Cuando se presentó el Plan Ganadero, los funcionarios del Ministerio de Agricultura dijeron que obviamente se pretendía potenciar el desarrollo ganadero y la oferta de carne, para que haya más oferta destinada al consumo interno y al mismo tiempo disponer de más volumen para la exportación. Incluso se habló de llegar a exportar 1,5 millones de toneladas en 2030.
Para eso se requiere de un crecimiento en la producción, tanto de terneros como de ganado terminado con más cantidad de kilos al momento de la faena.
En cuanto al destete, hace varias décadas que en Argentina varía del 62% al 65%, despendiendo de la incidencia del clima. En tanto el peso de faena tuvo picos de mínima de 210 kilos y topes de máxima de 230 pero sigue muy lejos de los niveles alcanzados por otros países de la región que producen novillos pesados.
En diálogo con Bichos de Campo, el consultor Federico Santángelo evaluó que el estancamiento en la cantidad de animales logrados cada año “tiene un mix de causas: influyen las políticas hacienda el sector y las nacionales”. Pero consideró que “si el problema tiene 50 años es porque hay responsabilidades compartidas de los productores, de los asesores que muchas veces no logramos transmitir los beneficios de las inversiones, la falta de financiación para armar planteos pastoriles y muchas veces tiene que ver con la forma de producir. Hay ganaderos que nos dicen: trabajo así porque esto hacía mi padre y mi abuelo y yo sigo de la misma manera”.
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Santángelo destacó que con una mejora de unos pocos puntos en el destete cambiaría todo. Si el destete creciera en 5 puntos porcentuales, la oferta de terneros sería de 16 millones de cabezas, lo que agregaría 1 millón de animales a la faena y eso significaría 1 mes más de oferta de carne, el equivalente a unas 250 mil toneladas.
“La Argentina debería estar produciendo más terneros. El problema no está en la cantidad de cabezas sino en la eficiencia que tenemos. Hay 23 millones de vacas y tenemos un destete de 65%, cuando podríamos estar con poco en 70%/75% y eso mejoraría la oferta en mercado interno y externo”.
Por otra parte, evaluó que también se podría pegar un salto en el volumen mediante un crecimiento del kilaje de faena, aunque en este caso la incidencia sería menor: “Estamos faenando 13 millones de cabezas. Si el peso de la res aumentara 10 kilos la oferta aumentaría en 130 mil toneladas al año”, lo que equivale a medio mes de faena. “Pero si lográramos eso y llevar la faena a 15 millones de cabezas la oferta de carne sería mucho mayor”, se ilusionó.
En definitiva, aumentando ambos indicadores se obtendrían 380/400 mil toneladas más de carne y eso licuaría todos los conflictos que hay alrededor del comercio de este alimento. Pero para eso se requiere además de un reclamado cambio en las políticas y de que cada eslabón asuma su responsabilidad en cuando al desarrollo del sector.
Ese cambio, en tanto persistan las señales que viene dando el gobierno, es poco probable que se produzca. “La faena este año rondará los 13 millones de cabezas, lejos de los 14 millones de 2020, y esto tiene que ver con las expectativas que tienen los ganaderos y los temores a más intervención y las reacciones ante una inflación cada vez más alta que los lleva a cubrirse en capital hacienda”, explicó Santángelo.
El consultor, en consecuencia, prevé una oferta moderada en los próximos meses y que por lo tanto espera que los precios del ganado y de la carne sigan aumentando. “No hay hacienda gorda buena y por eso vemos un mercado firme y con valores subiendo”, advirtió.