Por estos días, el trigo HB4 de la empresa Bioceres está en boca de todos. El visto bueno que el gobierno le otorgó al cultivo transgénico -condicionado de todos modos a la decisión final que pueda tener Brasil-, encendió las antorchas de los integrantes de la cadena productora de este cereal, que están preocupados por la reacción adversa de los consumidores. Pero por más enojo, desconfianza o preocupación que esta situación genere, no fue esta la primera vez que los OGM en el país se acercan tanto a la mesa de la gente.
Detengan sus caballos: el primer transgénico nacional aprobado para consumo humano directo fue la papa Spunta Ticar, desarrollada por la empresa de biotecnología Tecnoplant y de la mano del Instituto de Ingeniería Genética y Biotecnología del CONICET. Se anunció su aprobación regulatoria a fines de 2015, pero recién en agosto de 2018 apareció en el Boletín Oficial la liberación para la comercialización del evento, tras ser aprobado por el Ministerio de Agricultura. La tecnología desarrollada por esta empresa del grupo Sidus permitió crear una papa resistente al Potato Virus Y (PVY), que produce pérdidas de rendimiento de hasta el 40%.
Lanzaron oficialmente la papa transgénica argentina que resiste a un virus
Este evento, que pareció salir a los tropezones durante el último mandato de Cristina Kirchner, al no contar con la firma del SENASA en un primer momento, trajo casi de forma instantánea el rechazo de la Federación Nacional de Productores de Papa (FENAPP). La entidad no sólo se mostró ofuscada por la desprolijidad inicial, sino que además temía por el efecto negativo que podría llegar a tener en el comercio exterior, ya que algunos países no aceptan los transgénicos y otros podrían llegar a colocar barreras arancelarias.
Y aunque en estos dos últimos años el proceso de tensiones y resistencias pareció haberse diluido, Tecnoplant y el CONICET continuaron remando para que su desarrollo llegue pronto a la mesa de los argentinos. “En 2018 comenzamos a hacer la tramitación, nosotros como desarrolladores comerciales y el CONICET como obtentor. El CONICET terminó los trámites para inscribir la variedad en el Registro Nacional de Propiedad de Cultivares en octubre del año pasado y nosotros en noviembre”, contó a Bichos de Campo Gustavo Napolitano, gerente de Tecnoplant.
Ahora solo resta su tratamiento por la Comisión Nacional de Semillas (CONASE), que recién se constituyó el mes pasado ante el cambio de gobierno y las dilataciones pandémicas. Por lo pronto Napolitano se muestra positivo: “Nuestro transgénico es el primero que tiene doble aprobación de la Dirección de Mercados, tanto en el gobierno de Cristina y en el de Macri. Tiene la aprobación definitiva del Ministerio de Agricultura y ya está la aprobación del INASE”.
En la vereda de enfrente, Marcelo Espinosa, integrante de la FENAPP, señaló a Bichos de Campo que la contra de los productores no es hacia los transgénicos sino hacia posibles problemas con los mercados externos. “De aprobarse, no nos cambiaría el mercado interno pero sí la exportación. Cuando vos exportas semilla de papa o papa consumo, lo primero que tenés que llenar en la planilla es si es transgénico o no. Eso puede ser una barrera arancelaria y queremos consensuarlo”, dijo.
Espinosa agregó que hicieron los reclamos y pidieron al Ministerio por estudios pero no recibieron respuesta.
La semana que viene la CONASE se volvería a reunir y de allí podría surgir una decisión histórica. ¿Milanesas rebozadas con trigo transgénico y papas fritas antivirus? ¿Sí o no?