En la Exposición Rural de Palermo la lechería tuvo su espacio. En este marco de encuentro, las charlas brindadas sirvieron para poder mirar hacia adelante en la producción primaria, entrando en la genómica y la tecnología como dos herramientas clave de la sustentabilidad.
Como responsable de ST Genomics y de Produgenes, el médico veterinario Alfredo Castro habló ante un auditorio completo sobre “test genómico y avance genético” en el ganado lechero.
La necesidad de producir más alimento para seguir combatiendo a la causa número uno de muertes en el mundo, con la presión ambiental por delante, los productores de leche desde 2009 pasaron a tener acceso a los marcadores genómicos de toros seleccionados, con resultados basados en muestras de ADN. A partir de esto las hembras se comenzaron a seleccionar a partir de la fertilidad, la longevidad y el manejo general en los rodeos.
Con la necesidad de crecer en los sólidos de la leche, de bajar los costos y la demanda de alimentación, se debe enfocar una selección minuciosa, partiendo del dato que el 51% de los costos de producción en el tambo corresponden a la alimentación. Para esto la genómica contribuye en los tambos con la evaluación, con bajos costos, seleccionando mejor a los toros, mejorando la inversión en crianza, justificando el uso de semen sexado en las mejores vacas y con la utilización de software para el apareamiento genómico, para optimizar las características buscadas y reduciendo los efectos negativos de la consanguinidad.
Actualmente en Estados Unidos el 30% de los terneros son producidos a partir de genomas. Es así que se comenzaron a hacer estudios sobre la reducción en el consumo de alimentos para la producción de leche, que pueden llegar al 15% del total o de manera más significativa en el agua, con menos en la emisión de metano.
“Los animales eficientes consumen menos”, dice Castro, ya que la secuenciación del ADN permite evaluar más de 6 millones de marcadores. “La genética define las características y el genoma intenta correlacionar las características del animal”, asegura.
Cada productor debería saber dónde está ubicado su rodeo lechero, para poder ir definiendo como avanzar, con animales más longevos, más sanos, que aumentan la utilidad, disminuyen el impacto ambiental con menor huella de carbono, entre otros aspectos.
En nuestro país hay más de 10 mil hembras testeadas, de 70 productores que permiten mostrar resultados y confirmar los avances. Para Castro “el aumento en el uso de la genómica como herramienta de trabajo viene despacio, pero ya es una realidad. Creemos que durante 2023 podemos crecer en datos genómicos en un 50 por ciento”, no sólo a partir de la iniciativa de empresas privadas, sino también por la motivación de instituciones.
¿Y en materia de Inteligencia Artificial? José De Nicolás, es responsable de márketing de la empresa De Laval en Argentina y Latinoamérica. En el evento lechero de La Rural habló sobre “el bienestar animal y su relación con los factores de producción”.
Comenzó argumentando que “todo el potencial que les estamos dando a las vacas a través de la genética y la alimentación tiene una limitante que es el estrés”. Es por eso que en los casi diez mil tambos de Argentina, y con el 43% de la producción concentrado en el 10% de las unidades productivas queda demostrado que la intensificación tiene desafíos como lo son el aumento de la producción individual, mayor exigencia en los rendimientos, más efecto del estrés térmico y físico, cambios en la prevalencia de enfermedades y se disminuye la inmunidad.
“La vaca tiene un desafío ambiental más grande cuando está en los corrales que cuando está en el campo”, que derivan en cuestiones ligadas a la sanidad. El bienestar tiene una componente de ética, de aspectos legales, pero también ambientales. En el mundo sólo el 30% de la producción, que son 265 mil millones de litros de leche al año, reportan datos sobre parámetros de sustentabilidad.
La Organización Mundial de Sanidad Animal define cinco libertades para los animales, no tener hambre y sed; de no sufrir incomodidad; no tener miedos, ni angustias; poder expresar su comportamiento normal; no tener dolor, lesiones, ni enfermedades. Cuando se altera el estado de confort se activan procesos bioquímicos que pueden terminar en una enfermedad por la liberación de más cortisol, siendo la mastitis y los problemas podales los que mayor pérdida económica generan.
Trabajar con equipos de ordeño normatizados es lo que corresponde. Los retiradores de pezoneras están en el 20% de los tambos argentinos y eso colabora mucho en evitar el sobre-ordeño.
Actualmente los sensores, la inteligencia artificial, además de las diferentes tecnologías y herramientas permiten una medición más completa de la actividad y la producción. Más allá de los robots, se percibe un cambio en las instalaciones de los tambos que está acompañado por la generación de datos sobre muchas variables.
“Todos esos miles de datos van a la nube, hay algoritmos que procesan y dan reportes para que los productores puedan tomar decisiones. Son predictivos a partir de la enseñanza que se va generando en la inteligencia artificial a través de esos datos, por lo tanto no sólo se va a saber lo que pasó, sino que va a haber reportes con lo que va a suceder en cada tambo”.
“Esta es la actividad agrícola-ganadera más noble que existe por una sola razón, porque producimos el alimento más perfecto de la naturaleza que es la leche”, por eso hay que conectar al consumidor con la producción, con el sentimiento, con la emoción que lleva a elegir cada producto. Tratar bien a las vacas es la clave para lograrlo, concluyó De Nicolás.