No hay que dejarse engañar por su acento extranjero: a pesar de haber nacido en Suiza, Maris Llorens es 100% sangre paraguaya. Así lo decidió hace 30 años, cuando llegó para vender un campo, pero se enamoró del país y su gente. Y tanto que se ha convertido en la empresaria ganadera más poderosa y ha sido, como dirigente de ese sector, un eslabón clave en el proyecto que multiplicó veinte veces las exportaciones de carne vacuna de esa Nación, hasta generar divisas por arriba de los 1.000 millones de dólares.
Es empresaria, filántropa, referente y parte de la historia productiva contemporánea de Paraguay. Fue una de las primeras en importar genética (especialmente desde la Argentina) y fue artífice del proyecto que convirtió al país en exportador de carne de calidad. Incluso, se permitió obtener con sus toros en la Exposición Rural de Palermo, desafiando a las mejores cabañas de la Argentina. Hoy, además de dirigir su empresa Viradolce SA, es también directora del Jardín Botánico y Zoológico de Asunción. Reservó tiempo en su agenda para dialogar a solas con Bichos de Campo y repasar su historia.
“Estoy feliz de ser paraguaya”, señala Maris. Pasó mucho tiempo desde que llegó al vecino país acompañando a su marido, allá por el año 86, con el objetivo de vender un campo que él poseía allá, pero que no conocían. A la distancia, puede recordar muy bien qué fue lo que le llamó la atención: “Me encontré con un país donde había todo por hacer”, afirmó.
Evidentemente, lo que para los latinoamericanos es moneda corriente, para Maris resultó extraordinario, porque, más allá de que se crio y vivió en las apacibles zonas rurales de Suiza, las posibilidades de hacer y expandirse no son las mismas que acá. “En Europa está todo hecho, no se puede crecer más porque no hay espacio físico”, explicó.
Esto no es un aspecto anecdótico, porque Maris no ha hecho más que dedicarse a crecer durante estas décadas, incluso luego de haber quedado viuda. Así conoció la cumbre del éxito: Viradolce SA, su empresa, es líder en ganadería y genética en el continente, y se especializa en razas de exportación, como Brahmán, Nelore, Brangus, Braford y hasta Wagyu.
Si hay que enumerar sus logros, el haber fundado uno de los frigoríficos exportadores más importantes de Paraguay está sin dudas en el podio. Ahora cuanta con cinco unidades industriales y un centro de distribución. La empresa se llama Frigomerc SA y supo abastecer a Rusia, Chile, Brasil e Israel antes de ser vendido, en 2012 al Grupo brasileño Minerva, del cual Llorens quedó como accionista minoritaria. Fuera de micrófonos explicará que la impulsó a venderlo el hecho de pensar que sus cientos de trabajadores se iban a quedar desprotegidos el día en que ella faltara.
Maris junto a su esposo instalaron la primera planta frigoríficos en 1998, en lo que solía ser un viejo matadero del ejército. Pero la muerte de su compañero, sólo 2 años más tarde, no interrumpió los planes de la empresaria, sino que la impulsó, aún más, a honrar su memoria y crecer.
Para 2001 ya habían logrado empezar a exportar y comenzaban a introducirse en el mercado de la genética, porque necesitaban vender carnes de mejor calidad desde un país cuya participación en el comercio exterior era marginal, con menos de 40 millones de dólares al año. “Por eso, empecé a importar animales vivos y genética Brangus de Argentina”, explica Llorens.
Mirá la entrevista completa:
Para una empresaria de su calibre, que Paraguay sea poco popular en el mercado mundial es una barrera importante al crecimiento. Por eso, Llorens decidió involucrarse personalmente en la causa, porque fue dos veces presidenta de la Cámara Paraguaya de la Carne y una jugadora clave para bancar la decisión política de convertir al país en un jugador importante.
“Hicimos una suerte de plan agrícola-ganadero integrado”, recuerda Llorens, que trabajó al mismo tiempo con productores, empresarios, organismos públicos y la Cancillería para que Paraguay cambiara su imagen a nivel internacional y finalmente exportara carnes de calidad.
El diagnóstico de situación incluía tanto aspectos positivos como otros que jugaban en contra. Por un lado, Maris destacó que hubo un “gran apoyo de las leyes y los entes del gobierno” local. Una prioridad fue mejorar la situación del sistema sanitario paraguayo, con un organismo público como el Senacasa sumido en el desprestigio luego de la crisis aftósica de 2001.
La decisión de Argentina de prohibir sus propias exportaciones de carne vacuna en 2006 les daba a los frigoríficos paraguayos una gran oportunidad, que supieron aprovechar, especialmente con sus envíos a Chile.
Cada peón supo moverse en el tablero y Paraguay aprovechó la oportunidad única de despegar que tenía ante sí. El Senacsa se profesionalizó mucho y dejó atrás la crisis de aftosa, la política dio guiños favorables a los mercados y los productores sobrepasaron los objetivos propuestos. “En cada casa hay que poner orden”, grafica Llorens, que fue una pieza clave en todo este entramado.
