. ¿Cómo quién de los de hoy jugabas?
-Yo era volante central, zurdo. Me identificaba con Fernando Redondo… pero fallado… ja. Me gustaba un jugador peruano que se llamaba “Chemo” Del Solar. Pero siempre tuve que remarla. No me sobró nada.
-¿Tenías más vocación ofensiva o defensiva?
-Era un volante mixto, pero con más marca. Tenía buen pase. Eso sí. Me gustaba mucho la táctica, me gustaba ordenar al equipo.
-¿Hay algo de lo que vivas hoy que sea parecido a lo que sentías en la cancha, o cuando metías un gol? Toda esa adrenalina…
-El placer de terminar una campaña. Cuando estás con la cosechadora en Tres Arroyos y la tenés que traer para el galpón, que tenes esos viajes tremendos. Cuando ya tenés todos los fierros en el galpón y terminaste la campaña es una sensación hermosa. Una tranquilidad. No sé si una euforia como hacer un gol… bueno, tampoco hice muchos en mi carrera… 6-7…. Jaja.. pero cuando están todos los fierros, ese capital sano y salvo en el galpón es una sensación hermosa.
-Arrancamos el pin-pong de este Podcast de tu vida, la primera pregunta es ¿Qué ciudad te gustó más de las que hayas conocido?
-Mi hermano (N de la R: Javier “Poroto” Lux, ex arquero de River) me invitó al mundial de clubes en Dubai y fui a Abu Dabi al museo Ferrari, y al autódromo y me pareció una experiencia tremenda.
-¿Fuiste a ver una carrera de F1 ahí?
-No, fui al mundial de clubes que jugó River pero sí pude dar una vuelta en el circuito. Yo soy fanático del TC, de la Fórmula 1… si no fuera por el fútbol jamás hubiera ido.
-¿Y algún lugar que te gustaría conocer?
-Me gustaría conocer un poco Europa que conozco poco. Italia, Francia.
-¿Tu comida favorita?
-Fideos blancos con crema y queso.
-¿Algo que lograste que no te hubieras imaginado de pibe?
-El sueño de jugador no me lo hubiera imaginado. También formar una familia, educar a mis hijos con mi señora. Es un trabajo cotidiano que nos gusta. Y los desafíos diarios, ir lográndolos.
-¿Una serie, libro o película?
-Me gustó una “Lupin”, de un ladrón. Libro, en la casilla leo cuando llueve. Leí (Jorge) Bucay, leí un libro de Valdano que está bueno.
-¿Si tenés tatuajes cuál te gusta más y si no tenés qué te tatuarías?
-No. No me gusta ni me haría ni sueño con ninguno.
-¿Qué superpoder te gustaría tener?
-El de ese superhéroe que tiene la mano gigante para agarrar la cosechadora cuando arranca la campaña y llevarla del galpón a Trenque Lauquen, después llevarla de campo en campo y cuando termina la campaña, de un saque, traerla al galpón. No tener que andar cambiando las duales, renegando en los traslados. Me matan los traslados de los fierros.
-¿Un animal que te gustaría ser?
-(Se ríe) Una liebre, para salir corriendo de los problemas, o no pagar la deuda del banco.
-Volvemos a jugar con el tiempo para que elijas algún momento de tu vida o momento de la historia de la humanidad. ¿Dónde irías?
-Mirá, nosotros tuvimos una situación difícil familiar, con mi hermano Sebastián, y me hubiese gustado volver a ese tiempo, estar con él, hablar con él, y decirle que no tome la decisión que tomó. El era lo mejor que tenía en la familia. Pero pasó. A ese lugar.
-Bueno, llegamos a la pregunta más difícil, ¿Qué tema musical elegís?
-A mí me gusta una de La Berisso y Cacho Castaña, “Cacho de Buenos Aires” y vos me la “mochaste” porque iba a terminar medio bajón… Por eso, voy a elegir “Soy Sabalero” de Los Palmeras.