Un trabajo de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y la de Lomas de Zamora (UNLZ) concluyó en que un simple cambio en la dieta de las ovejas puede aumentar su producción de leche, así como el contenido de ácidos grasos saludables. Al mismo tiempo, la investigación logró reducir los costos de las raciones. Toda una novedad para el sector ovino enfocado en la lechería.
“La calidad de la leche depende de la alimentación. Tradicionalmente, los tambos ovinos la producen en base a pasturas y a suplementos energéticos como el grano de maíz. Pero se puede aumentar muchísimo el rinde y la calidad nutricional si cambiamos la dieta de los animales en momentos clave de la lactancia. Por ejemplo, incorporando silaje o heno, o suplementos con fibra de fácil digestión, o modificando la fuente de proteína”, afirmó Florencia Miccoli, docente de Bovinos de Carne en la FAUBA y de Nutrición Animal en la UNLZ.
“Con el equipo de investigación estudiamos en un tambo ovino el impacto de usar dos suplementos energéticos distintos, como son la cascarilla de soja y el grano de maíz, sobre la producción total de leche y sobre los porcentajes de grasa y de proteína. También analizamos qué tipo de ácidos grasos tiene la leche”, dijo Miccoli, primera autora de un trabajo publicado en la revista científica Small Ruminant Research.
Florencia adaptó para las ovejas una dieta muy difundida en tambos vacunos. En su experimento, alimentó un grupo de ovejas con un 50% de raigrás -un forraje fresco muy digestible- y un 50% de cascarilla de soja como suplemento energético. Los resultados muestran que es posible modular las dietas para fabricar productos lácteos con altos niveles de ácidos grasos omega-3 y poliinsaturados.
“Al final de la experiencia, las ovejas que recibieron esta nueva dieta produjeron un 30% más de leche que aquellas que comieron la dieta tradicional de pastura y maíz. Y en cuanto a la calidad nutricional, logramos aumentar un 78% los ácidos grasos omega-3 y un 30% los ácidos grasos poliinsaturados”, resaltó la investigadora.
Miccoli también destacó que con 3 vasos de esta leche enriquecida ‘naturalmente’ a través de la alimentación de las ovejas, los niños de 2 a 4 años de edad cumplirían sus necesidades de omega-3, según las tablas de requerimientos nutricionales publicadas en Estados Unidos.
De ese modo, “podríamos pensar que en un futuro próximo se podrían producir quesos y productos diferenciados sin usar ningún tipo de aditivo, simplemente cambiando las dietas de las ovejas”.
Miccoli explicó que la calidad de la leche de oveja se puede establecer según su composición química, dada sobre todo por su contenido de lactosa, de grasa y de proteína. Esta leche es bastante diferente de las de vaca y cabra porque las dobla en porcentaje de proteína y de grasa. Además, contiene la variante A2 de una proteína llamada caseína, que es la variante más saludable. Y en cuanto a la grasa, posee gran cantidad de ácidos grasos vinculados a la reducción del colesterol, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares en los humanos.
Además sostuvo que pudo comprobar a campo los impactos positivos de los cambios de dieta que había detectado en condiciones experimentales. “En aquellos establecimientos en que se reemplazó el maíz por la cascarilla de soja, aumentó efectivamente el rinde de grasa en la leche y bajó el costo de las raciones. Además, al reemplazar parte del pastoreo por silajes, por ejemplo, se liberaron áreas de los campos que quedaron disponibles para otros fines”.
“La producción del futuro en los tambos va a ser con datos, datos duros. Es el momento para que los productores aprendan a tomar datos, a manejar planillas electrónicas y a usar bases de datos. De ahí surgirán las mejores decisiones técnicas y económicas como, por ejemplo, si hacer una crianza artificial o no, si sacar unos días antes el cordero, si dar tal o cual suplemento y en qué cantidad, o si el margen bruto será positivo en el primer ciclo productivo o las mejoras serán más a mediano plazo. Todavía creo que no llegamos ni a la mitad de lo que se puede hacer, así que aún hay muchas puertas por abrir”, concluyó la investigadora.