Tengo los apuntes pero voy a tratar de escribir de memoria lo que sucedió, para recrearlo. El Foro Agrario Nacional, como bien alguien me lo definió, es un bloque de organizaciones de campesinos, pequeños productores, pueblos originarios, rubias destempladas, eternos universitarios, trabajadores estatales y hippies de morral, que fue posible únicamente porque existió un fenómeno llamado Mauricio Macri. Este miércoles, este rejunte copó la Facultad de Medicina de la UBA para discutir qué se hace ahora que llegaron al poder.
Porque nunca este sector del agro (nos vamos a concentrar en los pequeños productores genuinos que aquí recalan y son bastantes) estuvo tan cerca del poder. Tan cerca que ayer tres ministros y varios altos funcionarios de los gobiernos de Alberto Fernández y de Axel Kicillof asistieron a la cita. De Nación estuvieron el titular de Agricultura, Luis Basterra, y su par de Ciencia y técnicología, Roberto Salvarezza. De la provincia, el titular de Desarrollo Agrario, Javier Rodríguez.
El rechazó que provocaron las políticas “hambreadoras” del ex presidente fue tal que todas las organizaciones del “otro campo” que pululaban por ahí lograron unirse en este Foro en mayo pasado, y hasta lograron definir un ambicioso programa común de 21 puntos para mejorar la situación de ese tipo de productores, que son los que apenas sobreviven con unas pocas hectáreas, generalmente en los conurbanos y alquiladas a precios viles.
Con ellos, está claro, hay gente que tiene ideología y se entremezclan muchos personajes que solo comen rúcula agroecológica en la feria comunitaria que está atrás de Chacarita mientras hablan pestes de la soja y exaltan eso de la soberanía alimentaria. Y es que Macri no es el único motivo pata semejante aglutinación de necesidades, de solidaridades y de egos. También se critica fuerte el modelo agrícola pampeano, claramente “extractivo”, que solo va en busca de “la renta”, que expulsa a la gente del campo, que abusa de los agroquímicos, y que tiene otra gran cantidad de sinsabores reales y concretos. Son culpas que a esta altura al propio modelo le cuesta ocultar. Ese ha sido el gran caldo de cultivo para que este otro campo se solidificara.
El Foro Agrario Nacional nació en este entorno, en mayo de 2018, apenas unos días antes de que se definiera la candidatura de Alberto Fernández, bendecida por la patroncita Cristina Kirchner. Los 21 puntos de su agenda programática nacieron tras dos días de deliberaciones en el microestadio de Ferro. Comunión perfecta: Los morochos planteaban sus problemas y los universitarios escribían las posibles soluciones, muchas veces con tono de proclama de guerra. Por eso entre los 21 puntos dice “reforma agraria”, cuando en realidad lo que se reclaman son políticas concretas que permitan el acceso a la tierra propia y el arraigo de una enorme porción de productores, especialmente del sector hortícola.
Ver Los 21 reclamos del Foro Agrario en el “Alimentazo” de Plaza de Mayo
Lo cierto es que aquí están, estos son. Y son bastantes. En la campaña electoral las organizaciones que conforman el Foro jugaron a favor de la fórmula que ganó, en contra de ese Macri que los unificaba, y ahora quieren ver los resultados de esa epopeya.
El Foro Agrario Nacional vale mucho más de lo que pesa. En idioma político, donde las gestualidades valen mucho más que los actos concretos, habilita al peronismo en el gobierno a afirmar cosas tales como que las retenciones son un acto de justicia, necesario para “redistribuir las ganancias extraordinarias” del agro pampeano y acabar con el hambre. Les permite decir a los gobiernos que van en comparsa que hay un sector del campo que avala esa esquila.
Lo hizo este miércoles en la Facultad de Medicina de la UBA, Lautaro Leveratto, el referente del MTE, que contó que están organizando a más de 4.000 agricultores cebolleros del sur de la provincia de Buenos Aires (dudo que queden tantos) para realizar sus primeras exportaciones. Leveratto, que llegó con los saludos de Juan Grabois, dijo que estarían “felices si tenemos que pagar un impuesto arancelario, porque es por el desarrollo de la patria”. Clin, caja. Y aplausos.
Juan Manuel Rossi, ex Federación Agraria y ahora presidente de FECOFE, recordó que los que también pagan las retenciones son los chacareros, los hijos del Grito de Alcorta. Por eso propuso una “segmentación” que también fue muy aplaudida aunque pocos sepan cómo se podría hacer.
Pero la cosa es que perdió Macri gato, que estaban todo juntos ahí, que coparon las tribunas del aula magna de Medicina, y que se sentían felices por el porvenir. Con las ilusiones intactas de cobrar retenciones al agro “más concentrado” y hacer un poco de “justicia redistributiva” hacia el interior del sector productivo, del cual ellos también forman parte. Porque forman parte, nos guste o no. Y muchas de sus demandas son de lo más sensatas.
