Ser eficiente en el sector lechero es saber aprovechar todos los recursos. Esto se aplica a tambos y a industrias, pero en el caso de las pymes lácteas es aún más interesante.
Pampa Cheese es una empresa que tiene 18 años, ubicada en la localidad santafesina de Progreso, en el centro de la provincia y tiene una fortaleza: “Nosotros producimos 25 mil kilos de queso por día, que es un contenedor que puede salir para cualquier cliente de mercado interno o al mundo”.
La única industria del pueblo, emplea a casi todo personal local y vio en estas casi dos décadas duplicar esa población. La capacidad de producción que se sostiene al cien por ciento, procesando siempre queso que ya tiene destino, tiene una conducción comercial muy definida por su gerente, Santiago Aguirre, que es quien de forma constante recorre ferias de alimentación, participa de misiones comerciales y llega a tratar años con clientes para que los productos logren abrir mercados.
Según él, cuentan con varias ventajas. La primera es “haber nacido exportando”.
Hacen quesos semiduros, en barras de cinco kilos, incluyendo Edam, Gouda, Tybo, Dambo, Mozzarella y Cheddarella, en un formato con menor desperdicio y que le permite a los clientes nacionales y del exterior, fraccionar y vender incluso con marcas propias, feteadas o en trozadas.
“Nosotros vamos recorriendo las grandes ferias de todo el mundo. Pero siempre estamos en Sial de Paris y en Anuga, en Alemania. Si bien como argentinos no le vendemos a Europa, sí hacemos negocios en Europa con toda la región, incluyendo a Medio Oriente y Asia. Es mucho más fácil concentrarnos en una feria, que tener que estar todo el año viajando”.
“En Argentina tenemos una calidad de leche que es de las mejores del mundo, comparable con la leche de Nueva Zelandia, con muchas proteínas y grasa excelente, eso nos permite tener un producto de altísima calidad, apuntando siempre desde nuestro país a productos más commoditties, sobre todo en nuestro caso”.
Sería dificil competir en especialidades, con las denominaciones de origen, por eso la competitividad argentina está en la adaptación de los productos, en la posibilidad de llegar de forma directa a los clientes, “a hacer negocios de manera directa, desde el primer contacto hasta la llegada de los productos, haciendo de eso una ventaja y una experiencia impecable”.
Pampa Cheese tiene una planta que fue pensada para optimizar costos y procesos, con altísima tecnología que pueda producir para insertarse en los mercados más exigentes, que fueron los que ampliaron progresivamente los productos a partir de la mozzarella, pero siempre en semiduros.
Claro que si algún cliente necesita quesos duros, azul o variedades que no producen, se compran a empresas colegas y terminan saliendo con la marca, pero siempre con la “eficiencia como objetivo, a eso nos dedicamos cada día”.
La calidad de la materia prima es fundamental, por eso los 250 mil litros de leche cruda procesada cada día tienen estándares en proteína, grasa y hasta un PH perfecto, pero también esta sustentabilidad está dada en la relación de litros por empleado, con unos 4 mil por persona que está en la línea de producción.
La empresa viene trabajando desde hace algunos años en el avance de las liquidaciones por sólidos, de ponerle el precio a la leche no por volumen sino por su calidad y en muchos de los casos ya pagan a los tambos en base a ese criterio, con acuerdos que varían según cada unidad productiva, siendo todas de la zona de influencia de la pyme.
“Estamos trabajando en la cultura de la mejora continua, es lo que tenemos en Pampa Cheese desde el momento cero y un desafío grande que tenemos por delante es mejorar la competitividad, tanto nuestra como del sector entero, de Argentina en general, incluyendo en eso a los costos, porque para el mundo estamos caros”.
Aguirre se refiere al alza de costos que tuvo el país en los últimos meses y con ello la caída en la rentabilidad de las industrias lácteas. “No nos queremos salir del mundo, pero hay veces que se hace muy difícil cubrir lo mínimo para poder tener algo de rentabilidad. Para Pampa Cheese actualmente la relación de la exportación está en un 35% del total, deberíamos crecer al 50%, pero eso depende de muchas variables que nos exceden”.