De 35 millones de dólares que exportaban anualmente, el osado programa de crecimiento preveía saltar en exportaciones a 400 millones. Lejos de asustarse, lo cumplieron con creces, porque registraron casi 800 millones de dólares en 2008. No fue suerte, explica Marís: “los mercados no vienen a tu casa a golpearte la puerta, hay que buscarlos”. Hoy superan holgadamente los 1.000 millones, con cerca de 350 mil toneladas anuales exportadas, casi el 75% de la producción local.
En comparación con otros países, el cambio de Paraguay fue muy meritorio, no sólo porque aumentó 20 veces más su comercio exterior de carnes, sino, sobre porque además lo hizo sin venderle ni un gramo a China, por los históricos problemas políticos que alínean ese país sudamericano con Taiwán. Desde 2018 ha sido la aspiradora de carne desde el resto de los países ganaderos de la región, incluyendo a la Argentina. Paraguay no sintió ese impulso.
Según Llorens, el plan de expansión dependió de un importante cambio de mentalidad en el productor ganadero tradicional, y no se hizo a costa de todo. “Siempre crecimos respetando las leyes de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA)”, asegura Llorens, que llegó a ser embajadora mundial de la organización intergubernamental en 2010. No fue ese el único reconocimiento que tuvo por su aporte en materia de sostenibilidad productiva y ambiental. Hace 2 años, fue designada nueva Embajadora de Buena Voluntad del IICA en temas de Producción Animal Sostenible. Otro gesto que le demostró que fue por buen camino.
Más allá de mostrar un fuerte compromiso ambiental, no teme polemizar con iniciativas como el Reglamento UE 2023/1115, sobre deforestación, al que considera una traba ilegítima al libre mercado. No sólo le preocupa por el peso que representa Europa para las exportaciones paraguayas, gracias a una pequeña porción de la Cuota Hilton que obtuvieron, sino por una discusión más de fondo: la defensa de la carne como aliento.
“Es un disparate total, ¿qué vamos a comer, algo sintético? No podemos llamar carne a algo que se produce en un laboratorio. La gente quiere comer bien y sano”, señala cuando recuerda que las políticas ambientales del continente que la vio nacer parecen promover las proteínas producidas en laboratorio.
Maris no puede evitar indignarse cuando desde ciertos sectores se demoniza a la ganadería por sus efectos ambientales. Precisamente porque luchó con uñas y dientes para que hubiera carne y pasturas de calidad en su país, es que espera que todo el Mercosur se resista a la normativa europea.
“Las cosas se discuten, se hablan, y así se ve lo que se puede y lo que no se puede hacer. La imposición no funciona para nadie”, apuntó orgullosa. Y observó que cada país cuenta con sus propias leyes ambientales que deben ser respetadas en primera instancia.
Nadie puede negar que la trayectoria de Llorens es extensa. Lo acredita su compromiso, el crecimiento personal y empresarial y el modo en que se ha convertido en una referente indiscutida de la ganadería paraguaya. Hoy, ya casi de vuelta en el camino recorrido, está satisfecha con los resultados que tiene ante sí.
En retrospectiva, señala que la “semillita agroexportadora” prendió bien en Paraguay, porque la venta de carnes, soja y otros granos se ha convertido prácticamente en una política de Estado, invariable con el paso del tiempo y los cambios de gobierno. Ahora puede animarse a pensar en grande, con alianzas estratégicas en América Latina: “quiero que crezcamos todos juntos, tenemos que tejer más vínculos con Argentina”, aseguró.
-¿Paraguay está en su techo de exportación de carne? ¿O quieren crecer más?
-No, de ninguna manera es nuestro techo. Queremos crecer más y abrir nuevos mercados. Podemos hacerlo en Asia, el Caribe y Centroamérica. Ya lo logramos con Canadá y Estados Unidos, y buscamos seguir en esa línea.
-¿Y se puede producir más? ¿Hay tierra y genética disponibles para mejorar?
-Sí, pero depende de los productores y de cuánto quieran avanzar. Estamos seguros de que hay que crecer, sobre todo si queremos que entren más divisas más allá de la industria.
-Gracias al ingreso de divisas, ¿sienten que están aportando al bienestar general del pueblo paraguayo?
-Absolutamente. Es un orgullo ver que la gente está bien, y que puede vivir mejor. Pensá todo el crecimiento que hoy puede tener una familia que vive en el campo y se dedica a la agricultura o ganadería. Ha aumentado mucho el número de campesinos que pueden exportar sus productos frutihortícolas, y eso demuestra que todo el crecimiento está generando un derrame.
Codo a codo con las Mujeres Rurales de Latinoamérica
Saludos desde Uruguay
Mujer admirable Mary Llorenz!!!!
Por en bien de un país que empieze a buscar de exportar sus productos sin trabas tomando las reglas y las leyes de otros países y aumentar la productos.
Cómo argentina me avergüenza el gobierno del matrimonio Kirchner que por su odio a los ganaderos y a la Sociedad Rural q nos representa, atraso todo lo relativo a la exportación de carnes al mundo, dónde éramos campeones.