Ya hemos escrito bastante sobre esto: mercados de cercanía, que puedan tener una vivienda digna en su propio lote, que se propicie una agricultura libre de agroquímicos, que se los habilite a vender a los planes sociales. Hay muchos etcéteras perfectamente discutibles.
En definitiva, los más pobres del campo y sus militantes comprometidos han llegado al gobierno. Nunca antes las organizaciones de la agricultura familiar habían estado tan cerca del poder como ahora, esta misma semana en la que además el agro convencional aparece lejos, confrontando.
Nota de la redacción: A esta altura es necesario aclarar que cuando el líder piquetero Emilio Pérsico fue designado en 2011 como secretario de Agricultura Familiar de la Nación, no se verificó para nada una mejoría de las condiciones de vida de las llamadas familias campesinas. Pérsico se hizo agricultor incluso tiempo después de haber llegado al cargo, comprando según nos dicen unas fincas en la hermosa Bowen, en el sur mendocino. Antes solo reclutaba gente para la causa popular, y poco hizo (casi nada) en el sentido que marcan ahora estos 21 puntos del Foro Agrario.
Con ese estandarte, esos 21 puntos, las organizaciones de la agricultura nacional y popular reunieron a tres ministros y a varios altos funcionarios, como Mario Cafiero, tío del jefe de Gabinete de Alberto y titular del INAES. Les entregaron su listado de peticiones con la secreta esperanza de que, esta vez sí, la agenda del sector tenga cabida en el gobierno que empieza.
El Movimiento Evita, a través del Frente Agrario Evita, medio a a espaldas de las otras organizaciones que esperaban poder opinar, logró colar al nuevo secretario de Agricultura Familiar, Miguel Gómez, que subió al escenario francamente aplaudido, más que ninguno de los otros funcionarios. Gómez, que viene de Vía campesina y es colaborador directo de Pérsico. Es uno de ellos que llegó a la cúspide. Pero ahora tiene un peso enorme sobre sus espaldas.
Hay esperanza, mucha esperanza, de estos sectores políticos y del agro, que apuestan a que esta vez si sea cierto que las autoridades nacionales impulsen una agenda de políticas que se haga cargo de sus problemas (los de la gente que produce en los conurbanos y en las economías regionales, y no tanto los de los hippies con OSDE). Y el gobierno alimentó esas altas expectativas.
“Me siento como en mi casa”, dijo el ministro Basterra cuando le tocó hablar, recordando “tantas luchas compartidas” con varios de los dirigentes en estos años de macrismo. Luego, esquivando definiciones que conoce de antemano serán complicadas, le pasó de inmediato el micrófono al mencionado Gómez, el flamante secretario, El funcionario surgido del propio Foro prometió que en lo inmediato se dedicará a reglamentar la Ley de Reparación Histórica de la Agricultura Familiar, que se sancionó en 2014 y nunca fue reglamentada. Las organizaciones le endilgan la culpa a Macri y su decisión de gobernar solo para los ricos. Lo cierto es que la ley establecía la creación de un fondo de 1.500 millones de pesos para hacer políticas activas, un monto que ahora quedó bastante desactualizado.
De todos modos, fueron varios los dirigentes sociales del agro que pusieron presión para que el gobierno encare la agenda de 21 puntos sin dar demasiado rodeos, e incluyendo el controversial asunto de las políticas de acceso a la tierra. El más enfático de todos fue Nahuel Levaggi, de la combativa UTT (Unión de Trabajadores de la Tierra), que tras recordar que “hoy tenemos en el funcionariado a compañeros luchadores” reclamó no perder demasiado tiempo. en tomar las medidas que se reclaman de manera orgánica desde el Foro. “Ahora es cuando hay que hacer lo que dijimos que hay que hacer”, enfatizó, prometiendo apoyo a las autoridades en caso que se decidan a hacer las reformas que se reclaman.
Comenzar a cumplir con esta plataforma o dejar que muera en palabras es una decisión que deberá tomar la alta política. Así también se definirá la salud de este proceso de unidad entre organizaciones de pequeños productores, que nunca estuvieron tan unidas, y mucho menos estuvieron tan cerca del poder, formando parte del poder, tocándolo.
Las primeras respuesta sobre el derrotero de este petitorio de 21 puntos será tema de discusión en el Primer Congreso Argentino de la Tierra (o de la Madre Tierra, como dijo alguno), que el Foro Agrario ya comenzó a organizar para el 17 de abril de 2020. Allí ya sabremos por qué sendero ha decidido transitar el nuevo gobierno.
Dicen que el poder se saborea, pero si no se usa, empalaga.