La mayor parte de los argentinos decidió dar por finalizado el modelo de emisión monetaria desenfrenada, intervencionismo estatal esquizofrénico y populismo barato que transformó al país en un destructor serial de oportunidades.
El mayor desafío que tiene el gobierno de Javier Milei por delante es comprender que la mayoría de los argentinos lo eligieron para convertir a la Argentina en un “país normal”, es decir, algo parecido a lo que sucede en Brasil, Uruguay y Paraguay, donde existen condiciones básicas para que puedan prosperar aquellos que tienen la voluntad de hacerlo.
Los argentinos que tienen la suerte de vivir en las zonas libres de regímenes medievales, pudieron expresar este domingo, a través de su voto, que quieren sacarse de encima la excesiva presencia del Estado para permitir el desarrollo potencial presente en el sector agroindustrial, hidrocarburífero, minero, turístico e informático, entre otros muchos rubros.
La victoria de Milei en las provincias de base agropecuaria no es una sorpresa porque el potencial de desarrollo presente en las mismas es gigantesco: basta observar lo que sucede en los países vecinos. Pero sí es muy aleccionadora en otras situaciones, como es el caso, por ejemplo, de Tierra de Fuego, donde el Estado nacional, a pesar de poner una tonelada de subsidios para sostener sectores ineficientes, no logró generar condiciones de desarrollo equitativas y sostenibles.
El dato clave es que en las provincias de Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, San Luis, Mendoza, San Juan y Neuquén –junto a varios partidos del interior de Buenos Aires– Milei obtuvo más del 60% de los sufragios este domingo, lo que permitió contrarrestar el peso del “voto cautivo” presente en las regiones feudales del norte argentino y del Conurbano bonaerense.
Esos votantes, que son testigos directos –en las diferentes regiones productivas– de las oportunidades perdidas por la “máquina de impedir” del kirchnerismo, son los primeros que esperan que Milei no les joda la vida por factores ideológicos.
Ahora viene lo más difícil tanto en términos económicos como políticos, porque lo que suceda en los próximos meses será crucial para poder determinar si las ansias de cambio podrán finalmente plasmarse en hechos concretos.
En términos políticos, la voluntad de negociación deberá anteponerse a las concepciones fundamentalistas, las cuales pueden resultar muy atractivas en el ámbito discursivo, pero son venenosas para construir consensos y gestionar una política exterior acorde al interés de los sectores “fabricantes” de divisas (con el agro a la cabeza).
En el orden económico, será clave tener extremo cuidado en desarmar la “bomba” dejada por el régimen kirchnerista, la cual produjo distorsiones tan grandes en los precios relativos que un paso en falso al respecto podría hacer “volar por el aire” a sectores que están al borde del precipicio.
El mayor riesgo es que Milei crea que todo aquello que hizo para poder ganar la elección es un “cheque en blanco” para poder imponer su particular agenda. Sus socios del PRO, partícipes de la fiscalización y de la victoria, se encargarán de recordarle que buena parte de los votos que lo llevaron a la Casa Rosada provienen de sus filas. La suerte del nuevo gobierno dependerá en gran medida de la solidez de ese “matrimonio”. Esto recién empieza.
Veinte años perdimos los productores.
Nos esquilmaron y se apropiaron de nuestra renta para ” mantener ” al conurbano .
Fueron tan corruptos y nefastos que no les alcanzó
Un solo año de sequía los volteó