Decir que al sector agropecuario le faltan más empresas que “arropen” a los agroquímicos no es para nada una ironía. Sucede que descartar de forma correcta los caldos que utilizan las pulverizadoras en las aplicaciones, conforme lo dispuesto por las buenas prácticas agrícolas, no es tan sencillo, y solo un puñado de empresas se encargar de proveer ese servicio. ¿De qué forma? Nada menos que a través de camas biológicas, cuyo uso comienza a difundirse cada vez con más fuerza.
“Explicándolo mal y pronto, se trata de un lugar en el campo donde se buscan retener y biodegradar los fitosanitarios, luego de la limpieza de los equipos de pulverización”, dijo a Bichos de Campo Mariano Rossi, coordinador de proyectos en la firma Agrobiobeds.
Según el referente, se trata de un espacio donde suele haber “contaminación puntual”, generalmente cerca de un tanque australiano y un molino. Es allí donde se hace la carga de la maquina, el preparador del caldo a pulverizar, y su posterior lavado, cuyos residuos son arrojados de forma continúa a ese suelo.
“Por un lado lo que buscamos es terminar con ese lugar puntual donde se produce la contaminación, y por otro lado concientizar al productor de lo que podemos llegar a mitigar. Es algo que a muchos les sirve incluso para certificar buenas prácticas agrícolas”, afirmó.
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En el caso de Agrobiobeds, el trabajo se realiza en torno a las llamadas “camas directas”, que comprenden una excavación de unos 40 metros de largo, por 50 de ancho y un metro de profundidad. Esa extensión está dada por el tamaño de los botalones de la máquina cuando se encuentran desplegados.
Un dato clave es que la fosa se encuentra completamente impermeabilizada con una geo-membrana gruesa (no se utiliza un simple silobolsa), que contiene un sistema de caños de drenaje en el fondo.
“Allí dentro es donde se coloca lo que hace la magia, que nosotros llamamos biomezcla. Se trata de un compuesto que tiene en un 50% lignina. La lignina la sacamos de los rollos de pasto que por lo general el productor tiene en el campo. Luego tiene un 25% de tierra, que es de la misma excavación de la cama, y otro 25% de un residuo orgánico, que puede ser guano de pollo, residuos de un feedlot, bosteo de tambo, etc. Allí se produce la magia de las bacterias que descomponen y rompen las moléculas de los agroquímicos”, explicó Rossi.
El proceso consiste en la descarta de la pulverizadora sobre aquel colchón de materia orgánica, a través de la cual se retendrá parte del líquido. Otra porción llegará al sistema de drenaje, que pasará luego a otro tanque por fuera de la fosa gracias al uso de una bomba.
“De ese tanque vuelve luego el líquido a la cama por mangueras de riego por goteo. Lo que hacemos entonces, además de contener y biodegradar, es un circuito cerrado de ese líquido. También se produce una evapotranspiración, porque está en el aire libre. De esa forma contenemos los niveles de líquido”, sostuvo el referente.
“Donde hacemos la cama, ya de por sí es un suelo que ya tiene un historial agrícola, que ya tiene un compuesto orgánico que descompone las moléculas de agroquímicos. Al agregarle la lignina y la materia orgánica rica, lo que hacemos es potenciarla para que trabaje más todavía”, agregó a continuación.
-¿En qué se destaca Agrobiobeds?- le preguntamos a Rossi.
-Nosotros somos la única empresa que está desde cero. Nos juntamos con el productor, vamos al campo, decidimos juntos dónde quiere poner la cama, decidimos cómo quieren hacerla. O sea, si bien la cama tiene una estructura que hay que respetar, hay muchas cosas que se pueden modificar a la comodidad del productor. Estamos en todas las etapas de construcción. Nosotros mismos somos los que proveemos la mano de obra para hacer la cama y entregamos llave en mano. También le explicamos al aplicador cómo usarla, para que pueda trabajar tranquilamente ahí.
-¿Es muy costoso hacer esto?
-Es un tema de concientización. No es un producto barato, tampoco es una locura. Pero sabemos que en algunas provincias, como por ejemplo en Córdoba, cuando uno aplica buenas prácticas agrícolas tiene algunos beneficios impositivos. Creemos que no dentro de mucho tiempo esto se va a legislar y va a ser obligatorio. Veremos si ahí, ya del lado gubernamental, hay una ayuda a los productores para la construcción de camas biológicas.
-Crees que esto es una práctica que va a tener que crecer. ¿Crees que será por conciencia o por obligación finalmente?
.Muchos productores vienen a buscarnos porque te dicen “lo que estamos haciendo en el campo es un desastre, ya el lugar no da para más”. Otros vienen para aplicar las buenas prácticas y porque está cambiando, gracias a dios, la cabeza del productor. Los que nos buscan son, más que nada, los dueños de explotaciones agrícolas, no tanto el aplicador. El aplicador tiene sus máquinas en un galpón en el pueblo. A ellos lo contratan, van, trabajan en un campo, lavan y con la máquina limpia vuelven al galpón. Es el productor, el dueño del campo, el que se está concientizando y está viendo con buenos ojos, por suerte, el tema de las camas biológicas.