Esta semana el gobierno nacional anunció con gran júbilo que la Argentina recibiría una inversión de 8400 millones de dólares por parte de la empresa australiana Fortescue para producir “hidrógeno verde” a partir de la energía eólica.
Pero en Bichos de Campo buscamos la noticia en la sección de prensa del sitio oficial de Fortescue y no encontramos nada al respecto, lo que no parece lógico si se tiene en cuenta la cifra de la inversión en cuestión.
Sin embargo, no hay que ponerse triste ante tal evidencia, porque este año hay una “empresa” que sí hará una inversión multimillonaria: estamos hablando de los miles de productores agropecuarios que conforman el agro argentino.
Afortunadamente, el equipo técnico de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) se tomó el trabajo de calcular cuál será la inversión estimada realizada por el agro argentino en los principales cultivos y el número, por cierto, asusta por lo elevado.
Al sumar el costo de producción de soja, maíz, trigo pan y candeal, cebada, girasol, sorgo, arroz, algodón, avena, centeno, maní, colza, alpiste y cártamo, el número final para la presente campaña 2021/22 es de 17.310 millones de dólares, cuando en el ciclo anterior había sido de 13.160 millones.
Los mayores incrementos de costos se registran en el caso del trigo y el maíz porque, al requerir una elevada inversión en fertilizantes y fitosanitarios, la considerable suba de precios registrada por los agroinsumos impacta de lleno en los mismos.
Afortunadamente para la cadena de valor que depende de las decisiones de siembra de los empresarios agrícolas, éstos venían con mucho “envión” de la buena campaña lograda en 2020/21 y en el presente ciclo invertirán fuerte en tecnología con el propósito de lograr grandes cosechas.
Pero si el valor de los agroinsumos permanece por las nubes el año que viene y los productores tienen que hacer frente a precios internacionales más “normalizados” y recortados internamente por derechos de exportación y retenciones cambiarias, seguramente la realidad será bastante diferente al momento de planificar la próxima campaña 2022/23. El primer “partido” en ese sentido lo veremos en la siembra de granos finos de invierno en mayo/junio próximos.
Así que, más allá de lo que ocurra con el hidrógeno humo, perdón, verde, Argentina cuenta afortunadamente con un sector de “fierro” que invertirá “verdes” para producir muchos “verdes” más. Enhorabuena.
¿Qué es el hidrógeno verde y quiénes son los australianos que analizan producirlo en la Argentina?
Foto @Santiguazzelli
La actividad agrícola y derivados siempre fue el sostén de la economía argentina. Celebramos la suma de otros rubros como el hidrógeno verde. Es saludable la llegada de la energía del conocimiento, el desarrollo científico tecnológico ligado a la producción y nuevos emprendimientos. No obstante, el grueso de los ingresos sigue siendo la producción del campo. Es una realidad comprobable y fuera de discusión, por lo cual, nos congratulamos y felicitamos a los hacedores de tal trabajo. Desde las 30 millones de toneladas de los años 80 al presente de 140 millones, hay un extenso camino de esfuerzos, sacrificios, riesgos, aporte de tecnología, desarrollo biológico, valor agregado, industrialización y aporte humano. Es hora de homenajear a quien lo hicieron y hacen posible. Al parecer, con semejante empuje de hombres y mujeres, capital y tecnología, el sector seguirá incrementando la producción hasta alcanzar 200, 300 millones en los años venideros. La sequía generada por un cambio climático en los últimos años, agrega un condimento a las dificultades y es el de sacar la producción con destino a la exportación en tiempo forma y valores de flete razonables. Entiendo que hay que estudiar las maneras de generar un cambio en la logística de transporte sobre el Río Paraná y el Río de la Plata.
Sería bueno estar abiertos a nuevas ideas e iniciativas. Escuchar proyectos y ser tan creativos como cuando enfrentan problemas surgidos de la producción. Saludos y deseos de éxitos