La industria vitivinícola argentina fue una de las grandes beneficiadas en el año de la pandemia por un visible incremento del consumo, registrado tanto en el mercado interno como en el internacional. Pero esa es solo una parte de la historia, porque los productores de uvas siguen penando por los pagos a muy largo plazo y sin actualización por inflación realizados por las bodegas.
De eso hablamos con el periodista mendocino Pablo Pérez Delgado, quien conduce el programa Conexión Agro por Radio Nihuil y es una especialista en el mercado vitivinícola.
“El 2020 fue muy bueno para las ventas. Fue un año arrasador, nunca se esperaron cuando empezó la pandemia que esto fuera así, nadie creía que se pudiera exportar 26% más de vino y que el consumo subiera de manera marcada a pesar, incluso, de la caída del canal de ventas de hoteles, restaurantes y cátering, que algo se recuperó a fin de año”, explicó Pérez Delgado a Bichos de Campo.
Escuchá la entrevista a Pablo Pérez Delgado:
El periodista dijo que el aumento en las ventas no benefició a todos por igual y que el productor sigue esperando el efecto derrame: “Por el lado del productor, continua teniendo serios problemas, porque en general muchas bodegas compran la uva en cuotas, fijan un precio (en pesos) y lo dividen en cuotas sin actualización (por inflación). En 2020 el viñatero (en términos reales) perdió el 36% en cómodas cuotas”.
En la cadena del vino, tal como sucede en el sector lácteo, el empresario agropecuario entrega su producción para recién después saber cuánto va a cobrar y cómo. “¿Cuándo es el año del productor? Cuando hay escasez, cuando no hay, vale más, pero en general son mas los años del bodeguero que el del productor”, sostuvo el especialista.
Pérez Delgado contó que en el sector se quiere discutir la posibilidad de fijar un precio en dólares por la uva para que la referencia de su valor sea en una moneda dura. “Es toda una discusión, que va a ser dura y no sabemos si va a llegar a buen puerto”, aunque aclaró que en el sector “sigue muy vigente y fuerte el contrato de palabra” y que, una vez definido el valor por parte de la bodega, el productor recibe cheques diferidos para cada uno de los cobros, que en algunos casos se hacen en hasta doce cuotas.
Con respecto a la situación de la industria elaboradora, el periodista mendocino explicó que, si bien se expandió la cantidad de marcas en los últimos años, la industria sigue viviendo de la uva para vino de mesa. “Hay una parte glamorosa con los vinos de alta gama, pero después está la base, que son los vinos de mesa que sostienen a la industria. Si no fuera por el tetra-bric, Fecovita no podría hacer vinos caros”, graficó.
Con relación a las exportaciones, explicó que 2020 fue muy bueno, pero que en el cierre del año se conoció el cambio en los derechos de exportación que pasaron de 3 pesos por dólar FOB a 4,5% del valor FOB, “lo que elevó su incidencia sobre el precio de lo que se vende al extranjero restando ingresos a la cadena”.
En un mercado que se achicó por la pandemia, la Argentina logró exportar 26% más de vino en 2020