Un mercado interno aquietado por las limitantes de los bolsillos, sólo pueden empujar levemente el precio en los tambos, pero no como se espera.
Con estas contiendas como marco y desde siempre, Pampa Cheese ya estaba presente en 17 países.
Hace un año y medio, en un viaje organizado por la Región Centro, donde participaron empresas grandes y pymes, consiguieron confirmar el desembarco en Vietnam y Singapur, con dos contenedores entregados y contratos más amplios para este año.
Pero la novedad llegó desde Japón. “Este fue un logro muy bueno, porque tuvimos como empresa un reconocimiento al trabajo, a la constante búsqueda de mejoras continuas, de calidad y de proceso”, explicó Aguirre, aludiendo a la certificación de la norma FSSC 22000 (Food Safety System Certification), que permite referenciar la la gestión de la seguridad alimentaria en toda la cadena.
Fue clave para poder abrir oportunidades en Japón, por los requisitos de calidad que plantean, pero al mismo tiempo mejora la competitividad en general, después del primer contacto hecho hace dos años en la feria Foodex. Hoy son la única pyme láctea argentina que está en ese destino.
“Hay una occidentalización en Asia que viene pasando ya hace años, que se viene viendo en China y se va contagiando un poquito en toda esa región. Nosotros mandamos todas barras de cinco kilos. Les vendimos queso mozzarella, queso gouda y cheddarella”.
Esto último que menciona Aguirre es una investigación y desarrollo de Pampa Cheese, marca registrada que se comercializa ya en Perú, Paraguay, Chile, Taiwán y ahora Japón, que es un mix entre el cheddar y la mozzarella, una masa hilada que está teniendo un muy buen resultado, buena respuesta y amplía la cartera de productos.
Hacia Japón se enviará un contenedor de 25 mil kilos cada tres meses. “La perspectiva de este año es ir aumentando el volumen progresivamente, de a poquito, seguir creciendo en volumen”.
Mientras tanto, “en este tiempo el mercado interno se saturó mucho de producto por la pérdida de competitividad, entonces nosotros decidimos la estrategia de salirnos de la lucha del mercado interno, sin dejar de abastecer a nuestros clientes estratégicos, pero aprovechar la gran expansión que teníamos y la demanda mundial, pudiendo elegir clientes afines a nuestra empresa y a nuestra calidad”.
Aguirre explica que “para este año creemos que este mix de 2024 que fue un 35% de mercado interno y un 65% de expo, se va a nivelar un poco más”, sobre todo por la oportunidad de poder ampliar envíos a clientes ya firmes”.
Mientras, la lechería debería recuperar acuerdos comerciales perdidos y salir a competir con calidad y productos de manera directa. “Cuando empezamos a trabajar nuestro principal cliente era Corea y hoy los importadores que nos compraban, si nos quieren seguir comprando, tienen que pagar un 36% de arancel por importar desde Argentina, cuando importan desde Nueva Zelandia con un acuerdo de 0%. Entonces, si nosotros no trabajamos los acuerdos comerciales con los países que nos fuimos perdiendo, como Méjico, mejorar las tasas de China, como para poder competir mejor en el mundo”.
“Hoy estamos en desventaja en muchos mercados desde Argentina. Hay que seguir invirtiendo en mejoras, tanto en nuestros equipos como nuestros procesos, en un contexto complejo, pero apostando al futuro, ya que creo fervientemente que podemos salir adelante como sector y como país”.
Lo que el responsable de la empresa explica es que más allá de la denuncia de dumping de por medio a otras empresas, la devaluación en Brasil, “generó un parate en la demanda, tuvimos que renegociar algunos contratos con clientes regulares para que el precio que estén pagando no sea ridículo para ellos. Nos afectó a nosotros, a todos nuestros colegas, pero es muy importante mantener ese mercado activo, porque es el principal para Argentina”.
Aguirre es concreto. “Vienen por delante años para estar muy atentos y para no correr grandes riesgos. Hay que enfocarse en hacer muy bien lo que uno hace, ser super eficientes, estar sanos como empresas, para poder afrontar esta transformación, una posterior estabilidad en un país que tiene todo por dar, todo por ganar, en un mundo que espera también eso de nosotros”.