Las situación de los tamberos mejoró sensiblemente en los últimos meses y esto es muy bueno, acaso un acto de justicia para los que quedaron en pie luego de una larguísima crisis de rentabilidad que duró varios años. ¿Cómo se expresa esta recuperación? Uno de los modos de verlo es medir la participación del primer eslabón de la cadena sobre el valor promedio final del litro de leche al consumidor. En ese ejercicio se nota con claridad que la recuperación de los márgenes del productor no se ha producido a costa de que otros eslabones resignen márgenes. Las que pierden con claridad son las industrias lácteas. Los que no resignan nada son el sector comercial y el Estado, que no baja la presión impositiva.
Los datos duros surgen del análisis que mensualmente realiza el Instituto Argentino de Profesores Universitarios de Costos (IAPUCo) y fueron publicados por el OCLA (Observatorio de la Cadena Láctea. Las conclusiones son nuestras pero muy evidentes. Saltan a la vista mirando el siguiente gráfico.
En el cuadro se puede ver que la participación del Productor en el Valor Final (tanto el surgido del mercado interno como de la exportación) “presenta los valores máximos de la serie disponible (67 meses, desde diciembre de 2013)”. Esto es un porcentaje exacto del 36%. Si el valor final de toda la leche fuera de 1 dólar por litro, al productor van a parar 36 centavos. En diciembre de 2015, cuando asumió el actual gobierno, había tocado mínimos. En ese momento estaba en el 22,4%.
Es una buena noticia la recuperación de la participación del productor, aunque la misma haya costado sangre, sudor y lágrimas (muchísimos tambos cerrados, con sus historias, y una mayor concentración en el negocio). Pero lo que trae de importante este nuevo informe del OCLA es el dato de que ahora es la industria láctea (el segundo eslabón) quien carga con todo el peso de esta situación: de los 4 puntos porcentuales que ganó el productor en 2019, las fábricas perdieron 3 puntos y el sector comercial solo resignó 1%.
La participación de la industria sobre el valor final de la leche, en rigor, pasó del 26,5% en enero de este año a 23,3% en junio pasado. En el caso del comercio, su participación se redujo de 25,3% a 24,5%, casi nada.
El que no hace ni un amague de ajuste frente a la crisis evidente de esta cadena productiva es el estado, en todas sus variantes. Es que los impuestos siguen llevándose entre 16,2% y 16,3% del valor final del litro de leche. Inalterables. En diciembre de 2015, cuando asumió este gobierno, ese porcentaje era de 15,8%. Es decir que creció unos puntos.